Ha sido una entrevista largamente esperada la de Pedro Sánchez con Alsina y como suele ocurrir en estas ocasiones, cuando se convocan tantas expectativas, lo más comentado de la conversación es algo imprevisto. Esta teoría sobre la nueva crisis de los 40 que ha apuntado el presidente del Gobierno cuando Alsina le ha pedido una evaluación del desempeño de su ministra de Igualdad Irene Montero.
Hoy sabemos que Sánchez tiene amigos de mediana edad, de su generación, vamos, que se encuentran incómodos con el retrato que hace de los hombres Irene Montero. Este es un asunto delicado para el PSOE porque esta será una legislatura recordada también por la fractura que provocó en el movimiento feminista que la visión de Montero se convirtiera en la predominante en el gobierno. Podemos no consiguió el CNI como reclamaba Pablo Iglesias pero consiguió del PSOE la cesión de las competencias de Igualdad y el resto de la historia es bien conocido, incluido el error reconocido por el presidente de la ley del sólo sí es sí. Un error que ha propiciado más de mil rebajas penales a violadores y pederastas, un error que motivó una contrarreforma con los votos del PP, un error hoy asumido pero del que nadie se hizo responsable como es debido: porque nadie dimitió por ello y nadie fue cesado por ello.
Renegar de Montero se ha convertido casi en un rito de paso preelectoral en la izquierda
La verdad es que renegar de Montero, de sus formas y de sus contenidos, se ha convertido casi en un rito de paso preelectoral en la izquierda, casi como un trámite más para la presentación de una candidatura.
Vetada por Yolanda Díaz, sin un puesto en las listas ha decidido responder de forma escueta con la fotografía de una pancarta en una manifestación feminista que dice: «Disculpe las molestias, pero nos están matando».
Las incomodidades de los amigos de mediana edad del presidente están siendo muy comentados. Lo cierto además de un puñado de jugosos titulares, la entrevista ha permitido advertir cuál será el tono de la campaña socialista. Desacreditar a los medios críticos, advertir del peligro de que la ola reaccionaria que surfea Feijóo ponga en riesgo los logros sociales e incluso los económicos y una auto vindicación constante que ignora o pretende hacer que ignoremos algunos hechos indiscutibles. Como la sociedad estable con Bildu durante toda la legislatura.
No fue una de esas entrevistas que empiezan muy amables, tratando de que el entrevistado se vaya encontrando cómodo.
Y Alsina ha pasado a enumerar algunas de las mentiras desde los indultos, hasta la colonización de las instituciones o el sistema de elección de los jueces. Esto ha permitido conocer cómo denomina el presidente Sánchez a la mentira siempre que sea la mentira propia.
Pedro Sánchez tenía un interés especial en rebajar la importancia de Bildu como socio del Gobierno
Hoy por ejemplo Pedro Sánchez tenía un interés especial en rebajar la importancia de Bildu como socio del Gobierno. Este va a ser un empeño sostenido durante toda la campaña, porque es evidente que fue uno de los motivos por los que el divorcio de Pedro Sánchez de la opinión pública se nos aparece como irreparable.
Negar la relación privilegiada con Bildu supone asumir una nueva contradicción, pero ese no parece un problema para Pedro Sánchez.
Ambas afirmaciones pueden ser torticeras, porque lo cierto es que a Bildu el Gobierno le ha dispensado un trato de socio preferencial y que hubo negociaciones con sus contrapartidas y una indudable proyección nacional con acciones muy concretas como la presentación de la ley de vivienda. En cambio, a su derecha, Pedro Sánchez siempre ha reclamado un apoyo sin condiciones bajo el chantaje de hacerse cargo de la consecuencias de tumbar un decreto o una ley.
Uno fue un socio, el otro un tablón salvavidas, el último refugio de la razón de Estado pero siempre como parte pasiva, jamás como un interlocutor al que reconocerle la disposición al pacto. Lo cierto es que sobre la deslealtad de la oposición se ha vertido tinta amarga en los medios afines. Ahora resulta que ha sido un apoyo parlamentario aún más leal que aquellos que recibieron el trato de socio prioritario.
Hoy por ejemplo era una buena ocasión para mostrar gratitud por el hecho de que los populares barceloneses de Daniel Sirera le dieran su apoyo al socialista Jaume Collboni y lo convirtieran en alcalde de Barcelona, nada menos. Aunque ojo, que Collboni ahora no descarta en La Vanguardia meter a los comunes en su gabinete consistorial. Sería desde luego una jugada bastante sucia… por cuanto era la única condición que ha puesto Sirera.
Hoy el presidente del Partido Popular ha presentado su decálogo de Gobierno, sería un plan urgente para los 100 primeros días de su mandato, en caso de que consiga ser investido y se mude al palacio de La Moncloa. Se resume en menos impuestos, una rebaja fiscal para las rentas medias y bajas, una revisión de todas las leyes aprobadas con el apoyo de Bildu, la retipificación de la sedición en el Código Penal y una nueva ley orgánica del Poder Judicial se entiende que para que los jueces tengan más peso decisorio en la elección de su órgano de gobierno. Y también el compromiso de que no va a dar un paso atrás en la protección de las mujeres víctimas de la violencia machista.
Una vez constituidos los ayuntamientos, continúan las negociaciones para la formación de los gobiernos regionales. Como anunciábamos la rapidez y generosidad del acuerdo con Vox en Valencia ha elevado la puja. Vamos, que Vox no renuncia a entrar ni en el gobierno de Murcia, ni en el de Baleares, ni tampoco en el de Extremadura.
El problema no es únicamente la onerosa negociación valenciana
El problema no es únicamente la onerosa negociación valenciana. Es que además algo ha ocurrido en Vox y es palpable en sus listas electorales. Han sido relegados algunos perfiles más centrados en lo económicos de perfil más posibilista y parece que del proceso de elaboración de listas ha resultado victorioso el sector más duro, el antiglobalista, el proteccionista, el más delirante, este de Buxadé. El más lepenista. Bueno, basta ver cómo ha arrancado la campaña, con un cartelón en el centro de Madrid que no se lo pone nada fácil a Feijóo.
En Extremadura ya ha rechazado la propuesta remitida por María Guardiola, que le ofrece la presidencia de la asamblea regional, pero Vox quiere entrar en el ejecutivo, de manera que es probable que se oponga en la primera sesión a la que Guardiola se presente para ser investida. El documento que ha presentado el PP de Extremadura propone una serie de puntos.
Pero claro, no es suficiente para Vox, que pide una cuota en el gobierno en aplicación del algoritmo Carlos Mazón. Veremos si llegan a la repetición de elecciones o una de las partes cede antes. Lo mismo en Murcia donde López Miras solo está a dos escaños de la mayoría absoluta