La actividad económica se frena y la inflación se acelera. Este es el principal resumen que se puede hacer de las últimas previsiones del Banco de España.
La economía española crecerá este año un 4,5%, casi un punto menos que el año pasado y la inflación, la elevación de los precios, quedará de media, en el 7,5%.. Esto supone una inflación que duplica las estimaciones anteriores. El dinero, nuestro dinero, vale menos porque los productos que compramos valen más, y no nos llega.
El Gobierno, con Nadia Calviño a la cabeza, afirmaban que el impacto de la guerra iba a ser menor en España que en otros países al ser menos dependiente del gas ruso. Pero al final, España es uno de los últimos países europeos en recuperar el nivel prepandemia, no lo haremos hasta finales del 2023, y somos una de las naciones comunitarias con la inflación más alta.
La inflación no solo llega por la energía
España es uno de los países más dependientes de la energía exterior, el 80% de lo que consumimos. Los precios también se elvan por el encarecimiento de materias primas alimenticias, como el trigo y los metales más caros, clave, como el aluminio, el cobre, el paladio, para las factorías de coches.
En mitad de todo esto Europa sigue discutiendo y detallando el sistema de sanciones energéticas contra Rusia, mientras en España el Gobierno prepara una vuelta de tuerca en el sistema de reclamaciones bancarias. Ha aprobado el anteproyecto de ley para crear la figura del Defensor del Cliente financiero, y sus decisiones serán vinculantes hasta 20.000 euros de reclamación. Una figura que llega en uno de los sectores que acumula más quejas, reclamaciones y litigiosidad. Ahí están las cláusula suelo, los gastos de hipotecas, las hipotecas multidivisas o las acciones preferentes. Y es que cuando hay dinero por medio... ya se sabe.
