CON JAVIER CANCHO

Historia del espejo

En los espejos podemos vernos tal y como los demás nos miran. Aunque Borges, delante del espejo no veía a nadie.

Javier Cancho

Madrid | 05.09.2019 12:03

¿Se han parado a pensar en que mucho tiempo antes de que en las casas hubiera televisores u ordenadores... en las casas ya había otros objetos mágicos, capaces de mostrar lo más sorprendente entre lo asombroso?

Los espejos duplican la realidad, le dan la vuelta a la existencia, proyectan un mundo paralelo. El espejo es posiblemente el único objeto metafísico que conocemos.

El espejo es el simbolismo. Es un desdoblamiento en el que la memoria no sólo funciona hacia atrás. Con ellos, a veces es posible creer en hasta seis cosas imposibles antes del desayuno. Quién decide lo que es apropiado. Y si decidiesen que en vez de una corbata nos pusiéramos un salmón en la cabeza.

El objeto devolviendo la imagen es el artilugio del que se ha valido el arte para adentrarse en territorios de mundos desconocidos. El espejo es un recoveco para lo fascinante; aunque, en ocasiones, también es un recoveco para lo aterrador.

No olvidemos que de Oriente a Occidente, desde la Antigüedad hasta la Modernidad…los espejos siempre han estado ahí.

Con frecuencia emanando leyendas que la ciencia fue desmontando con el transcurrir del tiempo. Leyendas como la de los espejos ardientes de Arquímedes. Según ese mito, Arquímedes hizo colgar de las murallas de Siracusa enormes espejos de metal, para que se proyectaran en ellos los rayos del sol, dirigiendo su reflejo hacia la bahía y logrando así quemar allí los barcos romanos que se acercaban. Esa historieta empezó a propagarse en el siglo XII y fue tomada por cierta durante cinco centurias, hasta que Descartes se ocupó de descartarla usando el método científico.

Unas décadas después después de lo de Descartes y Arquímedes, ya en el siglo XVIII, los espejos hechos en la región bávara de Lohr eran de tal calidad que se creía que siempre decían la verdad. De esa comarca proceda la historia de Blancanieves.

Desde hace milenios, los espejos fueron considerados reveladores de la verdad. Para esculpir sus espejos, los egipcios usaban cobre pulido. Los aztecas los hacían con obsidiana: la obsidiana es un vidrio volcánico de color negro. Y allá en la negritud del tiempo, en la Antigua Grecia, en el siglo III a.C, las brujas de Tesalia usaban lo que llamaban "espejos mágicos" para escribir en ellos -con sangre- los mensajes de sus oráculos. Los specularii, los sacerdotes de la Antigua Roma, utilizaban los espejos para tratar de ver en el pasado, para tratar de ver en el presente, para intentar mirar en el futuro.