En la tragedia también puede haber belleza. Ya sea en la guerra de Ucrania o en los peores meses de la pandemia de coronavirus. Esto se aprende visualizando las fotografías de Emilio Morenatti, fotoperiodista con dos Premios Pulitzer. El primero por una serie de fotos sobre la pandemia y el segundo por su trabajo, junto a otros seis compañeros de la agencia Associated Press, en Ucrania
Fotos icónicas que perduran para siempre
Una de sus fotos más famosas nos lleva a una historia de amor en una residencia de mayores. Lugares casi proscritos mientras el virus andaba suelto. Allí descubre, nos descubre, a Agustina y a Pascual. Ella tiene 81 años, él 84. Más de media vida casados y entonces separados durante algo más de cien días por culpa de la pandemia.
Morenatti captó con el objetivo de su cámara el reencuentro entre Agustina y Pascual a través de mascarillas y plásticos. Una lona transparente separa a los dos ancianos, que no entienden de barreras para besarse, a su manera, durante un minuto largo.
La pandemia fue muy excepcional, el trabajo más diferente y extraño que he cubierto jamás
"La pandemia fue muy excepcional, el trabajo más diferente y extraño que he cubierto jamás", recuerda el fotoperiodista sobre aquellos primeros meses de pandemia. "Era como ir a la guerra, pero en unas condiciones muy diferentes, aunque los elementos estaban ahí: el miedo, las trincheras...", dice.
Al final, cuando tomó la foto se emocionó y la imagen perduró para siempre. "Estas fotos duran y se convierten en una especie de icono", explica Morenatti sobre esta foto, que encabezó la selección de imágenes con las que ganó su primer Pulitzer.
El fotoperiodismo deja constancia sobre lo que no se ve
En guerras como la de Siria las imágenes de los móviles de los ciudadanos "sirvieron para contar la guerra de una manera en primera persona y mostrar la brutalidad en lugares donde el periodista no puede llegar". El peso de la denuncia social a través de las cámaras de los móviles es cada vez mayor, aunque la labor de los fotoperiodistas sigue siendo fundamental.
"No se puede comparar una galería de fotos de The Guardian con lo que vemos en un periódico local hecho por reporteros con sus móviles", dice Morenatti defendiendo su oficio.
No se trata de llegar el primero o el último, sino de dejar constancia de algo que hay gente que no ve
En el fotoperiodismo, "no se trata de llegar el primero o el último", sino de llegar a un lugar y utilizar el bagaje profesional, la experiencia acumulada y la capacidad visual "para dejar constancia de algo que hay gente que no ve".
De alguna forma, se busca enganchar al espectador mediante la estética, la composición y otros componentes que hacen que esa imagen perdure por encima de otras.
El miedo de la instantaneidad propia de la guerra
Sobre la diferencia a la hora de cubrir la pandemia y la guerra de Ucrania, confiesa que "hay un momento de incertidumbre que es lo que más acojona, el saber si te estás exponiendo o no".
Hay un momento de incertidumbre que es lo que más acojona, el saber si te estás exponiendo o no
De los primeros días de la pandemia, Morenatti recuerda que no llevaba ningún tipo de protección contra el virus, por lo que asumía el riesgo de contagiarse también de Covid. Sin embargo, "no es el miedo de la instantaneidad propia de la guerra", cuando que te afecte la artillería depende de la suerte o el azar, algo que le ha ocurrido en Ucrania, Gaza e Irak. "Al final, te acabas salvando, hasta que te da", asegura.
La guerra de Ucrania ha sido el último conflicto que Morenatti ha documentado, un conflicto que "sigue siendo la misma atrocidad que cualquier otra guerra", pero esta nos afecta más por su cercanía.