Sabíamos, lo hemos contado aquí, que cada vez que hay un crimen mediático surgen videntes, médiums, personas que dicen saber algo del caso. Imagino que en el asunto de Marta del Castillo, desde aquel 24 de enero de 2009 en el que desapareció también habrá habido espontáneos de este tipo.
Decenas de ellos han ofrecido sus servicios tanto a la policía como a la familia de Marta del Castillo durante estos más de cuatro años de sufrimiento y búsqueda. Vamos a contar dos ejemplos. En octubre de 2011, una vidente de Gandía (Valencia) se presentó en Sevilla con una excavadora. Pretendía abrir el suelo junto a la estación de metro de San Juan Bajo, cerca de Sevilla. La mujer decía que allí estaban los restos de Marta del Castillo. Hasta allí fue la policía y también Antonio, el padre de Marta. Se excavó y acabaron encontrándose unos huesos de perro.
Después de este episodio, a primeros de 2012 hubo una supuesta vidente con oficina en la provincia de Almería que escribió varios e-mails a la policía de Sevilla diciendo que podía solucionar el caso. Como no le hicieron demasiado caso, la mujer acabó saliendo en televisión y algunos periódicos anunciando que ella trabajaba con la policía, y que les había revelado que Marta –y citamos a esta mujer: “había muerto después de hacer con otros chicos una guija en la que se les apareció un dios satánico sediento de sangre que les exigió un sacrificio”.
Pero hoy queremos contar una historia diferente, la de una tercera mujer que, esa sí, fue por lo menos escuchada por la policía, tal y como publica hoy la revista Interviú.
Es una vidente que vive en Guipúzcoa y se dedica a esto desde hace varias décadas. Lo que la hizo distinta para la policía fue que llegó avalada por compañeros, por la policía vasca, la Ertzaintza. Los agentes vascos dijeron a sus colegas que esa mujer les había ayudado a encontrar dos cuerpos, dos cadáveres de personas que estaban desaparecidas.
La mujer aseguró que había digamos “visto” que Marta está enterrada en una finca muy cerca de Sevilla, una finca de olivos. Señala la finca en un mapa y además asegura que el cuerpo de la chica desaparecida estaba junto a una piedra que tenía un número marcado en el suelo, bajo el olivo número 26 contando desde la entrada de la finca.
Mucho más después de todas las historias que ha contado el asesino, Miguel Carcaño, condenado recordemos a 21 años de prisión por el crimen. Este episodio ocurrió hace un año y entonces Carcaño no había hablado todavía de ninguna finca, solo del río Guadalquivir y de un contenedor de basura. Así que, en efecto, es un asunto muy delicado. Los policías dudan de la historia y lo que se hace es enviar a dos agentes a la finca que había marcado la vidente, para descartar básicamente cualquier posibilidad y no quedarse con la pequeñísima duda de y si aquello fuese verdad....
En la finca había olivos, como en muchas otras fincas de la zona, claro, pero también había una especie de boca de riego con un número y una piedra junto a un árbol, el número 23, eso sí, no el 26.
Tampoco es difícil acertar. En la provincia de Sevilla, una finca grande, no es extraño que haya olivos, puede tener piedras y hasta puede haber algún número. Parece todo bastante lógico. Pese a todas las dudas, la policía decidió llevar a la vidente hasta la finca. Eso sí, con la condición de que el asunto no costara dinero ni mucho tiempo. Tampoco debía dársele publicidad ni falsas esperanzas a la familia. Dos agentes de la Ertzaintza y dos policías llevaron a la mujer, de poco más de 60 años, hasta Sevilla, donde le presentaron a algunos de los responsables de las investigaciones. Todos fueron, entonces, hacia la finca, situada en un pueblecito a unos diez minutos de Sevilla. La vidente llevaba un péndulo y los policías, algunas palas para cavar.
Lo que podemos contar es que la primera tarde, la mujer se acercó con su péndulo al olivo con la piedra cercana, entró en una especie de trance y marcó el sitio donde según ella estaba el cuerpo de Marta. Los seis policías andaluces y vascos cavaron y no encontraron nada. Se hacía de noche y regresaron a un hotel, donde durmieron. A la mañana siguiente, volvieron a la finca, aunque esta vez hubo un problema más.
Obviamente, no encontraron a Marta del Castillo. Pero es que además trabajaron con una dificultad añadida: la vidente ya no tenía con ella el péndulo que le ayudaba a buscar esa energía supuesta que transmite un cuerpo. No sabemos si lo olvidó en el hotel o simplemente lo perdió, pero no lo llevaba. Uno de los agentes le ofreció fabricar un colgante hecho con una bala de su arma para que siguiera buscando. Con ese apaño, la vidente marcó otro par de lugares en la finca que también excavaron los policías. Allí no había nadie y la peculiar expedición se volvió de vacío.
