Prakash no solo dirige el orfanato, sino una fundación cuyo objetivo es dar servicios comunitarios a las tribus en las zonas rurales muy golpeadas por la pobreza. Su proyecto incluye un hospital y una escuela. Hace unos años, se le unió su mujer, Mandakini, médico de profesión. Cuando están en casa, aseguran que de sus "mascotas", por decirlo de algún modo, nunca han recibido un ataque.
Aunque su particular santuario fue reconocido por las autoridades como centro de rescate en 1991, su licencia expiró hace el pasado mes de noviembre y aun no se la han renovado. Los funcionarios del zoológico de su localidad dicen que no tiene permiso para alojar a estos animales y que no cumple con las leyes de protección de vida silvestre. Prakash sólo quiere seguir cuidando de ellos para salvarles la vida.