Historia en Más de uno

Enrique Martínez Ruiz, sobre los bandoleros: "Tenemos una visión muy romántica que no corresponde con la realidad"

En Más de uno hablamos con Enrique Martínez Ruiz, catedrático de Historia Moderna de la Universidad Complutense de Madrid y escritor del libro 'El bandolerismo español' sobre las prácticas de los bandoleros de los siglos XVIII y XIX.

ondacero.es

Madrid | 17.11.2020 12:11

El 23 de mayo del año 1889 el periódico “El Siglo Futuro” publicaba la noticia de la muerte de quien calificaban de terrible criminal. Se trataba de “El Bizco de Borge”, el bandolero más perseguido por la Guardia Civil en Sierra Morena.

Se llamaba Luis Muñoz García. Según la crónica de este diario, tenía 50 años, era alto, delgado, de pelo negro, barba poblada, mal encarado y bizco de los dos ojos, en particular del izquierdo. De él dijo el escritor Martín Olmos, muchos años después, que era “hombrón de buena talla, borrachuzo, faldero, asmático y medio teniente del oído derecho”. El estrabismo que marcó su apodo no le impidió en cualquier caso demostrar una magnífica puntería con armas de fuego. También era ducho en el manejo del machete y la faca. De hecho, el Bizco se había echado al monte tras rajarle el cuello a un apacentador de bueyes que le afeó que estuviera flirteando con su novia.

En los montes reunió el Bizco una partida con Manuel Melgares, al que apodaban el Estudiante, y con otros cuantos bandoleros: el Frasco, el Francés, el Portugués y el Mellao. La partida empezó sus fechorías con el contrabando, pero tardaron poco en lanzarse al asalto y el robo, al secuestro y a la extorsión. De la crueldad del Bizco da testimonio la historia que cuenta que mató a dos guardias civiles, desde lo alto de una loma, solo por demostrar su puntería con el fusil. Por eso, y por muchos más crímenes como este, el Bizco de Borge era para la Benemérita su enemigo público número 1.

Al Bizco le mataron a tiros, como no podía ser de otra forma. Había secuestrado a la familia del dueño de un cortijo. A él le mandó a vender unas pellejas de aceite para conseguir los quince mil duros del rescate; a ella, mientras tanto, pretendía violarla, bajo amenaza de pasar a sus hijos a cuchillo. Pero la mujer le había dado una taza de chocolate con veneno, o al menos eso se cuenta. El caso es que el Bizco huyó a campo abierto donde, entre olivares, y ante su negativa a entregarse, la Guardia Civil acabó con su vida de varios disparos a quemarropa.

La historia del Bizco de Borge, como la de tantos otros bandoleros no sólo andaluces, sino también catalanes, extremeños o castellanos quedó envuelta en la leyenda. De él también se dijo que era un rebelde justiciero, que repartía el botín de sus fechorías con los más necesitados, que era generoso y le quitaba a los ricos para dárselo a los pobres. Pero lejos de estos mitos románticos, lo cierto es que bandoleros como el Bizco, o el Pernales, o el Boquica o el Tragabuches sembraron, durante mucho tiempo, el terror en los caminos de toda España.

Para saber más de la historia de los bandoleros, especialmente la de los bandoleros de los siglos XVIII y XIX, y del contexto social, económico y político que los vio nacer, y evolucionar, hablamos en Más de uno con Enrique Martínez Ruiz, catedrático de Historia Moderna en la Universidad Complutense de Madrid y que acaba de publicar el libro 'El bandolerismo español', publicado por la editorial Catarata. Explica la figura del bandolero, que se aleja del mito romántico, "eran crueles", comenta. Además, nos distingue los tres tipos de bandoleros: el romántico, el de retorno y el organizado. Por otro lado, nos cuenta cómo se combatió esta práctica, que dio pie a la creación de la Guardia Civil.

Por otro lado, Javier Cancho nos habla de Diego Corriente, considerado el ladrón más generoso del siglo XVIII en España.