Se comprueba todo, o casi todo en un caso como el de Marta del Castillo. La vidente venía avalada por otra policía, la vasca, y también le dio credibilidad que no pidiera ni dinero ni salir en televisión. La mujer solo pidió a los policías que, si recuperaban el cadáver de Marta, le facilitaran luego un encuentro con los padres de la chica.
La policía y la guardia civil escuchan y comprueban lo que dicen algunos videntes (así se hizo en el caso Alcasser por ejemplo). Y a veces se recomiendan los que aparentemente parecen más serios. La policía italiana, por ejemplo, recomendó a la española y la portuguesa los servicios de una vidente que decía saber dónde estaba Madeleine McCann, la niña inglesa que desapareció el 3 de mayo de 2007 cuando estaba pasando sus vacaciones con sus padres en un hotel del Algarve.
Lo que nos cuentan algunos policías veteranos es que a veces los videntes pueden ser confidentes encubiertos. Por ejemplo, alguien tiene una pista sobre un crimen o sabe dónde está enterrado un cuerpo o lo ha visto y no quiere líos, ni pasar por el juzgado, ni declarar. O tiene miedo. Esta información se la puede hacer llegar a una vidente y que esta haga el papelón.
Nosotros no tenemos constancia más que de una vidente que ayudó a encontrar al menos a un desaparecido. Precisamente es vasca, se llama María José Bermejo y fue ella quien encontró en diciembre de 1997 el cadáver de Javier Gastón, un joven ganadero que llevaba 42 días desaparecido en Olejua (Navarra), después de regresar de su luna de miel.
La familia del desaparecido acudió a ella, que señaló una zona muy concreta, a unos cuatro kilómetros de donde habían encontrado su tractor. La Guardia Civil ya había rastreado la zona, incluso con perros, sin éxito, pero regresaron después de la intervención de la médium, y lo encontraron. Obviamente, la primera vez no se había mirado bien. Lo cierto es que ese caso no ha sido aclarado, nadie sabe quién mató a Javier Gastón, quince años después.
Y es esa mujer la que estuvo con la policía buscando el cuerpo de Marta del Castillo en una finca de Sevilla. Ella nos ha dicho que no, aunque sí que colabora con la policía vasca puntualmente. Así que se tratará de otra vidente, aunque no conocemos ninguna con semejantes credenciales.
Meses después de ese episodio, Miguel Carcaño, el único condenado por matar a Marta del Castillo, anuncia desde prisión a la policía que va a contar, por fin, la verdad, y habla, como la vidente, de que Marta está enterrada en una finca de Sevilla. No se trata de la misma finca, claro…
Carcaño cambia su versión sobre la muerte de Marta, y es la sexta vez que lo hace, en octubre del pasado año. Y sí, esta vez cuenta a la policía que ayudó a enterrar a su amiga en una finca situada muy cerca del pueblo de La Rinconada, en la provincia de Sevilla. No es la misma finca que señaló la vidente, aunque la declaración de Carcaño resulta casi menos concreta incluso que la de la médium.
Carcaño no dice realmente donde la enterró. Y antes de detallar esa declaración, vamos a tratar de contextualizar un poco el momento en el que se produce, porque aunque el primer testimonio formal que se toma a Carcaño en prisión data del mes de febrero, todo venía madurándose desde cuatro meses antes, la primera vez que la policía visita a Miguel en la prisión sevillana de Morón.
Es decir, que Carcaño, recordemos, condenado a veinte años de prisión por asesinato, recibe la visita de la policía en la cárcel… Aquí, como en tantas otras cosas en este caso, no hay una sola versión. La de Miguel, y leemos textualmente su declaración, es que “realmente quiero que aparezca el cuerpo de Marta para que su familia y yo podamos descansar”. Por eso, según dice, se habría puesto en contacto con la policía a través de su abogada. Esa es, insistimos, la versión de Miguel, que coincide en el tiempo con la llegada de nuevos responsables a la policía de Sevilla, que tiene una espina clavada con este tema. La jefa del grupo de menores, responsable de las investigaciones, sigue intentando esclarecer este asunto como una cuestión casi personal –y eso la honra-, así que, con la sentencia del Supremo aún sin dictar, se fue a hacer una visita a Miguel Carcaño en octubre del año pasado.
Lo que se dijo en esa visita sólo lo saben Carcaño y los policías, pero lo cierto es que en el juzgado hay una pieza separada abierta dedicada a encontrar el cuerpo de Marta y que, como te decíamos, la jefa del Grume de Sevilla sigue empeñada en hallarlo para cerrar esa herida que sangra a la policía sevillana y, sobre todo, a la familia. Así que parece lógico que de vez en cuando acudan a prisión a tratar de sacar alguna confesión a cambio de algún pequeño beneficio, siempre dentro de los márgenes que deja la ley. Nos consta que ese mismo mes de octubre, Miguel incluso fue excarcelado y conducido al lugar en el que presuntamente habían arrojado, él y su hermano Javier, el cuerpo de Marta. Pero fue incapaz de señalar un lugar concreto.
Recordemos que en esta nueva versión, Miguel Carcaño carga las tintas sobre Javier Delgado. Dice que fue él quien mató a Marta de un culatazo… y por defenderle.
