El informe anual del Banco de España recuerda la fuerte caída del endeudamiento de empresas y familias, que está en mínimos de este siglo. A finales del año pasado debían el equivalente a poco más del PIB de España, cuando en los años 2009 y 2010 llegó a superar dos veces la economía de este país.
Esto se puede interpretar como prueba de la mejora de la salud financiera del sector privado, como otra evidencia más de la poca inversión que se realiza en España, o como síntoma claro de la pérdida de negocio del sector bancario.
La merma en la actividad crediticia se suma a un permanente aumento de los requisitos de capital que se han multiplicado por dos en veinte años. El año pasado los bancos tuvieron ganancias de récord, sin embargo, cuando se mira la rentabilidad, que es la relación entre el beneficio obtenido el patrimonio arriesgado para esa ganancia, se ve que el rendimiento sigue siendo modesto pese a los aparentemente escandalosos beneficios.
Si la actividad crediticia no crece y los requisitos de capital siguen elevados, la banca tendrá más difícil hacer su papel.