LAS CLAVES DE LA BRÚJULA

El ambigú: "El placer de las cartas privadas es que, a veces, revelan aspectos perdidos de personajes conocidos"

Espacio de culturilla y espiritismo con alguna excusa de actualidad.

ondacero.es

Madrid |

En el episodio de hoy de "El ambigú", David Mejía, nos deleita con la música de Erik Satie. Considera que la canción Gymnopédie, es una música idónea para la atmósfera de este ‘Ambigú’ en el que habla de cartas.

Hoy se conmemora el 80 aniversario del desembarco de Normandía y hay muchas cartas que pueden leerse en internet sobre aquel acontecimiento. Algunos documentos son "muy conmovedores".

"Como las cartas a casa solían estar censuradas, las familias y amigos de los soldados a menudo desconocían el paradero de sus seres queridos. Sin embargo, las palabras de los soldados transmiten las muchas emociones experimentadas por los hombres que lucharon el Día D. Muchos de los detalles del desembarco sólo fueron conocidos por amigos y familiares mucho tiempo después de terminada la batalla".

Las cartas, más que los diarios nos dan acceso a una realidad muy íntima. El placer de las cartas privadas es que, a veces, revelan aspectos perdidos de personajes conocidos. Aquí, en 1912, Josef Djugashvili, un revolucionario bolchevique de origen georgiano que más tarde adopta el nombre de «Stalin», escribe una carta de amor de apasionados «besos» a su amante colegiala Pelageya. Se han conocido en Vologda, donde Stalin está exiliado, y ella es la amante de uno de los amigos de Stalin. Ella tiene unos dieciséis años y él treinta y cuatro. Le da clases de Shakespeare, arte y filosofía.

Cuando el futuro tirano coge un último tren a Moscú, para desaparecer de nuevo y volver a su trabajo en el submundo revolucionario, compra una postal de la escultura de Rodin El beso, una pareja besándose, y se la envía a Polya.

«Te debo un beso. No te estoy simplemente mandando un beso, te estoy besando apasionadamente. No merece la pena besar de otra manera».

Otra carta que nos trae Mejía es la de Leonard Cohen a Marianne. Tras su ruptura a finales de los sesenta, se casó y se trasladó a Oslo. Muchos años después, en 2016, le diagnosticaron leucemia. Estaba ingresada en el hospital y se esperaba que muriera pronto. El 1 de julio le pide a su íntimo amigo Jan Christian Mollestad que avise a Leonard Cohen, quien, a sus ochenta y dos años, sigue cantando y escribiendo, aunque también está enfermo.

Esa misma noche, Jan envía una carta a Cohen en la que le dice que a Marianne «sólo le quedan unos días de vida» y concluye: «Espero que leas esto a tiempo para llegar hasta ella. Y espero que no pienses que estoy interfiriendo. Sólo le transmito el profundo amor que Marianne siente por ti". Jan no tiene muchas esperanzas de recibir respuesta, pero al amanecer, tras una noche en vela, encuentra esta hermosa carta. Jan se la lee. Marianne muere dos días después, el 16 de julio de 2016. Leonard Cohen murió en noviembre.

«Queridísima Marianne, estoy un poco detrás de ti, lo suficientemente cerca como para tomar tu mano. Este viejo cuerpo se ha rendido, como el tuyo también, y el aviso de desahucio está en camino cualquier día de estos. Nunca he olvidado tu amor y tu belleza. Pero eso ya lo sabes. No tengo que decir más. Buen viaje, vieja amiga. Nos vemos en el camino. Infinito amor y gratitud. Leornard».