OPINIÓN EN LA BRÚJULA

La carta de Ónega a la palabra bloqueo: "Has vuelto a aparecer como destino de este país"

Hoy es uno de los días en que tengo que escribir a una palabra, y esa palabra es "bloqueo". Probablemente la más utilizada en el lenguaje político español de los últimos tiempos. Probablemente también la más odiada y, desde el debate de anoche, la más temida.

ondacero.es

Madrid |

No hay más que ver las portadas de los periódicos de esta mañana, que te utilizaron en todas las combinaciones posibles. Estás es nuestro diccionario desde el pasado mes de abril. Durante ese tiempo has atenazado a nuestros políticos y fue como si los privases de libertad para entenderse.

Has paralizado el gobierno, permanentemente en funciones, la Administración Pública, los Presupuestos, todo aquello que hace que el país funcione con normalidad. Eres el enemigo público número uno, con repercusiones en la economía, en la legislación, quién sabe si en el paro que nos sobresaltó esta mañana, seguro que en eso que Pedro Sánchez reclama siempre, que es el gobierno fuerte. Fuerte o, por lo menos, estable.

Por tu culpa hubo que convocar nuevamente elecciones, y en eso estamos esta temporada. De pronto, los mismos políticos que te alimentaron parecieron conjurarse para desterrarte y con esa esperanza hemos vivido unas semanas.

Hasta que llegó el debate de anoche. Las preguntas iniciales de Ana Blanco y Vicente Vallés iban dirigidas en ese sentido. Pero pasaron las dos horas largas, hablaron los cinco candidatos, y tu antónimo, el desbloqueo, no apareció por ninguna parte. Sánchez no quiere a Iglesias y, aunque lo quisiera, quizá no llegaría para apartarte de nuestra vida. Las derechas, según las encuestas, todavía no suman.

Casado rechaza la gran coalición. Y Sánchez, desesperado, lanzó la última propuesta: que dejen gobernar a la lista más votada.

Y ahí estás otra vez. Has vuelto a aparecer, bloqueo, como destino de este país, como si fueses una maldición. Si los partidos y sus líderes no pueden contigo, es que debes ser una maldición. Fracasada la política, me encomiendo a la Divina Providencia. Voy a proponer que se hagan rogativas como las que se hacían contra la sequía. Voy a llamar al Vaticano a pedir un exorcista. A ver si él consigue expulsarte del sufrido cuerpo de la política nacional.