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El Día D: los crucigramas

Historia del Día D, la alarma de los crucigramas que estuvo a punto de arruinarlo todo.

Javier Cancho

Madrid | (Publicado 06.06.2019 11:23 )

A 15 fechas del día D, el 22 de mayo del 44, desentrañando el crucigrama del Telegraph apareció la palabra Omaha. Omaha era el nombre en clave de una de las cinco playas señaladas para el desembarco de Normandía.

Esa palabra, en aquel crucigrama, no pasó inadvertida para el MI5, el espionaje británico. Aquello podía ser una casualidad. Podía serlo. Pero qué sucedía si en vez de ser una casualidad…había una causalidad. Cinco días después, el 27 mayo, escondido en otro crucigrama del Telegraph podía encontrarse la palabra Overlord. Overlord era el mismísimo nombre en clave de la operación militar minuciosamente planificada para del día D.

En aquel momento, saltaron todas las alarmas en el Cuartel General de la Fuerza Aliada. De repente, en Teddinton, Londres, donde estaba al alto mando, los comandantes Eisenhower y Montgomery sintieron que todo el teatro de Operaciones podía pasar de la sorpresa épica a la tragedia definitiva. Estaban en guerra contra el tiempo.

Se resolvió, al instante, establecer un meticuloso seguimiento. Aunque la máxima atención, desde el principio, se puso en alguien llamado Leonard Dawe. Leonard era el tipo que confeccionaba aquellos crucigramas. El cuartel general aliado necesitaba decidir qué hacer con el desembarco para el que resultaba indispensable el factor sorpresa.

Y aquello no podía ser una casualidad, aunque Leonard no diera el perfil de agente infiltrado trabajando para los nazis. Leonard fue rastreado hasta por detrás de las orejas, sin que él fuera consciente de todo el despliegue que había alrededor de su casa, de su lugar de trabajo, de su familia, de sus amigos, de su presente y su pasado. Y mientras eso sucedía, en aquellos días, en otros crucigramas del Telegraph aparecieron otras dos palabras que pusieron los pelos de punta a quienes estaban al tanto de su trascendía.

Una de ellas era Mulberry. Mulberry era el nombre que los generales habían dado a los puertos artificiales que se iban a habilitar durante el desembarco. El uno de junio del 44, a cinco fechas del Día D, en el crucigrama del Telegraph, apareció otra palabra bomba: Neptuno, el nombre en clave de la operación Naval con la que iba darse apoyo logístico al desembarco de las fuerzas terrestres. Aquello era demasiado. Y a pesar de la orden inicial de espiar a Leonard para descubrir sus posibles contactos con los nazis, finalmente se resolvió estrujar al máximo, y sin piedad, a aquel veterano profesor de secundaria.

No podían quedar dudas después del interrogatorio. En aquel momento, no había nadie más sospechoso que un tipo llamado Leonard, profesor, inglés, que -de joven- había sido integrante del equipo olímpico británico y que ahora confeccionaba los crucigramas del Telegraph. Crucigramas en los que -secuencialmente- habían estado apareciendo los códigos ocultos de la maniobra estratégica que iba a ser decisiva en la Segunda Guerra Mundial.

Leonard daba clase en un colegio llamado Strand, que estaba justo al lado de un campamento militar. A Leonard le parecía divertido recolectar palabras en clase, para sus crucigramas, recibiendo las sugerencias de sus alumnos. Y se daba la circunstancia de que uno de aquellos chicos tenía acceso al despacho de un oficial del campamento en el que esperaban soldados asignados al desembarco del día D. Aquel chico -llamado Roland- estaba fascinado con las palabras que escuchaba a los militares. Palabras que anotaba en un papel y después sugería al profesor Leonard. El MI5 verificó la explicación que Leonard dio en aquel intenso interrogatorio. De modo que el magullado profesor siguió haciendo crucigramas después del 6 de junio de 1944