La factoría de Nissan en la Zona Franca de Barcelona ha pasado de trabajar a pleno rendimiento hace dos años a poner el cartel de 'Se vende'. Y no será porque los trabajadores no han advertido de lo que estaba pasando, una continua rebaja de la producción, con pérdidas de modelos y de horas de trabajo.
Nissan lleva arrastrando desde hace muchos años su propia crisis interna. Hace más de una década Renault salvó a la compañía nipona de la quiebra y se convirtió en su primer accionista con la alianza de la marca del rombo gala con Nissan y Mitsubishi.
Y ahora, como si fuera el Tratado de Tordesillas de las cuatro ruedas, se dividen el mundo. Europa para Renault; Nissan se queda con Asia y América y Mitsubishi, Japón y Oceanía. Lo de Nissan es otro botón de la crisis en las cadenas de montaje. Aquí Charlot también tendría problemas.
No solo afloran las carencias en el sector del automóvil, también nos enfrentamos a otras espantadas, como la de Alcoa, fabricante de aluminio, que amenaza con más de 500 despidos en Lugo o con los recortes de Arcelor, la mayor siderúrgica del mundo y de España.
Además, se acumulan los anuncios de recortes de plantilla en las aerolíneas, como EasyJet, Ryannair o American Airlines. En Bruselas, la Comisión Europea señala que para salir de la crisis y para poder cobrar las ayudas del nuevo Fondo de Recuperación no se podrán revertir reformas y habrá que avanzar con algunas nuevas.
La vicepresidenta Nadia Calviño coge el guante y presenta en el Congreso no una sino seis reformas. Seis pactos: la transición ecológica, en el mercado laboral, I+D, una agricultura más competitiva, emprendimiento y conectividad digital y unos servicios públicos más eficientes. Todo para que nuestra economía entre, tras el Covid, en los Tiempos Modernos.