Día nueve de la invasión. Las tropas rusas siguen ganando terreno sobre todo en la zona sur del país, allí han ocupado la ciudad de Mykolaiv, la más grande hasta ahora con 50.000 habitantes. Pero toda la atención se ha puesto en la central nuclear de Zaporiyia, la más grande de Europa. Bombardeada y en manos rusas desde esta mañana. La agencia mundial de la energía atómica, afortunadamente tranquiliza.
Los reactores intactos y sin rastro de escape radiactivo. A pesar de ello, el ataque ha encendido todas las alarmas. Zelenski habla de terrorismo nuclear. ¿Se está exagerando la amenaza atómica o el riesgo es real? La OTAN, la ONU y la UE se lo toman muy en serio pero no van más allá de la condena, la solidaridad y las sanciones. Seguimos siendo espectadores. El secretario general de la OTAN descarta poner una zona de exclusión aérea.
No queda más remedio que asumir que hay que evitar el choque armado con Putin, que todo depende hasta donde esté dispuesto a llegar el presidente ruso. En esta estrategia de resignación aceptamos también que el mundo va a peor y será largo.
El ministro Albares adelantando escenario y preparando al personal para lo que está por venir mientras el Gobierno español ya ha enviado el primer cargamento de armas a Ucrania. Poco le ha importado a Sánchez el desmarque de sus socios de coalición instalados en un distorsionado No a la guerra que no distingue entre agresor y víctima. Pero no se ha quedado ahí la ayuda española, la ministra y portavoz Rodríguez que han liberado dos millones de barriles de las reservas de petróleo para enviar a Ucrania.