Han transcurrido unas horas desde que Pedro Sánchez convocara las elecciones para el 23 de julio y ya hay algunas certezas. La primera puede ser sorprendente para quien no conozca a Sánchez, porque estas son unas elecciones convocadas contra su partido. De ahí que los que se han quedado estupefactos sea los propios socialistas.
Basta atender, primero al relato que ofrecen los medios oficialistas de cómo se ha gestado la convocatoria. De madrugada, casi en la clandestinidad, desde luego antes de reunir como es preceptivo al Consejo de Ministros, desde luego a espaldas de todos sus barones, en la Moncloa, no en Ferraz.
De madrugada acudieron un puñado de fieles a la Moncloa entre los que se encontraban Félix Bolaños, Santos Cerdán y María Jesús Moreno y a ellos les anunció en secreto que se sometería el 23 de julio al dictado de las urnas. Estas son unas elecciones contra su partido porque se temía una oleada de descontento de todos aquellos que ha perdido su cargo y son miles. Digamos que si el PSOE fuera una empresa, acaba de acometer el mayor expediente de regulación de empleo de su historia. El problema para él es que ahora va a tener que movilizarlos a ellos, a todos aquellos alcaldes, concejales, diputados regionales y presidentes autonómicos a los que antes ha dejado sin trabajo.
Esta campaña va a ser la campaña del miedo
El haber convocado unas elecciones contra su partido, es algo que sorprenderá a quien no conozca a Sánchez, porque su biografía ofrece algunas pistas. Siempre que se ha topado con problemas internos, ha optado por una de esas decisiones que sus pelotas califican como audaces, ya sea montarse en un Peugeot a reconquistar a la militancia, ya sea esconder una urna tras un biombo, ya sea abrazarse a Pablo Iglesias para sellar una coalición que a la postre será su condena.
La otra certeza es que va a plantear no en negativo. Solo le va a faltar el doberman, que en realidad era un rottweiler, de hecho una rottweiler. Presentar a Borja Sémper como el ejemplo de la ola reaccionario ya es algo bastante arriesgado, aprovechar un lapsus en una entrevista para hacer psicoanálisis del PP, suena bastante endeble, pero ya esto de rescatar el Prestige, los hilillos de plastilina y hasta la faja de Fraga, suena bastante desesperado. Pero, claro, esta vez no va a poder utilizar el Consejo de Ministros como plataforma electoral. Ni repartir interrailes o entradas de cine. Esta campaña va a ser la campaña del miedo.
Claro, el ambiente es completamente distinto en Génova, donde hoy han ido los barones a la Junta Directiva Nacional, pero no a pedir explicaciones sino a celebrar la victoria. Se percibe como es normal otra presencia de ánimo en el comienzo de esta precampaña popular. Principalmente porque el mayor problema que tienen ahora sus barones y alcaldes es cómo van a ser investidos.
No se va a alcanzar ni un solo pacto de gobierno hasta que pase el 23 de julio. Todos los barones con una mayoría relativa se van a presentar a una sesión de investidura en sus parlamentos regionales para pedir la confianza de quien quieran dársela. El caso de Cantabria ya está solucionado, porque Miguel Ángel Revilla ya ha confirmado que va a poner los votos del partido regionalista cántabro a disposición de la popular María José Sáenz de Buruaga para que no tenga que depender de Vox
Luego hay otros casos en que hay un plazo para los trámites de constitución de la asamblea y de la investidura. Luego por ejemplo en Extremadura, primero tiene que constituirse la asamblea, eso implica nombrar a un presidente y este luego tiene un mes para convocar un pleno de investidura. Por eso acaba de decir Guillermo Fernández Vara que él no renuncia a competir por la presidencia, a pesar de que no tiene apoyos a priori
Todo queda paralizado, no habrá negociaciones para la formación de gobiernos regionales que lo que va a hacer el PP es presentar a sus candidatos y si Vox los bloquea, invocar el voto útil en las generales y decir que si la gente quiere cambio, lo mejor que puede hacer es votar al Feijóo bueno, son estrategias bien conocidas. En las municipales, todo es más fácil. Porque si no hay acuerdo, gobierna la lista más votada.
Ahora quedan 9 días para integrar a Podemos o lo que queda de ese naufragio.
Alberto Núñez Feijóo también le ha pedido a Ciudadanos que no se presente a las elecciones y Ciudadanos le ha hecho caso. Bueno, en realidad Ciudadanos se ha enzarzado en lo que puede ser la última batalla interna porque el anuncio de que se retiraba de las elecciones se producía antes de haberse tomado por el comité pertinente, entonces la actual dirección salió a desmentirla. El problema es que como nadie sabe cuál es exactamente la actual dirección tampoco nadie sabe quién debe anunciar estas cosas. ¿Quién está al mando? Pues quién sabe. La cuestión es que su rostro más visible y aquel que aún conserva su escaño en un parlamento regional, que es Francisco Igea, está muy enfadado. Porque considera que esta es una rendición que garantiza la desaparición del partido.
Esta es la mejor noticia del día para Alberto Núñez Feijóo, desde luego. Ciudadanos no se presenta, se queda ahí como hibernando y hay otro partido que nace, que es Sumar. Ya ha sido inscrito como un partido instrumental. Ahora quedan 9 días para integrar a Podemos o lo que queda de ese naufragio. El testimonio del día para Podemos es de Hector Yllanes, que fue vicepresidente balear y está bastante estupefacto porque semejante batacazo no ha traído ni una sola dimisión en la dirección.