Ya que estamos con el lenguaje bélico, que Grande Marlaska es el escudo humano de este gobierno es un lugar común, pero todo debería tener un límite. Lo digo porque en el dramita de las balas israelíes, en realidad el gran fallo de Grande Marlaska es no revelarse, decir basta y dimitir antes de asumir esta nueva humillación.
Por supuesto que Interior compró 15 millones de balas a una empresa israelí, pero es que son las que sirven como munición para unas pistolas que habían adquirido anteriormente para las Fuerzas de Seguridad. ¿Qué hacemos? ¿Tiramos también las pistolas?
Uno lee la prensa y Grande Marlaska, parece San Sebastián, asaetedo a entrecomillados anónimos cuya trazabilidad es muy fácil de seguir y conduce a Presidencia del Gobierno. Incluido un muy hiriente editorial de El País. De verdad que da la impresión de que Marlaska aguanta lo que echen.
Allá él, pero esto trasciende a Marlaska. El problema de hacer un sacrificio público de un ministro es que los socios se envalentonan y el contratito de seis millones es apenas una anécdota. Ahora Izquierda Unida reclama hacer una auditoria de todos los contratos de Interior y Defensa.
¿Van a desmantelar el sistema defensivo español para darles satisfacción? Porque la tecnología israelí es una dotación esencial de la seguridad española. ¿Y qué hacemos con los más de 40 contratos que se han suscrito desde el comienzo de la guerra en Gaza con empresas israelíes por más de 1000 millones de euros? Esos contratos están en la plataforma, ¿los van a suspender unilateralmente? Porque una cosa es pagar una penalización por un contrato de seis millones de euros y otra son 1000 millones en contratos
Izquierda Unida, henchida por el éxito de su dramita, se ha fijado un objetivo más ambicioso, que es auditar todos los contratos de Defensa y de Interior. Va a quedar una España hare krishna, como sigan rescindiendo contratos para el abastecimiento de las Fuerzas Armadas y las Fuerzas de Seguridad.
Lo más importante es preservar el fin superior, que es que Pedro Sánchez mantenga su Gobierno, y no puede permitirse ni una deserción.
El Partido Popular ha acudido al Tribunal de Cuentas para dirimir las responsabilidades de una de las operaciones más ridículas del Estado en estos tiempos recientes. Porque la empresa israelí a quien se le compraron las balas va a cobrar los 6 millones de euros que estipula y España no va a contar con la munición. Una vez más son los españoles los que pagan la factura para costear la necesidad política de Pedro Sánchez, que esta vez es satisfacer a Izquierda Unida. Alberto Núñez Feijóo considera que esto no sólo es un disparate sino probablemente una vulneración de la ley.
El Gobierno está en modo sálvese quien pueda. Izquierda Unida y Sumar reivindicando su triunfo y tratando de apropiarse la desautorización de Marlaska para utilizarla en su batalla contra Podemos. En cuanto a los ministros socialistas, ya cada uno tiene bastante con lo suyo para solidarizarse con Marlaska. Ahora, un rapto de mala conciencia le habrá dado a Óscar López que hoy ha dicho que Marlaska no sólo es el mejor ministro del Interior sino una excelente persona.
Desde luego es el ministro que todo presidente desearía. Porque es capaz de deglutir los más carnosos y viscosos sapos si las circunstancias lo exigen. Y así, con este contrato de 6 millones de euros que es una minucia en el marasmo milmillonario de los contratos que España ha suscrito con Israel. Por cierto, que el gobierno de Israel señala que Sánchez está anteponiendo la política a la seguridad de los españoles y esto nadie podrá negarle la razón.
Hablando de los Sánchez, hoy el Sánchez músico ha vuelto a sentarse ante la juez. Su primera declaración ante la magistrada Beatriz Biedma deparó uno de los momentos más hilarantes de la reciente historia judicial española. Porque cuesta creer que una persona acuda a testificar sin prepararse siquiera las preguntas más imprevisibles, como por ejemplo, ¿en qué consistía el puesto en el que supuestamente lo enchufaron?
Hoy al menos sí consiguió esbozar una explicación. Dijo que la Oficina que no supo ubicar en su primera declaración era un paraguas para nuevos talentos. El hermano del presidente del Gobierno ha entrado solo, sin su abogado, que accedió antes para estar presente en la declaración de la primera testigo -una de las once aspirantes a su puesto, Cristina Frutos, directora de orquesta -, que comenzaba a las 9.00 horas.
Esta señora, Frutos, aspiraba al puesto, pero como otros candidatos sabían que estaba adjudicado al hermanísimo. Que, por cierto, para la fecha en que le fue confirmado ya se había buscado piso en Badajoz. Sin duda en un gesto de confianza total en sus posibilidades…
