Territorio Negro

Territorio Negro: El clan de los abortos asegurados

Hemos hablado algunas semanas de los territorios de la picaresca y de los engaños. A veces nos pueden provocar una sonrisa por el ingenio de los que llaman piruleros, pero en este territorio hay poco de ingenio y muy poco escrúpulo. Hoy traemos la historia de un clan que engañaba a las empresas de seguros provocando accidentes de tráfico en la provincia de Almería. En esos accidentes siempre había al menos una mujer embarazada que sufría un aborto y luego cobraba la indemnización. Hasta que llegó la Guardia Civil y desmontó toda esta trama.

Luis Rendueles y Manu Marlasca

Madrid | 14.03.2016 17:50

Hemos contado otros casos de fraudes al seguro, de falsas muertes incluso, que nos han hecho sonreír. Pero hoy la historia es bien distinta. Vamos a Almería, al hospital de Torrecárdenas. En la madrugada del 27 de octubre del año pasado llegan tres mujeres que han sufrido un accidente de tráfico.

Una de las víctimas, llamada Victoria, está embarazada aproximadamente de 15 semanas. Con ella está su amiga, Laura, que dice sufrir dolor en la muñeca y en la columna vertebral. Dicen que el coche en que viajaban, un Audi A4 que conducía su amigo Manuel, se salió de la carretera en la rotonda Vallesol de Almería.

La mujer embarazada llega mal, sangrando. Y los médicos tienen que extraerle el feto, que está muerto. Lógicamente, los doctores entrevistan a las dos mujeres para hacer su informe. Y encuentran algunos datos sospechosos. Escriben que las dos no dejan de mirarse, que Laura casi no deja hablar a su amiga. Deciden incluso separarlas para entrevistarlas por separado. Y avisan a la Guardia Civil, que acude a investigar el asunto.

El parte médico indica que la mujer embarazada no tenía lesiones que justificaran llegar sangrando vaginalmente al hospital. El accidente había sido muy leve. Las dos habían contado distintas versiones del accidente. Y, además, con ellas había llegado al hospital otra mujer, rubia, de unos 40 años, con el pelo corto y bien peinada, dicen los médicos. Uno de ellos asegura que esa misma mujer ya estuvo allí, en el hospital, acompañando a otra amiga que también había sufrido un accidente de tráfico, y un aborto. Cuando los médicos intentaron hablar con esta misteriosa mujer, ella se negó y salió zumbando del hospital, dejando allí a sus dos amigas.

La Guardia Civil pide entonces a los profesionales del hospital Torrecárdenas de Almería que le den la lista de mujeres que han sufrido abortos a consecuencia de accidentes de tráfico. Y se encuentra una sorpresa. Nueve sorpresas en tres años. Nueve accidentes de tráfico con nueve mujeres embarazadas implicadas que perdieron sus nueve fetos después de los accidentes. El primer caso, según los archivos del hospital, tuvo lugar el 26 de junio de 2012. Una mujer llamada Elena se presenta en Urgencias, dice que está embarazada, que ha tenido un accidente de tráfico cuando iba a trabajar. Cuenta que ella iba de copiloto y llevaba el cinturón de seguridad. El Citroen en el que viajaba choca contra un Renault Laguna matrícula de Barcelona. La mujer explica que, de vuelta a casa, empezó a sangrar. Las pruebas muestran que ha sufrido un aborto. Como el Citroen estaba asegurado y tuvo la culpa del choque, su aseguradora paga las lesiones del conductor y también las de Elena, incluida su asistencia médica. También paga una indemnización por el bebé que ha perdido.

Y apenas cuatro meses después, esa misma mujer vuelve al hospital, al servicio de Urgencias. Está otra vez embarazada y ha tenido otro accidente de tráfico. En octubre de 2012, la misma mujer, Elena, vuelve al hospital. Ha tenido otro accidente, asegura. Esta otra vez embarazada y ha vuelto a sangrar. Volverá a perder el bebé. La mujer viaja esta vez en un Nissan de alquiler, por cierto asegurado esta vez en otra compañía. Conduce su novio, un paquistaní llamado Sajjad Ahmed. Y en el coche van también Naveed y su novia, Raquel Rodríguez.

