La llegada del fin de semana se celebra en las ondas con sintonía alegre y un tono tan relajado como cargado de opinión. En esta última entrega de la tertulia radiofónica 'Un segundo en el metaverso', varios colaboradores se dieron cita para conversar sobre cine, memoria cultural, política y, cómo no, toros. Entre bromas, críticas y elogios inesperados, emergió un nombre que dominó el eje de la conversación: Mariano Ozores.
Pedro Narváez abrió la sesión comentando su entusiasmo por la temporada taurina, mientras denunciaba el trato "indignante" al torero Morante por parte de la presidencia de Las Ventas. Sin transición evidente, el debate derivó hacia temas culturales, especialmente cinematográficos, a raíz del fallecimiento del director Mariano Ozores.
José Antonio Montano aprovechó el momento para reflexionar sobre el fenómeno de reivindicar a Ozores con fervor casi académico: "Se le está empezando a tratar como si fuera Ingmar Bergman", ironizó, advirtiendo contra la exageración de quienes antes despreciaban su cine. Montano defendió, eso sí, el derecho a disfrutar tanto del cine ligero como del cine de autor, lanzando un dardo a quienes ven en el disfrute de directores como Rohmer un acto de esnobismo.
A este enfoque respondió Pedro Narváez con vehemencia: "Pues me voy a adornar con Mariano Ozores esta noche", reivindicando el valor cultural y sociológico de sus películas. Para él, Ozores retrataba con mayor fidelidad la España real que muchos otros cineastas encumbrados. En comparación, aseguró, Pedro Almodóvar representa “la España que quería ser”, una visión más artificial y sofisticada.
El debate se tensó —y enriqueció— al señalarse cómo Ozores abordaba de forma directa y popular temas como la corrupción o el despertar sexual de una España en transformación. Un ejemplo citado fue su comedia ¡Que vienen los socialistas!, título imposible hoy en una cinematografía nacional que, según los tertulianos, evita retratar directamente el contexto político actual, especialmente el protagonizado por el PSOE y el "sanchismo".
El programa también dejó espacio para una crítica estilística y de fondo al cine de Almodóvar. Se le acusó de haber perdido el contacto con la realidad del país, caricaturizando en exceso a sus personajes femeninos y repitiendo fórmulas. "Asume un punto de vista femenino que en realidad es masculino disfrazado", dijo uno de los contertulios, apuntando que la supuesta sensibilidad del director manchego con las mujeres es en realidad una exageración de sus estereotipos.
Entre risas, bromas y anécdotas, se tejió una crítica ácida pero lúcida sobre la evolución del cine español y su desconexión con el país real. Para algunos, Ozores merece una revisión menos condescendiente y más seria. Para otros, lo preocupante no es la reivindicación de su cine, sino que se haga a costa de la memoria de otros autores o desde una superioridad intelectual mal disimulada.
La tertulia se cerró con una reflexión irónica: "No hay nada más parecido al sanchismo que una comedia de Mariano Ozores". Quizás, en el fondo, se trataba menos de elegir entre Ozores y Almodóvar, y más de reconocer que el cine —como la política o el humor— nos revela más de lo que somos que de lo que quisiéramos ser.