El Parlamento Europeo ha aprobado su primer proyecto para legislar la Inteligencia Artificial, que ahora tendrá que negociar la Comisión Europea con cada país miembro. Salió adelante ayer mismo por 499 votos a favor, 28 en contra y 93 abstenciones. El objetivo es potenciar las herramientas de la Inteligencia Artificial, pero sin olvidar que hay que controlar sus posibles riesgos. Por poner un ejemplo: ¿Hasta qué punto se puede utilizar un sistema de identificación facial para captar mis datos en un lugar público, por cuestiones de seguridad del Estado? o ¿hasta qué punto luego pueden coger esos datos para incluirme en una base con un fin que desconozco? Clasificándome por mi raza, mi género, mi orientación política.
Aquí, la UE lo ha querido dejar claro. Cualquier herramienta que se cree con Inteligencia Artificial debe contar con una supervisión humana y debe garantizar la seguridad, la privacidad, la no discriminación y la transparencia, entre muchas otras cosas. Este debate se suma a otro de cómo va a afectar la Inteligencia Artificial al mercado laboral. La Organización Internacional del Trabajo nos ha dicho que lo va a revolucionar todo. Habrá trabajos que van a desaparecer, pero -a cambio- van a aparecer otros. La clave está en sobrevivir a esta transformación.
Miguel Lucas es director de Innovación de LLYC (Llorente y Cuenca) y admite que no es fácil legislar sobre algo que avanza a esa velocidad. Con esa rapidez también dice que están experimentando de qué manera muchos de los procesos que se realizan de manera humana pueden ser reemplazados "de una forma segura, ética y confiable".