con javier cancho

#HistoriaD: El último hombre que lo sabía casi todo

Si hoy llamamos a alguien polímata... es posible que hasta se moleste. Polímata es un término procedente del griego que designa a quienes saben mucho de muchas materias. Hoy, ese tipo de sabios ya no existen. Thomas Young lo fue.

ondacero.es

Madrid | 27.09.2022 13:18

El hombre que expuso el enigma que hay en el corazón de la luz, fue una personalidad luminosa de la Ilustración. Thomas Young hizo contribuciones sobresalientes en territorios del conocimiento como el espectro electromagnético, la visión, la energía, la fisiología o la armonía musical. Es difícil saber siquiera por dónde empezar cuando se recorren los logros de Thomas Young.

Fue lingüista siendo médico, sin dejar de interesarse por la física. En el año 1800, emprendió el experimento de las dos rendijas, una de las indagaciones más audaces e influyentes de la ciencia que estudia el Universo. Aquel experimento fue utilizado por Feynman, en el siglo XX, para explicar los principios de la mecánica cuántica. Young propulsó la comprensión de la doble naturaleza de la luz, como onda y como partícula.

Young demostró que el gran genio Isaac Newton estaba equivocado.

Cuando siendo un adolescente comenzó a tomar clases de baile, un día, sus compañeros le encontraron trazando con regla y compás un diagrama matemático de los movimientos del minué, con la intención de mejorarlos. A los 14 años, Young traducía pasajes de la Biblia a 13 idiomas, incluyendo el caldeo, el samaritano, el sirio o el etíope.

Estudió el mecanismo de la visión, descubrió el astigmatismo. Fue él quien anticipó que la retina veía en tres colores y explicó por qué. En un planteamiento que se confirmó técnicamente siglo y medio después. Sus artículos para la Enciclopedia Británica cubrían 20 ámbitos del saber.

Siendo indiscutiblemente un sabio, fue desdeñado por sus compañeros, por los médicos de su época. Sabiendo más que nadie sobre retinas, sus colegas no veían con buenos ojos lo que consideraban demasiada dispersión, excesivos intereses. Ocurría que Young sabía demasiado. Su forma de explicarse suscitaba envidias, generaba sospechas que la mayoría no comprendiera lo que Young planteaba.

Esta es la voz de Andrew Robinson. Probablemente es el investigador que más ha estudiado al gran Thomas Young.

Sobre la figura del último hombre que lo sabía casi todo, Robinson sugiere que es imposible que una sola persona logre escribir una biografía completa de un personaje tan extraordinario.