CON JAVIER CANCHO

Historia de un atentado de Hitler

Día 7 de noviembre, se cumplen 80 años de una de las más de 40 tentativas que hubo para matar a Hitler. El partido nazi se fundó en una cervecería. Y en esa cervecería fue donde sucedió.

Javier Cancho

Madrid | 07.11.2019 11:13

¿Que hubiera tantos intentos para acabar con Hitler, puede considerarse un motivo para confiar en la humanidad? Parece una pregunta interesante. En cambio, sobre el hecho de que el partido nazi se pensase en una cervecería, sobre ese detalle preferimos no hacernos preguntas. La cervecería Bürgerbräukeller fue el bautismo nazi; pero, también pudo llegar ser la tumba de Adolf Hitler.

Décadas atrás, en 1913, el joven Adolf Hitler llegaba a Múnich con la aspiración de dedicarse a la pintura y vender sus obras en los cafés de Baviera. Había en él una actitud casi bohemia. Pero, después vino la Gran Guerra y Hitler se radicalizó.

Su primera presencia pública fue en aquella cervecería, en la Bürgerbräukeller. Hitler se estaba tomando una cerveza. De repente, estampó la jarra contra el suelo, empuñó una pistola y se dirigió al comedor central donde había cónclave de los líderes políticos bávaros. Aquella noche Hitler iba acompañado de una especie de escuadrón dirigido por Herman Göring. Tras varios disparos al aire, Hitler gritó: "¡La revolución nacional ha comenzado!".

Aquel incidente terminó en juicio. Y Hitler fue encarcelado. En la prisión de Landsberg, ¬escribió el Mein Kampf. Pero, sobre todo, aprovechó el proceso para promocionar sus ideas políticas y propulsar su liderazgo. Aquella cervecería fue para los nazis un enclave fundacional. Por eso, Hitler cada 7 de noviembre viajaba a Múnich. Y en esa fecha, a esta hora, hace 80 años, un tipo llamado Georg Elser ajustaba los detalles de una bomba de relojería.

Su propósito consistía en matar a Hiltler. Era el año 1939, la Segunda Guerra Mundial acababa de comenzar. Elser era un hombre solo tratando de acabar con el creador del Tercer Reich.

En el 39, Rusia todavía era aliada de Alemania y los Estados Unidos estaban lejos de implicarse en el conflicto.

A las 21 horas y 20 minutos de aquella fecha, una bomba destrozó la tarima donde Hitler había dirigido su arenga. Hubo 7 muertos. Mientras, en ese instante, el Führer iba en limusina camino de la estación de tren. Había dejado la Bürgerbräukeller a las 21 horas y 7 minutos, exactamente 13 minutos antes de la explosión.

Aquel carpintero sintió el deber de terminar con el Fürher. Con toda la perspectiva de los acontecimientos, su comportamiento representa un compromiso de resistencia, cuando tan cuestionada fue la tolerancia del pueblo alemán con el fanatismo nazi en aquellos años terribles. La determinación del carpintero ante Hitler, plantea una pregunta incómoda: ¿en algún momento los atentados pueden llegar a ser pertinentes?

En la cervecería, aquella noche de hace 80 años, estaba el Fürher Adolf Hitler, el fundador de la Gestapo Hermann Göring y el ministro de Propaganda de la Alemania nazi, Joseph Goebbels. Cómo habría sido el siglo XX si aquellos criminales se hubieran tomado una jarra más. ¿Habría tenido que soportar la humanidad un sufrimiento tan terrible? Georg Elser fue torturado por la Gestapo y confinado al campo de exterminio de Dachau. Fue ejecutado un mes antes de la victoria aliada, 21 días antes de que Hitler decidiera suicidarse.