Los adultos nos esforzamos por conseguir que nuestros hijos reciban una buena educación, ya que la educación es una de las grandes preocupaciones de cualquier padre o madre desde el principio de la vida de un niño. En la medida de lo posible, elegimos un colegio que nos guste y roce la excelencia, en el que nuestros hijos aprendan mucho. Nos preocupamos de apuntarles a clases extraescolares para enriquecer su currículo académico…, pero a menudo nos olvidamos de la vertiente emocional.
Hemos insistido en esta sección que educar no solo implica los aspectos académicos, sino que también debemos ocuparnos del nivel social y emocional de nuestros hijos. Hoy vamos a tratar de analizar cómo podemos fomentar la inteligencia emocional de nuestros hijos.
María Jesús considera que es muy importante trabajar desde pequeños la regulación emocional de los hijos. "Es vital. La inteligencia emocional se puede desarrollar y tanto los padres como la escuela tienen un gran trabajo por delante".
Para ella, los responsables de educar la inteligencia emocional de los niños son tanto la familia como la escuela, "pero muchas veces adolece de falta de planificación. Nos preocupamos mucho de enseñarles a leer, escribir, matemáticas y, sin embargo, no nos estamos preocupando por cómo trabajar esas emociones en nuestro día a día. Ahí sí que es esencial efectuar una intervención planificada, introducir un buen programa de educación emocional. No debemos dejar al azar algo tan importante".
Qué entendemos por Inteligencia Emocional
La psicóloga nos explica que "es la capacidad para pensar y para razonar sobre las emociones que comprende cuatro áreas":
1. La capacidad para reconocer las emociones con exactitud en uno mismo y en los demás. "Es lo que llamamos la percepción emocional".
2. La actitud para generar, utilizar y sentir las emociones y para comunicar los sentimientos, "lo que conocemos como facilitación emocional".
3. La comprensión de las emociones, el hecho de comprender el significado de las mismas, "lo que se conoce como comprensión emocional".
4. El manejo de las emociones, cómo regulamos las emociones, y eso implica modular los sentimientos, manejar la emoción en uno mismo y en los otros, y "es lo que se conoce como manejo emocional".
"La inteligencia emocional engloba todas esas capacidades que debemos desarrollar en la etapa infantil y en la adolescencia. Son una gran oportunidad para anticiparnos, para fortalecer y prepararnos para la vida y proporcionarles la educación emocional que tanto necesitan".
¿Qué pueden hacer los padres? ¿Cuál es el mejor estilo educativo para fomentar las competencias emocionales en los niños?
"No tenemos que esperar a que los niños crezcan y se hagan mayores o a que sean adultos para comenzar la inteligencia emocional. Esto sería un grave error. Las competencias emocionales se pueden trabajar desde el nacimiento y se hallan en la base del funcionamiento del niño y del adolescente. Cuando revisamos los estudios que se han hecho sobre los estilos educativos de los padres, vemos muy claramente que, sobre todo, hay tres estilos educativos":
1. El autoritario, que se caracteriza por una disciplina coercitiva, un alto nivel de exigencia, poca comunicación, poca expresión de afecto.
2. El permisivo, los padres aquí suelen presentar un alto nivel de comunicación, muy afectivos, pero no fijan normas ni límites claros y muestran mucha inconsistencia en la forma de actuar.
3. El equilibrado, que se trata de un modelo en el que las normas y los límites están muy claros, se establecen en función de la edad, los padres muestran firmeza, establecen previamente las consecuencias, pero lo hacen todo dentro de un alto nivel de comunicación y de expresión de afecto.
"Los estudios, lo que han encontrado, es que el estilo que mejor trabaja es el que desarrolla la inteligencia emocional de los niños, es el estilo equilibrado. Y el peor de todos es el permisivo, en el que no saben a qué atenerse, ni qué es lo que va a suceder después, qué es lo que va a ocurrir.
¿Por dónde empezamos a trabajar la inteligencia emocional?
"Debemos ser conscientes en todo momento de los estados emocionales que tienen los niños, tanto positivos como negativos e identificar las emociones y los comportamiento que debemos desarrollar. Y para eso tenemos que trabajar tres áreas: autoconocimiento, control y empatía".
La psicóloga nos explica que el autoconocimiento ·"es el conocimiento de sí mismo y significa conocerse con los propios defectos y virtudes y nos va a ser de gran ayuda un registro sobre los comportamientos de los niños, pero les tenemos que enseñar a que perciban sus emociones, que entiendan sus sentimientos, que sepan lo que está ocurriendo, que aprendan a identificar esas emociones".
"Por ejemplo, en un primer momento es importante que el niño identifique si está enfadado y que pueda verbalizarlo. Después, hay que trabajar el autocontrol la habilidad para controlar las propias emociones, comportamientos, deseos, sin recibir una recompensa inmediata".
Además, considera que "no debemos permitir que el niño canalice su enfado en forma de rabieta o con gritos o con llantos. Debe entender que puede estar enfadado, que en su mundo, en el de sus familiares, sus compañeros y amigos no tienen por qué contarlo. Y que además, este tipo de respuestas, a la larga, puede generarse mucho rechazo social.