LA BRÚJULA

La carta de Ónega a Josep María Maynat: "Como el difunto que contempla su propio funeral"

Fernando Ónega escriba su carta de cierre a Josep María Maynat

ondacero.es

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Buenas noches a Josep María Maynat. Me permito tutearte, aunque nunca nos hemos saludado, por aquello de la proximidad mediática. Incluso me permito decirte “mi querido amigo”, por lo mucho que me has entretenido y divertido a lo largo de tantos años. Y nunca te he escrito por eso, injusto que es mi oficio de escribidor.

Y ahora, ya lo ves: aquí me tienes, seguidor casi apasionado de ese reality show que ni a ti, que eres todo imaginación, se te hubiera ocurrido. Me tranquiliza que, por lo visto, has escrito un tuit en el que confiesas que te ríes mucho con la truculenta historia de tu intento de asesinato. Mejor dicho: con lo que se está diciendo de la truculenta historia de tu intento de asesinato. Es que todo es fantástico, Maynat. Los viajes de Ángela de la cocina a tu dormitorio son de esas películas de las tardes de los sábados.

Ella, maquinando su fechoría y tomándose a sí misma los niveles de azúcar, como sospecha la policía, es de esas otras películas donde una mujer muy mala-muy mala quiere ahogar a una niña. Y tú, al despertar del coma, fuiste tu propio policía que señalas a la presunta: “¡Mi mujer me quiso matar!” Ahora, a cualquier hora, pones la televisión –la televisión tiene que ser—y siempre aparece otra mujer que quiere entrar en tu casa.

Nadie sabe quién es, pero los periodistas le preguntan como si fuese Corinna o Pedro Sánchez en la ventanilla de los 140.000 millones: qué haces, quién eres, a qué vienes, a quién conoces, qué hay dentro. Y este mediodía supe que dentro hay 21 personas; 21, señor guardia, que no sé qué hace la policía, que no disuelve ese happening, que no puede haber reuniones de más de seis.

Creo que las exclusivas, aunque sean de una señora que pasaba por allí, de una amiga de un cuñado de un primo tuyo, o de una avispada que prueba a ver si la llevan a “Sálvame”, las exclusivas, digo, se pagan a precio de vacuna de coronavirus. Y tú, Maynat, viendo todo desde tu refugio, como el difunto que contempla su propio funeral. Surrealismo puro, maestro. Pero lo importante es que estás vivo. Como alguien muy original dijo (en la tele, por supuesto), aquella noche volviste a nacer. Y yo añado que te bautizaron con insulina y una ambulancia fue tu pila bautismal.