Un nuevo escándalo político se cierra sobre el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), tras las revelaciones publicadas por el diario El Mundo y El Confidencial, en las que se acusa a Leire Díez, militante del partido y ex alto cargo en empresas públicas, de participar en una operación encubierta para desacreditar a la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil.
El titular que encabeza la portada de El Mundo lo resume todo: "Los de arriba del Gobierno quieren atacar a la UCO". La frase, atribuida a Díez durante una conversación con el comandante Rubén Villalba —guardia civil implicado en el caso Koldo—, sugiere una supuesta operación política para socavar a la unidad policial que investiga delitos de corrupción que salpican al entorno del Gobierno.
Las conversaciones grabadas y difundidas por los medios apuntan a que Díez, lejos de actuar como periodista o investigadora, habría estado trabajando como "fontanera política" del PSOE, con el objetivo de "destruir civilmente" a miembros de la UCO, entre ellos el teniente coronel Antonio Balas, jefe de Delitos Económicos.
Al contrario de lo que podría pensarse, Leire Díez no es una militante de base. Su historial revela un paso por cargos estratégicos: fue directora de comunicación de Enusa (Empresa Nacional del Uranio) y más tarde trabajó la Dirección de Relaciones Institucionales, Filatelia y Futuro en Correos. Ambos puestos fueron obtenidos bajo Gobiernos del PSOE, y ambos dependen de círculos cercanos al presidente Pedro Sánchez.
Además, las fotografías que han salido a la luz muestran a Díez posando con figuras destacadas del partido: desde el propio Sánchez hasta su esposa Begoña Gómez, pasando por Patxi López, quien ha sido uno de los pocos dirigentes que ha reconocido públicamente conocerla y ha calificado de "rechazables" las declaraciones filtradas.
El mismo día en que estalló esta tormenta, el secretario de Estado de Seguridad, Rafael Pérez, presenta su dimisión alegando "motivos personales". Pérez es la mano derecha del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, y su salida —sin explicación más allá de la fórmula habitual— coinciden con la divulgación de audios que afectan directamente a la cúpula del Ministerio.
La coincidencia temporal levanta sospechas sobre un intento de tapar tensiones internas o incluso evitar una conexión más directa con el escándalo. "Motivos personales", suena una cortina de humo, comentan analistas políticos.
De acuerdo con la información de El Mundo, Leire Díez se habría reunido con Rubén Villalba para proponerle un trato: su ascenso a cambio de "desmontar la Guardia Civil" desde dentro. La supuesta finalidad sería eliminar a los investigadores que afectan al PSOE en causas judiciales. En los audios, Díez insiste en que "quieren invalidar los procesos judiciales por todos los medios" y habla de hacer una "limpieza".
En otro audio difundido por El Confidencial, Díez le ofrece al empresario imputado Alejandro H. —vinculado al caso Hidrocarburos— un encuentro con la Fiscalía a cambio de munición contra la UCO. "No es para que tomes una cerveza", aclara ella con tono descarnado.
Desde el PSOE, la estrategia ha sido clara: desmarcarse. A excepción de Patxi López, ningún dirigente ha salido a condenar con firmeza el contenido de los audios. Se insiste en que Díez "actuó por cuenta propia" y que "no representa al partido".
El ministro Marlaska ha querido salir al paso para respaldar a la Guardia Civil y asegurar que la UCO cuenta con su "máxima consideración". Pero en el ambiente político y mediático flota la sensación de que la respuesta institucional es insuficiente y que hay un intento de minimizar el impacto.
Desde el Partido Popular, la reacción ha sido tajante: "Esto es mafia pura", declaró un portavoz del PP, que exigió la apertura inmediata de una investigación formal y la expulsión de Díez del partido.