"Mi marido lloraba, le rogaba a Dios que salvara a nuestro único hijo sobreviviente. Pero después decidió nadar a la costa para buscar ayuda. Y no lo volví a ver. Pensé que mis hijos tendrían una mejor vida y un futuro en Europa. Pero Europa se convirtió en un cementerio para mi familia", asegura en declaraciones a la BBC.
Asya vive ahora en Grecia con su hijo. En el campamento de refugiados recibe apoyo psicológico junto con otras personas que han sufrido traumas familiares. Dice que su vida está destrozada. Essam Daod es uno de los voluntarios que da ese apoyo psicológico.
Están nerviosos todo el tiempo, tienen recuerdos continuos sobre lo que han sufrido en Siria, Irak o Afganistán. Es muy difícil tratar esos trastornos en los campamentos. Se necesitan medicinas para dormir y aquí no podemos darles ese tratamiento porque tiene muchos efectos secundarios ni tampoco podemos hacer el seguimiento
Asya ha pensado quitarse la vida en varias ocasiones, pero ahora está decidida a seguir adelante para cuidar a su hijo. Mientras en alta mar continúa el trabajo de los equipos de rescate para evitar un nuevo drama