La escenografía en España ha evolucionado desde los teatros romanos y los festivales clásicos hasta los grandes musicales actuales, pasando por hitos como el Teatro Circo de Albacete o espectáculos de vanguardia en espacios abiertos. Hoy en día, figuras como Javier López Galiacho, Víctor Luis Prado, Pablo Santos o Antonio José Grande mantienen viva una tradición que combina historia, innovación y espectáculo.
Javier López Galiacho, jurista, profesor universitario y dramaturgo, preside la Asociación de Amigos del Teatro Circo de Albacete. Este espacio histórico, fundado en 1887, es uno de los pocos "teatros circos" de Europa que aún conserva la capacidad de transformarse en pista circense retirando las butacas. “Se siguen haciendo representaciones de circo dentro de un teatro como es el Teatro Circo de Albacete”, recuerda Galiacho, quien insiste en la necesidad de proteger este patrimonio cultural.
El legado escénico en España hunde sus raíces en los teatros romanos. El de Mérida, declarado Patrimonio de la Humanidad, es el ejemplo más célebre y sigue siendo escenario de representaciones que evocan tragedias y comedias clásicas. Otros como los de Cartagena, Sagunto, Itálica o Cádiz también conservan su esplendor. Más tarde, los Festivales de España, que se celebraban en plazas y parques antes de la Transición, dieron paso a citas temáticas en ciudades como Santander, Cartagena o San Javier.
Con la modernidad llegaron innovadores como Enrique Rambal, pionero en introducir maquinaria teatral a gran escala en nuestro país. Orson Welles llegó a calificarlo de “un absoluto genio”. Sus montajes marcaron un antes y un después en la concepción de la escenografía española.
Hoy en día, la escenografía encuentra nuevos escenarios en espacios abiertos. En el Parque del Retiro, por ejemplo, se han interpretado obras con música de Händel y se han proyectado superproducciones cinematográficas. También ha irrumpido con fuerza el parque temático Puy du Fou en Toledo, cuyo espectáculo estrella, El Sueño de Toledo, reúne a casi 200 artistas y utiliza recursos de video mapping, hidráulica y pirotecnia. Su responsable artístico, Antonio José Grande, lo define como “un recorrido visual y emocional por 1.500 años de historia”.
En paralelo, los musicales han vivido un auténtico auge desde los años 90. Montajes como Los Miserables, La historia interminable o Los pilares de la tierra han desplegado escenografías espectaculares. Según Pablo Santos, director técnico de Beon, “la escenografía es fundamental y, sin embargo, está infravalorada en España. Es un trabajo precioso: imaginar cómo todo un mundo puede nacer en el escenario a partir de un libro o una idea”. Sus producciones llegan a movilizar decenas de tráilers de material para levantar universos completos sobre las tablas.
Pero la escenografía no se sostiene solo en grandes productoras. Ejemplo de ello es Víctor Luis Prado, responsable del atrezo en La Crónica Najerense. Tras 15 años en el montaje, destaca que “lo que sorprende mucho al espectador es que muchos actores y elementos salen por los pasillos entre el público, lo que genera un efecto muy llamativo”. Su trabajo artesanal, apoyado en carpinterías locales, mantiene vivo un espectáculo que lleva más de medio siglo en escena.
