LA BRÚJULA

Tertulia: Tensión parlamentaria, dudas entre los socios y un Gobierno debilitado

David Jiménez Torres, Ketty Garat, Cristián Campos, José Ignacio Wert y Rafa Latorre

ondacero.es

Madrid |

La sesión parlamentaria monográfica sobre corrupción celebrada este martes en el Congreso de los Diputados derivó en uno de los choques más duros de la legislatura entre el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo. En un debate marcado por las acusaciones personales y el cruce de reproches, el líder del PP rompió abiertamente el tabú político en torno a los negocios del suegro de Sánchez, aludiendo a la supuesta vinculación de este con locales de prostitución y acusó al presidente de haberse beneficiado de dichos ingresos.

La intervención de Feijóo fue la más directa y agresiva contra Sánchez desde que lidera el PP. El dirigente popular se refirió al presidente como "partícipe a título lucrativo del abominable negocio de la prostitución", recuperando la fórmula jurídica empleada en la sentencia de la Gürtel para subrayar, según su tesis, la responsabilidad indirecta pero real del presidente en la financiación de su vivienda familiar mediante beneficios procedentes de prostíbulos.

El propio Feijóo defendió que fue el PSOE quien eliminó el "tabú" al declarar en su Comité Federal la intención de expulsar a los clientes de prostitución de sus filas, convirtiendo así el debate en un asunto político y no privado. Según el líder del PP, si los socialistas consideran la prostitución una forma de esclavitud moderna incompatible con su proyecto, el presidente del Gobierno debía aclarar si se había lucrado indirectamente de esa actividad.

El Gobierno califica la acusación de indecente pero evita un desmentido explícito

Desde el Ejecutivo y el PSOE se criticó duramente la intervención de Feijóo. Varios portavoces calificaron la acusación como "indecente" y advirtieron de la gravedad de llevar el debate político a ataques personales sobre la familia del presidente. Sin embargo, en el hemiciclo no hubo un desmentido explícito y rotundo sobre los negocios del suegro de Sánchez, algo que la oposición consideró significativo.

Pedro Sánchez, por su parte, intentó sostener el control del debate con un discurso que se interpretó como más breve y menos vehemente que en otras ocasiones. Su intervención de poco más de 40 minutos —la más corta de todas sus comparecencias en este formato— se centró en presentar nuevas medidas contra la corrupción, incluyendo el endurecimiento de penas para los corruptores y la creación de una Agencia de Integridad Pública. No obstante, el presidente no dio detalles sustanciales sobre la investigación a altos cargos de su partido, ni sobre ceses controvertidos como el del exministro José Luis Ábalos, al que evitó referirse pese a las preguntas directas de la oposición y del PNV.

Tensiones con los socios: advertencias sobre la estabilidad de la legislatura

El debate parlamentario evidenció la creciente tensión entre el Gobierno y sus socios de investidura. El PNV reclamó directamente a Sánchez que se someta a una cuestión de confianza, dimita o convoque elecciones, subrayando que la legislatura se encuentra en un estado de "agonía parlamentaria". Junts per Catalunya, por su parte, advirtió de que la "prórroga" concedida a Sánchez no durará cuatro años y criticó el modo en que el Gobierno ha ido cediendo "a plazos" distintas concesiones, comparándolo con "una casa de empeños".

El clima político se enrareció aún más por la ausencia de apoyos claros de algunos grupos que hasta ahora habían sostenido al Ejecutivo. Podemos llegó a calificar a Sánchez de "problema" que no puede ser parte de la solución, reclamando su dimisión.

La prensa analiza un debate que polariza aún más el clima político

En el terreno mediático y de opinión, la sesión fue diseccionada con lupa. La prensa se hizo eco tanto del tono combativo del líder del PP como de la incomodidad del presidente del Gobierno, con interpretaciones muy dispares. Mientras algunos analistas describieron la maniobra de Feijóo como eficaz para marcar la agenda política y romper el marco discursivo impuesto por el PSOE, otros la calificaron como un ataque personal de gran dureza que busca "deshumanizar" al adversario.

En medios próximos al Gobierno se criticó lo que consideraron una estrategia populista de "lanzar pelotas de tenis" imposibles de responder, con insinuaciones y acusaciones no matizadas. Desde la oposición, en cambio, se destacó que la ruptura del tabú era necesaria para exigir explicaciones sobre un asunto que el propio PSOE había convertido en cuestión política con su estrategia abolicionista.

Un Gobierno debilitado y un horizonte electoral incierto

En todo caso, la sesión confirmó el estado de extrema polarización del debate parlamentario español y abrió un nuevo frente de desgaste para el Gobierno en un momento en el que se investiga la presunta corrupción de antiguos altos cargos socialistas. Con sus socios más críticos y un clima de creciente sospecha, Sánchez afronta semanas decisivas para medir si su frágil mayoría parlamentaria resiste o si se abre la vía para un adelanto electoral.