Después de cuatro años de trabajo, se acaba de completar la extracción de los restos del hombre de Loizu, en la localidad navarra de Erro, en una cueva de difícil acceso. Para conocer los detalles del proceso y las características que convierten este espécimen en algo único, hablamos con Pablo Arias, catedrático de prehistoria de la Universidad de Cantabria, que ha estado al frente de la extracción de los huesos de este cadáver.
¿Qué es lo que hace excepcional este esqueleto?
Arias explica que uno los motivos es la rareza de los esqueletos de esa época. "Conocemos muchos yacimientos arqueológicos de esa época, tras la última glaciación, aunque tenemos muy poco restos humanos porque probablemente los rituales funerarios fueran distintos de los que nos encontramos aquí", explica. Además, señala que tan solo hay un esqueleto relativamente cercano en el tiempo, en la Cueva de los Azules, en Asturias, pero está mucho peor conservado, y en Europa tampoco hay muchos restos de este momento.
El estado de conservación es otra de las características que lo hace único, porque se ha mantenido perfecto, a pesar del paso de los años. "Lo normal es que los huesos que tienen casi 12.000 años es que estén fragmentados y que solo tengamos parte de ellos", señala, aunque se cree que la situación difícil en la que se encontraba también ha permitido que se deteriore menos.
Además, explica que la situación en la que fue encontrado también trasluce un comportamiento funerario diferente del visto hasta ahora, pues el individuo fue amortajado y colocado en un sitio muy remoto de difícil acceso.
Dificultad de la labor de extracción
El principal problema al que se han enfrentado a la hora de extraer los huesos ha sido la localización del esqueleto. "La labor ha sido muy complicada, porque la cueva es muy incómoda, aunque no acarrea muchos riesgos. Está muy lejos de la entrada, hay que cruzar un río subterráneo y después hay que arrastrarse por una galería muy incómoda en la que hay que ir a gatas", explica, y añade que lleva al menos una hora de camino desde la entrada de la cueva hasta el lugar en el está el esqueleto.
Además, relata que otra de las dificultades fue transportar los aparatos de topografía, ordenadores, equipo de iluminación, electricidad para poder trabajar dentro de la cueva, todo ello para poder hacer un trabajo profesional de arqueología de nuestros días. "Hemos hecho levantamientos fotogramétricos, que permitirán obtener modelos en tres dimensiones que pueden tener una gran utilidad desde el punto de vista educativo", asegura.
¿Qué se sabe sobre sus circunstancias?
Aunque explica que la razón de la muerte está todavía en estudio, se sabe ya que era un varón joven, de en torno a 20 años o menos, bastante robusto. "Tenemos que estudiar unos agujeros que podrían corresponder a una lesión anterior a la muerte, de un proyectil, aunque no estamos seguros", afirma.