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La bolsa de Hong-Kong quiere comprar la bolsa de Londres y ofrece 33 mil millones de euros. Es todo un quiebro de la Historia. Hong-Kong, la antigua colonia, quiere adquirir uno de los emblemas de la antigua metrópoli.
Les une la inestabilidad política, el idioma y más de 150 años de dependencia que comenzó con las Guerras del Opio entre Reino Unido y China, allá a principios del siglo XIX. El emperador chino prohibió el comercio del opio. Este era un producto comercializado por la Compañía británica de las Indias Orientales y suponía una de las mayores fuentes de ingresos de la Corona británica.
Tras destrozar a la flota china, el Reino Unido impuso el libre comercio, incluido el de opiáceos, sentó sus reales en cinco puertos chinos y se quedó con la isla de Hong-Kong hasta 1997.
Ahora, en Hong-Kong, la revolución de los paraguas contra los gobernantes teledirigidos desde Pekín domina el paisaje político mientras en Gran Bretaña los nostálgicos del Imperio conectan con el Brexit. Las dos islas viven en el desequilibrio y en la conmoción. Como dice una de las más antiguas maldiciones chinas: “Ojalá vivas en tiempos interesantes”. Sin duda, estos lo son.