El lenguaje, más allá de ser una herramienta de comunicación, también moldea emociones, crea estigmas y puede herir. Así lo defendió Pilar Úcar, filóloga, profesora universitaria y paciente de leucemia, en su conversación con Rafa Latorre en La Brújula. La experta llamó a revisar el modo en que hablamos de la enfermedad y, en particular, del cáncer, para abandonar la retórica guerrera y los eufemismos bienintencionados que, según dice, “terminan por culpabilizar al enfermo”.
"La palabra cáncer es solo una palabra, no la enfermedad"
Latorre empezó la charla cuestionando el uso impreciso del término “cáncer” como una categoría que engloba múltiples patologías distintas. Úcar coincidió en que el término ha adquirido un peso simbólico que va mucho más allá de su significado médico:
"Sí que hay muchos tipos de cáncer, pero en sí la polisemia, los diferentes significados de la palabra cáncer, han trascendido a la propia enfermedad. La palabra es solo el término, porque no es la enfermedad."
Desde su doble condición de filóloga y paciente, defendió que el lenguaje puede ser una vía de comprensión hacia quien padece la dolencia. “Separando la palabra de lo que en realidad es la enfermedad, se puede llegar a entender al propio paciente y el lenguaje que le rodea”, señaló.
"No somos campeones ni luchadores, somos pacientes"
A lo largo de la conversación, Úcar desmontó uno a uno los clichés habituales con los que se intenta animar o acompañar a un enfermo: “campeón”, “guerrero”, “luchador”. Para ella, estos términos invisibilizan la vulnerabilidad de quien atraviesa un tratamiento oncológico.
"Cuando a alguien le dan ese diagnóstico, lo que menos le apetece es cargar el arcabuz y soltar petardos contra la hidra, porque el cáncer no es un ser animado ni una amenaza con múltiples cabezas. Es una enfermedad y como tal hay que tratarla."
Contó su propia experiencia personal: "Cuando alguien me decía ‘venga, campeona’, y yo no podía ni subir el embozo de la sábana… ese tipo de expresiones, aunque nacen de la buena intención, lo que generan es cansancio y frustración."
La profesora recordó incluso su paso por el hospital: un hematólogo le explicó su enfermedad utilizando peluches para representar glóbulos y plaquetas. "Hice acopio de paciencia para no incrustárselos de peineta", ironizó. "Pensaba que así minimizaba el daño físico que yo estaba padeciendo, pero lo único que hacía era infantilizarme."
"El paciente sufre, no combate"
Úcar propuso volver al sentido original del término “paciente”: “Viene del latín patiens, que significa quien padece, quien soporta, quien sufre.” En su opinión, el lenguaje médico y mediático debería adoptar un tono “sereno y riguroso, ni belicista ni infantil”.
También cuestionó la tendencia a emplear diminutivos o perífrasis como “enfermedad larga” o “malita”: “Dan ganas de saltar a la yugular”, comentó con humor. “Si hablamos de cáncer, digámoslo con propiedad. Igual que decimos infarto o sida, digamos cáncer de páncreas, cáncer de colon o el que sea, sin necesidad de esconderlo.”
"El lenguaje no debe culpar al enfermo"
En el tramo final de la entrevista, Rafa Latorre apuntó a la carga moral y emocional que a veces se proyecta sobre los pacientes, cuando se asocia la actitud positiva con la curación o se sugiere que la falta de ánimo influye en el desenlace. Úcar estuvo completamente de acuerdo: "Si al final te mueres, ¿entonces no has tenido buena actitud? ¿No has luchado suficiente? Es un disparate cruel. La enfermedad no es un castigo divino ni el karma. El cuerpo está enfermo, y ya está."
Para Úcar, tanto oncólogos como comunicadores tienen una enorme responsabilidad: “Nunca se debe estigmatizar. El papel del lenguaje es acompañar, no exigir heroicidades.”
