Opinión en la brújula

La carta de Ónega al abrazo entre Sánchez e Iglesias: ¡Qué bella imagen para la posteridad!

Buenas noches, abrazo. El abrazo por antonomasia. El abrazo que habría que llamar de San Jerónimo. El de Pedro y Pablo, el de Pablo y Pedro, el del PSOE y Unidas Podemos. El abrazo de las izquierdas que se reencuentran y se juran amor eterno, de una eternidad de cuatro años. El abrazo que hace historia y el que resume la historia de medio año de desamores y portazos, de desplantes y malquerencias, y que hoy tuvo un final tan feliz para quienes se abrazaron.

Fernando Ónega

Madrid | 12.11.2019 23:20

Todo, acompañado por bellísimas palabras firmadas por ambos que hablan de derechos y justicia y prometen garantizar la igualdad entre todos los españoles. Desde el abrazo de Vergara no se había visto nada igual. Desde luego, nada igual en sede parlamentaria. Uno de los dos podría representar a Espartero cuando abrazó a Maroto y arengó a los soldados: "Abrazaos todos, hijos míos, como yo abrazo al general de los que fueron contrarios nuestros".

Sí, eran Espartero y Maroto, hace nada a tiro limpio, hace nada acusándose de quitar el sueño, hace nada acusándose de engaños, hace nada acusándose de vetos, y ahora felizmente unidos en político matrimonio. Tratándose de Pablo Iglesias, solo le faltó el pico, en recuerdo del pico en el morro de Xavier Doménech en el salón de plenos, quizá porque se reservan para la intimidad, quizá porque Irene Montero andaba por allí.

Pero aún con esa falta, ¡qué bella imagen para la posteridad! "Yo estaba allí", dirá Alberto Garzón cuando escriba sus memorias y recuerde que él también fue abrazado por Pablo. En algún lugar de los ministerios se pondrá esa foto, enmarcada como si fuese la imagen del rey, quizá sustituyendo la imagen del rey, con una leyenda que diga: "aquí empezó todo".

Y las nuevas generaciones socialistas y podemitas, ya unidas en sus destinos, se proclamarán hijas de aquel abrazo del 12 de noviembre del año 19. "Nada se parece tanto al abrazo como el combate cuerpo a cuerpo", escribió Ortega en su "España invertebrada", título siempre vigente, y hoy más que nunca.

Es cierto: nada se parece tanto. Yo diría que son idénticos. Lo único que ignoro es si en el abrazo de Pedro y Pablo termina o comienza el combate cuerpo a cuerpo. Y por ahora, no lo quiero saber.