Hay una cortesía elemental por la que el derrotado de unas elecciones debe conceder la victoria. Esto suele ayudar a que el clima en el que se produce la transición sea más tranquilo. Cuando el derrotado lleva toda la campaña sembrando dudas sobre el resultado, ya no es una cuestión de cortesía sino algo más grave.
Jair Bolsonaro lleva toda la tarde en el Palacio de Plan Alto, en Brasilia, y todavía no ha reconocido la victoria de Lula da Silva. Dicen los medios brasileños que varios de sus ministros han intentado convencerle de que lo haga, han intentado disuadirle de que conduzca al país a una doble legitimidad, que es una de las peores crisis a las que se puede enfrentar una democracia.
Hoy, día después de unas elecciones con un resultado al filo de la navaja, hay convocadas protestas, algunas de ellas mantienen paralizadas las carreteras de 13 estados. Son camioneros partidarios de Bolsonaro que no están dispuestos a la alternancia. Leo este titular en O Globo: Callado y abatido. Bolsonaro está siendo aconsejado para que no se pronuncie sobre Lula. Por el momento, apagón. Ni un hilo de voz, ni pío en las redes sociales.
Se supone que esta tarde ya deberían estar presentadas las enmiendas del PSOE a la Ley Trans. Lo sustancial de sus correcciones al texto se lo adelantábamos al viernes. Reconoce y asume la autodeterminación de género, pero lo limitaría para los menores de 16 años. Entre los 14 y los 16 años no bastaría con el permiso de los padres para el cambio de sexo sino que se precisaría de la intervención del juez. También se distinguiría entre la violencia de género y la violencia intergénero, no serían violencias equiparables.
El PSOE está tratando de cerrar una crisis interna que ha desgarrado el partido. ¿Cómo? Por un lado con estas enmiendas, que suponen una concesión indudable por parte de las feministas. Por de pronto, asumirían la autodeterminación de género. Y Carmen Calvo hace suyas las enmiendas, o sea que también hace suyos los artículos que no serán enmendados, o al menos eso cabe interpretar de sus palabras de hoy desde Córdoba.
La otra forma de sellar la crisis consiste en archivar todas las peticiones cruzadas que se han hecho las y los socialistas de un lado a otro de la trinchera, de lo queer a las feministas. No serán por tanto expedientadas ni Carmen Calvo, ni Ángeles Álvarez ni Amelia Valcárcel por sus críticas a la ley, pero tampoco Víctor Gutiérrez, secretario LGTBI del partido, por sus palabras contra Carmen Calvo.
El problema ahora es que las enmiendas presentadas no convencen ni al activismo trans. Ya veremos si Podemos se aviene a negociarlas, pero Uge Sangil es presidente de la Federación Estatal LGTBI.
Estamos en plena escritura de relato del naufragio: ¿por qué fracasó un acuerdo que ya estaba casi cerrado? La versión que ha impuesto Moncloa con su arrasadora artillería retórica es que si el CGPJ no ha sido renovado todavía sería porque Feijóo es un títere en manos de poderes oscuros de la derecha que trabajan para impedir cualquier acuerdo con Pedro Sánchez.
Feijóo sería un líder duro porque es demasiado blando. Esta es la paradoja. Le acusan de hincar la rodilla antes unos poderes oscuros de la derecha. Bueno, por ser más concretos, le acusan de haber sido doblegado por Isabel Díaz Ayuso. Tal es la obsesión que tienen con la presidenta de la Comunidad de Madrid que la van a hacer Emperatriz de Lavapiés, como dice el chotis. Está engrandeciendo su figura hasta extremos un poco caricaturescos. Sólo Soros en la mentalidad de Vox tiene más poder. Según Vox, el mundo lo gobierna Soros, según el PSOE Isabel Díaz Ayuso.
Unas horas antes de ese Consejo de Ministros tras el que hablaba Isabel Rodríguez, Esteban González Pons daba su versión de lo ocurrido en Más de Uno con Carlos Alsina.
La historia que cuenta Pons es que el Gobierno quebró la confianza en la negociación en este punto exacto: les habían asegurado durante días que no habría un cambio en el delito de sedición. Esto exigía incluso denigrar las informaciones publicadas en El País, en portada, bajo un titular que rezaba: El PSOE se abre a rebajar a la mita la pena por sedición. La redacción y publicación de esta noticia sería, según le aseguraba Bolaños a Pons en privado, periodismo de autor.
El periodismo de autor es una forma refinadísima de referirse a una trola. A una fantasía. Yo, me van a permitir que lo dude. Porque cien veces quien firma esa noticia, Carlos Cué, habrá adelantado los planes del Gobierno y cien veces se habrán confirmado. O sea, se le puede acusar de otra cosa. Habitualmente se le acusa de ser un BOE adelantado, ahora… que se lo inventa El País… eso habría que descartarlo por completo.
Otra cosa es que el Gobierno quisiera mantener la discreción sobre sus acuerdos con Esquerra para aprobar los Presupuestos, porque son conscientes de lo difícil que sería hacer equilibrios con Esquerra en un lado y el PP en el otro y al final se ha descalabrado. González Pons incluso se comprometía a enseñarle a Alsina en privado el compromiso escrito por Félix Bolaños de que no habría una rebaja de las penas por sedición.
Y hay otra subtrama muy interesante en esta historia… la de los jueces del Gobierno.