El diseñador Miguel Milá (Barcelona, 1931), renunció a ser arquitecto para hacerse artesano. Se le reconoce como el primer diseñador industrial, junto con André Ricard, pero siempre se ha considerado un diseñador preindustrial. Inició su carrera en los años 50 y son suyos los diseños de los banco sen los que los turistas y locales descansan en paseo de Gracia o los vagones del metro de Barcelona. Además de diseñar la famosa lámpara TMM que ilustra el libro que acaba de escribir: 'Lo esencial: El diseño y otras cosas de la vida' (Lumen). Fue galardonado con el Premio Nacional de Diseño, Compasso d’Oro y Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes (2016) y aboga por muebles bellos a la vez que útiles. Milá detesta los diseños inútiles y adora ir en moto.
¿Tiene relación Miguel Milá con la Pedrera? La Pedrera era de un familiar suyo y asegura que a él, como a tanta gente hace cincuenta años, tampoco le gustaba: "antes la consideraba horrible, porque era lo que me decían, ahora la considero el mejor trabajo de Gaudí. La Pedrera en cuanto a diseño es una maravillosa. Si persigues la utilidad y encima consigues emoción estética lo has conseguido todo".
¿La sencillez es la clave del trabajo de Miguel Milá? "Sí. Siempre he sido partidario de que todo sea fácil de mantenerse".
¿Lo más difícil de diseñar es un sofá? "Quizá porque formalmente no es fácil. Diseñar un objeto útil y cómodo y a la vez estético no es fácil".
¿Reivindica los muebles de Ikea? "Sí". Se considera una especie de precursor de Ikea pero asegura que no podía permitirse producir al nivel de la compañía sueca.
Estudió mal arquitectura... "Tardé en darme cuenta que el estudiar algo que no era exactamente lo que quería hacer, aunque me costara abandonarlo porque me consideraba un fracasado, y cuando dejé la carrera me sentí feliz y libre. Empecé entonces a trabajar como un loco histérico en el interiorismo".
¿Cómo ve España desde la altura de los 89 años? "Mal, para mí se están perdiendo valores que eran inamovibles. Me declaro 'evolucionario' antes que revolucionario. Me duele la revolución, dicen que no se puede evitar, pero a mí me parece destructiva. Me duele que se destruyan cosas que están bien junto a las que están mal".
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