Si quieren, al tiempo que están haciendo lo que estén haciendo en este momento… si quieren, a la vez, pueden hacer algo que -pensamos probablemente puede resultarles interesante. Intenten recordar alguna ocasión en la que miraron a través de un microscopio. Si consiguen recrear bien ese instante, entonces, se darán cuenta de que bajo todo ese sistema de lentes puede observarse una cantidad de objetos que parece infinita. Es como si con el microscopio, observando lo más pequeño, pudiéramos asomarnos más allá los inexistentes límites de lo infinito. Mirar por el microscopio es como poder ver el abismo de un universo desconocido.
Traten de recordar ahora el tiempo en el que ustedes eran niños. En aquel periodo de sus pasados, con sus mentes libres de tantas obligaciones, en aquellos días ustedes- se fijaban en detalles que había por ahí, en cualquier parte, en su habitación por ejemplo. Eran detalles en los que nadie se había fijado. Siendo insignificantes, para ustedes tenían su propio significado. Eso fue lo que le sucedió en algún momento de su infancia a un médico llamado Joseph Lipster. Un día de lluvia descubrió que una burbuja atrapada dentro del cristal de su ventana funcionaba como un lupa.
Hubo una época en la que la profesión médica creía que los microscopios eran una distracción innecesaria. Se pensaba que todos los síntomas relevantes podían detectarse a simple vista.
Fue tras la Revolución Francesa, con la construcción específica de una serie de hospitales, cuando el microscopio empezó a ser considerado crucial por los médicos franceses.
El médico Pierre Rayer fue quien hizo por primera vez en la historia un análisis microscópico de la orina. Cuando, en Inglaterra, Joseph Lipster ingresaba en el University College, en ese país los microscopios eran mirados con escepticismo, mientras en Francia ya se usaban para diagnosticar enfermedades de la piel, la sangre o los riñones. Sin embargo, fueron los ingleses quienes terminarían abriendo una puerta hasta entonces inaccesible.
Las lentes muestran la parte invisible del mundo. A Joseph Lister le interesaban mucho los microscopios.
Aquel joven pasó parte de su vida mirando lo que había al otro lado de lo visible. Observaba la estructura microscópica muscular de una porción de iris, se detenía en los gránulos de pigmento en el cristalino, examinaba el tejido muscular que hay dentro de los folículos pilosos. Pasaba tiempo mirando lo proporción minúscula de lo natural hasta que un día descubrió algo asombroso e inquietante. Ese instrumento, el microscopio, fue lo que le ayudó a revelar el misterio médico que había mortificado a su profesión durante siglos.