La única certeza es que el poder de una potencia nuclear se está resquebrajando y nadie sabe cuál será su futuro. Tres días desaparecido. Vladimir Putin salió del Kremlin el viernes, cuando una columna del siniestro ejército privado de Wagner se conducía hacia Moscú. No se ha mostrado ante los rusos hasta hoy, en que remitido un vídeo enlatado que lo muestra en un acto rutinario de agenda para fingir normalidad.
Pero, cualquier rastro de normalidad ha quedado abolida en cuanto los mercenarios que matan para Rusia en Ucrania se insubordinaron contra su gobierno. Lo que se sabe a esta hora, a pesar de la opacidad tupida de este régimen es que la oferta de inmunidad para Prigozhin era mentira. Al líder de esta empresa de mercenarios que es Wagner le habrían ofrecido para sofocar el motín la cabeza del ministro de Defensa y la retirada de la causa penal contra él. Ambos, ministro y causa, siguen en vigor.
Prigozhin permanece desaparecido y ha remitido un audio en el que parece que quiere templar los ánimos. Ya muestra mucho menos ardor guerrero, lo que demostraría que su rebelión ha quedado sofocada. Dice entre otras cosas, que con su marcha sobre Moscú no pretendía derrocar el régimen de Putin sino protestar por las condiciones en las que sus hombres combaten en Ucrania.
Hoy están reunidos los cancilleres de la Unión Europea, los ministros de Exteriores, en Luxemburgo. No escucharán una opinión demasiado concluyente. Primero porque hay todavía más desconcierto que certezas y luego porque no hay optimismo posible cuando quien se opone al sátrapa es un ejército privado de mercenarios comandados por un neonazi medio loco. Quizás quien ha sido más contundente ha sido el Alto Representante de la política exterior de la Unión Europea, Josep Borrell.
Pedro Sánchez continúa su incansable tour en el que va paseando un victimismo lastimero por todos los medios a los que ha ignorado durante toda la legislatura
Menos de un mes para que los españoles decidan quién será el próximo presidente del gobierno y Pedro Sánchez continúa su incansable tour en el que va paseando un victimismo lastimero por todos los medios a los que ha ignorado durante toda la legislatura. Es un espectáculo curioso el de ver a todo un presidente quejándose del trato que le dispensan los medios y la incomprensión que muestra la ciudadanía de sus políticos. Cualquiera hubiera pensado que esto funciona al revés, pero hete aquí que Sánchez considera que es víctima de todos excepto de sí mismo. Es evidente que si pierde las elecciones ya tiene un diagnóstico. Lo ha arrollado una ola reaccionaria levantada por la derecha político, mediática y económica, que se atreve a criticarle hasta en los programas de entretenimiento.
Es que en los programas de entretenimiento nunca se ha caricaturizado a los presidentes. Nunca hubo un guiñol de Aznar ni Wyoming hizo jamás chistes sobre Rajoy. De verdad que la perspectiva de la víctima para la campaña electoral es algo fabuloso. Quizás lo que le esté ayudando en las encuestas no es este papel de cervatillo herido, del todo inverosímil, como la negociaciones del PP con Vox, con ese punto caótico además en Extremadura.
Algo ha cambiado en Extremadura en apenas un fin de semana. Quizás algo tenga que ver el que María Guardiola ha podido conversar con el resto de dirigentes autonómicos del PP y con la cúpula del partido en la toma de posesión de Ayuso. Quizás entonces, ayudada por algún tracking de urgencia, comprendió que se había colocado en una posición imposible y que de persistir solo podría elegir entre investir a Guillermo Fernández Vara o exponerse al descalabro de una repetición electoral.
A las 23.57. Al filo de la medianoche del domingo. María Guardiola suspendió un acto previsto para hoy en el que iba a pronunciar un discurso ante los dirigentes más relevantes del PP extremeño. Lo ha cambiado por una carta en la que se advierte un cambio radical en el tono con el que se refiere a Vox y no tanto en la propuesta que le traslada.
La frase clave es esta: «Soy muy consciente de que también es imprescindible el respeto, el diálogo y el acuerdo programático con la formación Vox en Extremadura». Ahí está todo. La primera persona, con la que asume el giro después de unos días de actividad mediática frenética en la que se presentó como el baluarte contra el radicalismo de Vox. Hoy lo que dice es que es «imprescindible el respeto y el diálogo». Ahora que la propuesta es la misma que al principio, un acuerdo programático, es decir pactar una serie de políticas y no una coalición que le proporcione a Vox unas consejerías. Sigue ofreciendo lo mismo que es un acuerdo programático, no un acuerdo de gobierno. Esto lo ha ofrecido siempre, por más que se presentara ante la opinión pública como la antipopulista que le cantaba las cuarenta a Vox.
Hoy todos los que elogiaban con arrobo a Guardiola está desencantadas después de haberse golpeado en su descenso del guindo
Hoy todos los que elogiaban con arrobo a Guardiola está desencantadas después de haberse golpeado en su descenso del guindo. Si ella desde el principio hubiera dicho la verdad: que es que no tenía ningún inconveniente en darle la presidencia de la cámara y pactar un programa y que lo que le separaba era la ambición de gobierno de Vox, hoy la carta no sonaría como si reculase vilmente. Pero, da la impresión de que se había envalentonado y de verdad creía que podía forjarse un liderazgo con el que arrasar en una repetición electoral. Y de repente, la epifanía claro, ha visto que probablemente es ahora o nunca y que una repetición electoral iba a desalentar al electorado.
Ahora la presidencia ya está en manos de una socialista y esa ya no va a ser una baza para la negociación. Habrá otras, porque otras de las falsedades de esta historia es que Guardiola le había cerrado a Vox el paso. No. Ya le había ofrecido la presidencia de la cámara y le ofrecerá otros cargos. Hoy, claro, quienes elogiaban su coherencia y lucidez, lamentan su viraje y el PSOE aprovecha para atizarle bien en la voz de Pilar Alegría. En cambio Santiago Abascal celebra el cambio de tono.