El 7 de noviembre de 1961 ningún periódico publicó la noticia de la muerte de Mónico Sánchez. Mónico era, por entonces, el dueño del cine de Piedrabuena, un pequeño pueblo de la provincia de Ciudad Real. Pero él también era el hombre que, muchos años atrás, en la Primera Guerra Mundial, ayudó a salvar miles de vidas.
"Recuerdo a mi abuelo trabajando, siempre en su laboratorio", nos cuenta Isabel Estébanez sobre su abuelo, que patentó en 1909 el aparato portátil de rayos X. Mónico Sánchez cumplió la mayoría de edad el mismo año que España perdió los últimos restos de su imperio.
UNA VIDA DE ÉXITO EN NUEVA YORK
Decidió marcharse de su pueblo Piedrabuena, en Ciudad Real, para irse a Madrid. Mónico, fascinado con la electricidad, decidió hacer un curso por correspondencia de ingeniería eléctrica... en inglés. Fue tan brillante que un profesor acabó recomendándole para un puesto en Nueva York. "Se fue con 23 años a Estados Unidos sin saber inglés, solo había estudiado un poco el idioma en Madrid", asegura Isabel.
Mónico Sánchez triunfó en Nueva York y su lucha por estar al nivel de grandes inventores como Tesla y Edison, se cumplió cuando presentó su gran invento. Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, Marie Curie, que atendía a los heridos de guerra, consigue que su país compre 60 unidades del aparato de Mónico Sánchez. Equiparon así los franceses a sus ambulancias de equipos de Rayos X portátiles, las primeras del mundo en llevarlos.
SU REGRESO A ESPAÑA
Nunca volvió a Estados Unidos por amor. "Mi abuela Isabel no quiso marcharse a Estados Unidos", nos cuenta su nieto Eduardo.
"A pesar de que lo conocí en sus últimos años lo recuerdo como una persona fuerte y al mismo tiempo entrañable", describe Eduardo a su abuelo. En su pueblo, Piedrabuena, "ahora sí se le recuerda con devoción", asegura Eduardo. "Cuando volvió de Estados Unidos, sin embargo, no se le trató tan bien. Sobre todo la clase caciquil, que intentó ponerle todas las zancadillas posibles", añade. Aunque admite que "los primeros en reconocer su mérito fueron los habitantes de Piedrabuena".
"En el año 1995 se le hizo un busto, que fue lo que le recuperó del olvido en el que estaba. El museo de ciencia y tecnología también le ha dado importancia a su obra", explica el nieto. Isabel asegura sobre el inventor: "tuvo una vida exitosa, aunque no sé si feliz, porque perdió a cinco de sus seis hijos". "La lucidez y el carácter los conservó hasta el último suspiro", asevera Eduardo. Mónico, además, tuvo la valentía de adentrarse en un buen negocio que entonces nadie conocía: el cine.
Hoy, en su pueblo, Mónico Sánchez es "reconocido y muy querido", nos confirma su nieta Isabel.