OPINIÓN

La carta de Ónega: "Cuesta tropecientos trámites abrir una empresa, y un minuto presentar un ERTE que afecta a miles de familias"

Y buenas noches, ERTE. Sois las cuatro letras de unas siglas que vive Dios que vais a ser tristemente populares. En plural, ERTEs, Expedientes de Regulación Temporal de Empleo.

Fernando Ónega

Madrid | 16.03.2020 23:29

Hoy os habéis inaugurado con solemnidad. A lo grande, para que se sepa y tenga resonancia. En Barcelona, la Seat, cierre temporal completo. 14.800 trabajadores que dejan de trabajar hasta que el virus les permita volver. En Burger King, anuncio de otro: 14.000 empleados. IAG, tan directamente castigada por la consigna de MeQuedoEnCasa, la limitación de vuelos y el control y cierre de fronteras, también se anuncia suspensión de empleos.

¡Qué velocidad, ERTES! ¡Qué presteza! ¡Qué diligencia! Corréis más rápido que el virus. Ni 24 horas habéis dejado en esta primera jornada laboral de la alarma declarada. Parece que estabais esperando que se abriera la ventanilla para decir aquí estoy y estos son mis papeles. ¡Dios mío! Cuesta tropecientos trámites abrir una empresa en España, pero cuesta un minuto presentar una regulación de empleo que afecta a miles de familias.

Si en Seat calculamos tres personas por unidad familiar, hoy más de 44.000 mil personas saben lo que es estar todos en casa. Para mañana, para pasado, para dentro de una semana, el cálculo es imposible. Todo muy lógico, expedientes temporales. Si están cerrados los puestos de venta y los concesionarios, ¿para qué fabricar nada? Si el país está paralizado en espera del milagro, ¿cómo va a haber ninguna actividad? Os escribo esta carta, ERTES, la noche anterior al Consejo de Ministros. Mañana, a esta hora, ya se habrán batido el cobre los de Unidas Podemos, el ministro Escrivá y la vicepresidenta Calviño.

Ya sabremos, por segundo día, si habéis corrido más o menos que los contagios. Y ya sabremos si en las arcas públicas hay tanto dinero. Dinero para vosotros. Dinero para la asistencia social. Créditos para la liquidez. Dinero para la comida y la habitación de los sin techo. Y de los 19 millones de afiliados a la Seguridad Social, os empiezo ver a la mayoría en la ubre del Estado. Tiembla la Hacienda Pública. Tiemblan las cifras del déficit. Y un fantasma recorre España: el incierto, pero temible, número de pequeñas empresas con ERTES que nunca volverán a abrir.