CON JAVIER CANCHO

Historia de un relato sobre el fotoperiodismo

Imaginen lo que supone hacerle una foto a una niña desnuda de 9 años. Sin embargo, todo depende del contexto, de las circunstancias y de la intención.

Javier Cancho

Madrid | 25.02.2020 11:49

Un tipo llamado Nick Ut le hizo una foto a una niña desnuda de nueve años en 1972. Y por aquella foto le dieron el Pulitzer. Aquella niña huía de un ataque con napalm lanzado sobre su aldea. Es posible que ustedes tengan ahora mismo en mente esa foto icónica. En el centro de la imagen puede verse a una niña desnuda llamada Phan Thi Kim Phuc. En su rostro se aprecia una desesperación agónica. En ella se ve algo que va mucho más allá del miedo. Su piel se está derritiendo.

Mientras, al fondo de la imagen se observa a unos soldados con una actitud que parece hasta indiferente. Solo el fotógrafo observa el dolor de la niña, repara en el trance que está soportando en una situación de máxima vulnerabilidad: sin

ni siquiera llevar ropa. El fotógrafo observa su dolor y lo trasmite. Y el mensaje llega al mundo entero. Es un mensaje sin texto, que pone en contexto la onda expansiva de la guerra.

Esta es la voz de Nick contando que aquella fotografía -a él- le cambio la vida, a ella también y cambió a su vez el curso de la guerra. Sucedió que tras esa foto, ese mismo año, Estados Unidos se retiraba de Vietnam.

Es posible que también recuerden aquella fotografía de 2015 de Nilufer Demir. En aquella foto se veía a un niño. Aylan tenía 3 años, estaba boca abajo, mecido por el oleaje, después de haberse ahogado, como su madre y su hermano cuando trataban de huir de la guerra en Siria.

Dice Margaret Renkl algo muy interesante. Dice Margaret que una imagen vale más que mil lágrimas y que esos instantes capturados destilan la vasta masa de la historia, la destilan en una sola imagen que resulta tan impactante que después reaparece en los sueños de las personas empáticas. Después de aquella foto y durante algún tiempo los países europeos abrieron algo sus puertas a los refugiados sin refugio, a las personas sin tregua. Es el factor determinante del fotoperiodismo en el tiempo de las tropecientasmil instantáneas por segundo, en la era de la máxima exposición de la imagen, en la época del ensimismamiento...el factor determinante del fotoperiodismo consiste en que sigue desempeñando una función ética, respetuosamente deontológica en una profesión acorralada. El fotoperiodismo sigue siendo el último puñetazo en las vísceras de la indiferencia. Julia Le Duc nos cerró el estómago con la fotografía de los cadáveres de Óscar Alberto Martínez y su hija de 23 meses.

Valeria y su padre murieron juntos dentro de la misma camiseta, boca abajo; rodeando ella con un brazo el cuello de su padre, habiendo encontrado la muerte por buscar una vida no tan peor, habiendo muerto en el lodo del río Bravo.

Manu Brabo, el fotográfo gijonés, obtuvo el Pulitzer por la cobertura que hizo de la guerra en Siria allá por el año 2012. Manu Brabo retrató el peor instante que pueda existir. Si hubiera infierno, y si hubiera una mirilla por donde observarlo, si la hubiera, lo que veríamos sería un momento como el que Manu Brabo retrató cerca del hospital Dar El Shifa, en Alepo. Un hombre llora sosteniendo en brazos el cuerpo de su hijo asesinado. Hay tanto amor en el fragor de un

dolor descarnado, con las heridas intuyéndose en el cuerpo inerme del muchacho...hay tanto amor en el duelo más extremo que a cualquiera se le deberían saltar las lágrimas. Manu Bravo retrató el instante de realidad que Miguel Ángel Buonarotti esculpió en La Pietà hace más de 500 años.