Cada cierto tiempo el mundo se ve sacudido por una guerra energética. Y ahora mismo, en este globo terráqueo en el que vivimos estamos en plena guerra gasísitica.
Estamos en la tormenta perfecta, como apuntan fuentes de la Comisión Europea. La recuperación económica tras el parón de la Covid provoca un fuerte incremento de la demanda energética que se une a una traslación de China del negro carbón al menos contaminante gas. Y esto genera tensiones en los mercados internacionales. Todo el mundo quiere más.
Mañana se marcará un nuevo récord en el precio mayorista de la luz, en los 190 euros el megavatio y con picos de 221 euros. El Gobierno insiste en que gracias a sus medidas se ha frenado la evolución, pero el contador, como el algodón no engaña
Hoy el petróleo y el gas dan una tregua en su escalada continua. El petróleo se ha estabilizado en los 78 dólares y el gas ha bajado un 4%. Pero claro, en el último año ha subido un 400 por ciento y todo el mundo quiere más gas.
España también. Mañana, el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, viaja a Argelia para garantizar el suministro. De Argelia llega casi la mitad del gas que consume España. El gasoducto con Marrueco se cortará a partir del uno de octubre y el Mezgaz, el otro gasoducto, el que une directamente Almería con Orán es el cordón que une la luz del salón de casa con los pozos gasísticos del desierto argelino.
A todo esto, por si había poca agitación, el Tribunal de Justicia Europeo anula los tratados agrícolas y pesqueros de Europa con Marruecos. Habrá repercusiones en la pesca y en las relaciones comerciales e internacionales. Al tiempo. Y España en medio y tendrá que buscar aceleradamente nuevas soluciones.
Y por último... Si usted va a viajar en tren que sepa que mañana comienza una huelga intermitente de los maquinistas de Renfe. La compañía ha anulado 900 trenes.
