Unidos por la campechanía, la suya es la historia de una relación muy televisiva. La cosa funcionaba más o menos así: Miguel Ángel Revilla era recibido en audiencia por el Rey Juan Carlos, salía, se iba a la televisión y lo contaba todo. El presidente de Cantabria era entonces como un fosfeno. ¿Saben lo que es un fosfeno? Es esa forma que ve el ojo ahí suspendida. O sea, que hubo un tiempo en que uno apagaba la tele y seguía viendo a Revilla, ahí suspendido como un fosfeno. Tal era su persistencia bajo los focos.
La historia ha terminado mal. Porque después de muchas audiencias y andanzas, tras su abdicación, Juan Carlos dejó de ser Rey y Revilla siguió siendo un fosfeno en los ojos de los españoles, porque seguía saliendo todo el día en la televisión en su calidad de cuñado clase superplus. Como los personajes mediáticos han de renovarse para sobrevivir en los platós, Revilla renegó del emérito y lo hizo en los términos más amargos.
Ahora le ha demandado. El emérito a Revilla. No es que le pida mucho pero es el epílogo de una historia que siempre tuvo algo de cómico. El Rey Juan Carlos I ha pedido al bufete Novalex, el mismo que lleva los asuntos judiciales de Alberto González Amador, novio de Isabel Díaz Ayuso, que interponga una demanda contra quien fuera presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla. Según explican en una nota de prensa, estas acciones judiciales tienen lugar por los comentarios calumniosos "empleando expresiones injuriosas, difamantes y oprobiosas que lesionan su derecho fundamental al honor". Así que Revilla habría pasado de la indiscreción a la calumnia.
La Casa del Rey se ha desvinculado, una vez más, de las decisiones de don Juan Carlos. Esto es cosa suya y por tanto nada tiene que decir La Zarzuela.
Los jardines en lo que se mete el Gobierno son frondosos, selváticos. Miren, si a un Gobierno en este momento no le interesa liquidar o erosionar el principio de la presunción de inocencia es al Gobierno español. ¡Si se pasa el día pidiendo las pruebas de todas las acusaciones que pesan sobre sus miembros!
El caso del ministro 23, que es Álvaro García Ortiz, es ejemplar. En realidad nadie se atreve por puro pudor a hacer un alegato en su defensa. Se limitan a decir que no se puede probar que él pusiera a la Fiscalía en una operación política para destruir a Ayuso.
Qué decir de Aldama y de los pisos a los que él llevaba, como dice, señoritas. ¿Si una de ellas dice que estuvo allí con un ministro, también pesará más su testimonio en calidad de mujer joven contra la presunción de inocencia de un poderoso?
En fin, hoy el CGPJ en pleno, por unanimidad, ha defendido a los magistrados (tres mujeres y un hombre) que decidieron absolver a Dani Alves frente a los ataques de la vicepresidenta María Jesús Montero. Dicen que el CGPJ responde a Montero y dice que el apoyo a las víctimas "no implica renunciar a la presunción de inocencia". Ha aprobado por unanimidad una declaración institucional donde recuerda que el apoyo a las víctimas "no implica a renunciar a la presunción de inocencia, que es un derecho fundamental".
Esto dicen por unanimidad los vocales del CGPJ. En el Consejo de Ministros también se sientan algunos jueces. Quizás ya ni se acuerden de su condición, porque el ministerio suele favorecer la amnesia. Ahora bien, se ve que lo pasan mal cuando les preguntan.
Por ejemplo, Fernando Grande-Marlaska. Hoy ministro de Interior. A ver, Marlaska no se habrá leído la sentencia, porque uno puede estar de acuerdo o no, pero lo que no puede decir es que los magistrados no han explicado su decisión. No puede decirlo. 50 folios de explicaciones.
El otro selvático jardín en el que se ha metido es en el de la educación privada. Sobre todo por la agresividad y el estilo maniqueo con el que lo han expuesto. Y porque francamente no parece que Pedro Sánchez sea la persona a la que más le interese el debate sobre los chiringuitos universitarios, porque sobre él y su mujer pesa la razonable sospecha de una carrera académica fabricada artificialmente y eso es lo que hoy utilizan contra él sus adversarios políticos.
Isabel Díaz Ayuso ha ido algo más lejos, pero Alberto Núñez Feijóo también ha querido recordar el currículum de Sánchez: una carrera de economista forjada en el prestigioso centro privado universitario Maria Cristina de El Escorial. Y antes en cole privado. Vamos, que no ha pisado un centro público el hombre ni por error.
Pero esto no deja de ser un argumento ad hominem. Al fin y al cabo incluso el menos indicado para hablar puede tener razón en lo que dice. El problema es que lo han planteado de una forma tan grosera, desafiante y populista que solo sirve para incendiar un poco el debate.
Primero porque el verdadero problema de España es la educación secundaria, porque a la universidad llegan verdaderos náufragos de un sistema educativo sin selección ni excelencia que no dota de las competencias básicas para enfrentarse a la vida adulta.
Quizás sea eso lo que interesa a las privadas de excelencia para que nada lesione su prestigio, pero esto va de otra cosa y de ahí que el principal problema sea que el informe con el que se aprobarán los requisitos de los nuevos centros desprende un inevitable tufo político.