Volvemos a las palabras de Carcaño: “Todas las versiones que he dado hasta ahora han sido para proteger y ocultar a mi hermano. Desde que sucedieron los hechos hasta que me detuvieron, todo lo que hice lo hice por indicación de mi hermano. Estoy muy asustado y tengo pánico a mi hermano”. Esta es la versión que dio Miguel en prisión, cuando la policía le tomó declaración. Unos días después, en el juzgado, lo que dijo fue que “mi hermano es la única familia que tengo y he querido protegerlo”. Lo cierto es que, hasta ahora, Javier Delgado sí había sido señalado en algunos testimonios de los implicados como el organizador de la desaparición del cuerpo de Marta, algo de lo que fue absuelto en el juicio. Pero nada más, hasta que llega esta versión de Miguel, de la que ni el juez ni el fiscal han creído una sola palabra.
Cierto, porque el auto de archivo es demoledor en ese sentido. No solo no le da credibilidad a Carcaño, sino que hasta abronca a la policía por creerle y le dice que si quieren buscar el cuerpo de Marta, que lo busquen, pero que no acudan a él hasta que tengan algo sólido…
Este auto tiene una segunda lectura, que va dirigida a la policía y a su forma de actuar en este caso. Ya hemos dicho que Miguel es excarcelado en octubre. Desde ese momento hasta abril, cuando vuelve a salir de prisión para hacer un nuevo intento de localizar el lugar de enterramiento de Marta, la policía acude hasta diez veces a la cárcel de Morón para hablar con él y tratar de que cuente la verdad. Finalmente, implica a su hermano en la muerte de Marta, aunque, como reconoce en su declaración, “no sé señalar el sitio o el lugar concreto, solo sé señalar una zona por aproximación, un campo grande que se parece al lugar en el que enterramos a Marta”.
Y esa es la finca Majaloba, en la carretera de Sevilla a La Rinconada, donde la policía que está el cuerpo de Marta del Castillo. Pero, no parece que haya demasiado fundamento en esta versión: después de dos salidas, es incapaz de marcar un lugar concreto. Todo lo que dice es que pasaron una venta, que no llegaron a La Rinconada, que dejaron el cuerpo en el margen izquierdo de la calzada, a unos 60 metros de la carretera… Todo muy difuso. Por eso, la policía sabía que tenía que aportar algo más para poder llamar a declarar al supuesto autor de la muerte de Marta, Javier Delgado.
Claro, porque si creen a Miguel cuando cuenta qué hicieron con el cuerpo, también tienen que creerle cuando cuenta cómo murió Marta… Y para eso hacen un atestado que presentan al juez con el testimonio de un tío de Marta del Castillo, dos amigos de la chica y la ex mujer de Javier Delgado. Según dice el atestado, el tío de Marta se presentó en comisaría y contó que había recordado que en las primeras horas de la desaparición de su sobrina, un amigo de Marta reconoció frente a la puerta de la casa de Carcaño un coche como el del hermano de Miguel. Ese era el coche que, según la última versión de Miguel, habrían empleado para ir por segunda vez al lugar del enterramiento de la chica para cubrir el cuerpo con cal viva.
Pese al esfuerzo de la policía, la versión hace aguas por todas partes: la ex mujer de Javier Delgado les dijo que éste no tenía carné de conducir y que nunca le había visto conducir, aunque reconoció que ella solo tenía un juego de llaves del coche. Lo cierto es que ese vehículo fue analizado por la policía científica y allí no apareció ni un solo rastro. Por contra, uno de los amigos de Marta sí asegura haber visto a Javier Delgado conducir ese coche.
Y con ese atestado y las declaraciones de Carcaño, el juez decide imputar por unas horas a Javier Delgado. Porque, recordemos, se le imputó una tarde y quedó libre a la mañana siguiente. De hecho, la declaración de Javier no duró ni quince minutos. El fiscal ni siquiera preguntó, lo que da una idea de la poca credibilidad que le daba a Miguel Carcaño y, lo que es peor, a la policía. Después llegó ese auto tan demoledor del juez, que lo que hace –y esta es la segunda lectura de la que ye hablábamos, la que hay que leer entre líneas- es decirle a la policía que no le vayan con piezas prefabricadas. Critica que para cuadrar esta nueva versión, hayan añadido elementos como el del coche de la ex mujer de Javier y hasta testigos que recuerdan detalles de una noche de hace cuatro años.
Lo cierto es que este nuevo testimonio de Miguel Carcaño y todo lo que vino detrás ha supuesto un nuevo varapalo a la familia de Marta… Y ya son muchos.
Por tratar de ser positivos y aportar algo de esperanza, estamos seguros de que la policía no va a descansar, que sigue trabajando para encontrar el cuerpo de Marta del Castillo y que levantará la tierra que haga falta y visitarán a Carcaño las veces que sea necesario hacerlo. Esperemos que la próxima vez haya más acierto.