A Antonio Ortega, como a otros muchos, el coronavirus le ha cambiado la vida. A sus 71 años y tras pasar 53 días en coma en la Unidad de Cuidados Intensivos, decidió pedirle matrimonio a su pareja, Toyi, con quien tiene una relación de nueve años.
Aunque tiene pocos recuerdos de lo que ocurrió en esa habitación del hospital, sí recuerda el momento en el que se declaró a Toyi y la idea que cruzó su mente en ese momento. "Antes de que ocurra algo peor, habrá que casarnos", pensó.
"Lo tuve un poco complicado", considera Antonio, que confiesa que se llevó "un susto tremendo" al despertar, pues no sabía el tiempo que había pasado en coma y llegó a pensar "que estábamos en un mes más delante y estábamos en un mes más atrás".
Le dieron el alta el 16 de mayo y cuenta que se le hizo "eterna" la última noche en el hospital. Tantas fueron las ganas de llegar a su hogar que fue andando desde la puerta de la ambulancia hasta la puerta de su casa, algo que no había conseguido en toda su estancia en el hospital.
Siete meses después, asegura que puede hacer "vida normal" y no tiene "ninguna consecuencia", aunque "para recuperar la movilidad te ves y te deseas".
Toyi, su futura esposa, cuenta que, aunque ella tenía claro que Antonio le quería, este "no se había decidido" a dar el paso hasta que el Covid entró en sus vidas. "Se hacía el loco, como que no iba con él la cosa. Hasta que no ha pasado lo del Covid no se me ha declarado. Pensé que tenía fiebre de la UCI todavía y no sabía lo que decía".
Si no se alarga la lista de espera del juzgado, es la última nochebuena que van a pasar solteros. "Le tengo muchísimo cariño y le he ofrecido estar con él hasta el final de mi vida, si Dios quiere", concluye Toyi.