Opinión en la brújula

La carta de Ónega al ladrón que fue a robar mientras su mujer daba a luz

El destinatario de mi carta no es ningún gobernante de los que están ahí, en la Cumbre del Clima. Tampoco ninguno de los científicos que nos meten el miedo en el cuerpo. Ni siquiera una de esas empresas que se proponen terminar las emisiones incluso antes del 2050. Ah, y tampoco a ningún político de la investidura, que uno llega muy harto al jueves. Le escribo a un ladrón cuyo nombre lamento desconocer, pero es paisano y vecino de la localidad coruñesa de Ames, si no tengo mal entendido.

Fernando Ónega

Madrid | 12.12.2019 23:21

Es que tiene su historia: su señora esposa se puso de parto; él, servicial como corresponde a sus educadas costumbres y al emocionante momento, la llevó al hospital. Una vez instalada, el bondadoso marido decidió que había actividades más entretenidas que asistir al nacimiento de su hijo y se dijo: voy a ver si robo algo.

Y, como casualmente llevaba un cuchillo lo utilizó en unas oficinas, agredió a una trabajadora y le robó 400 euros y el móvil de alta gama. El dinero no es mucho, pero para el tiempo de un parto no está mal. El teléfono vale bastante más, y no es mal resultado para un garbeo mientras tu mujer está dando a luz.

Y además tenía coartada: ¿cómo iba a estar robando mientras paría su señora? Dígame, señor guardia, ¿cómo podía estar robando en ese momento? Como si la Guardia Civil no oliera a un ladrón a kilómetros de distancia. Y, naturalmente, lo detuvieron. Uno de los ladrones más curiosos de este tiempo. Imagino la escena: "vete dando a luz, Maribel, que voy a dar un garbeo". "Vale, cariño, pero no tardes, que ya estoy con las contracciones". "Nada, mujer, tú vete pariendo, pare todo lo que puedas, es un minuto".

¡Cómo han cambiado los tiempos! Antes, cuando este escribidor acompañaba a alguna mujer al parto, lo que hacíamos era fumar, como en las películas de hace treinta años. Curábamos la ansiedad a base de machacar las arterias y los pulmones. Ahora nunca se sabe. Usted, paisano mío, calma los nervios con la terapia del cuchillo. Tal como va la natalidad, se le agradece que haya traído un hijo. Por la tranquilidad de la espléndida gente de Ames, espero y deseo que no tenga muchos más.