Van a la búsqueda de un primo para forzar el accidente. Y lo encuentran cuando ven llegar a una Ford Transit matrícula de Madrid. La conduce Mariano Valencia, un vecino de Roquetas de Mar, y con el va su hija María Dolores. Cuando se acerca, empotran el coche contra la furgoneta. El hombre, Mariano, cuenta que cuando se bajó para ver lo que había ocurrido, una mujer le dijo que estaba sangrando y que estaba teniendo un aborto.

Esta mujer vuelve a perder a su hijo. Y vuelve a cobrar una indemnización. Exacto. Elena llega, según el informe médico, en buen estado general, consciente y orientada, con el feto recién parido y la placenta en la mano. Paga esta vez el seguro de la furgoneta. La mujer que ha abortado recibe 57.594,24 euros. Su novio, que sufrió algunas contusiones, cobró 4.968,88 euros. Y los otros ocupantes del coche, la española Raquel y su novio paquistaní, que dijeron tener dolores de espalda y en la rodilla, recibieron 3.519,51 euros y 2.858,20 euros respectivamente.

O sea, reciben más de 68.000 euros por ese accidente con aborto incluido. Un buen negocio, claro. Pero esta mujer, Elena, no tendría más abortos, despertaría sospechas… Fue un buen negocio. De hecho, durante un tiempo no constan más accidentes con abortos, al menos en ese hospital de Almería. Pero la avaricia es una fuerza muy poderosa. Y el 30 de mayo de 2014, un coche de alquiler, un Renault Capture, choca con nuestro ya conocido Renault Laguna matrícula de Barcelona en el cruce de las calles Nevada y Guadalupe, en Roquetas de Mar.

En uno de los coches viaja otra vez Elena Zaharia, que vuelve a estar embarazada. Con ella van tres hermanos: Ionel, Carmen y María. Es una de sus hermanas, Carmen, quien llega a Urgencias sangrando. Estaba embarazada y dice que ha sufrido un aborto después del accidente. La pirula vuelve a salir bien: esta vez es la compañía que aseguraba el coche de alquiler, la que paga. La mujer recibe 41.280 euros y su hermana Elena, que llega con dolor abdominal, recibe 4.558 euros más. La misma cantidad recibe otro hermano Ionel, que dice que sufre latigazo cervical (le duele la espalda al agacharse, a veces).

Latigazo cervical, esos dolores de espalda tan tremendos después de una lesión en el cuello que le impiden a uno agacharse, levantarse, moverse casi, y que son intermitentes. Y por eso mismo es difícil distinguir cuando es un latigazo cervical real, doloroso, auténtico, y uno fraudulento. Las compañías de seguros que luchan con los fraudes lo llaman, cuando es falso, “cuponazo cervical”, porque los médicos siempre deciden a favor del enfermo en caso de duda y es muy difícil demostrar que se miente, es un premio para los buenos estafadores, un cuponazo.

Y la investigación va rastreando todos esos accidentes de tráfico leves pero con aborto incluido. Y empiezan a aparecer como víctimas o testigos mujeres que trabajan en un club de alterne de la provincia.

El 19 de agosto de 2014 una furgoneta Volkswagen golpea por detrás a un Audi A6 que está parado en un paso de peatones en Almería. Dentro del coche que no frena y golpea al de delante va una joven rumana, Nicoleta Tanasa. Está embarazada y una ambulancia se la lleva al hospital de Torrecárdenas. Allí sufre un aborto. Como buenos piruleros, no golpean a la misma compañía de seguros para no despertar sospechas. Esta vez los paganinis entregan 44.048 euros con 12 céntimos a Nicoleta. Dos acompañantes en los coches cobraron otros 10.100 euros más por sus lesiones.

La joven estaba embarazada de 20 a 25 semanas, según el atestado de la Guardia Civil. Cuando le preguntaron dónde vivía, para hacer el informe médico, Nicoleta dio la misma calle y número que Elena, la mujer que sufrió los dos primeros accidentes con abortos. Los investigadores descubrieron que Nicoleta había sido identificada en varias ocasiones dentro del club de alterne Figaro, en Húercal, en la provincia de Almería.

Y dos meses después de ese accidente y de ese aborto, Nicoleta, la mujer, recibe un regalo. Alguien pone a su nombre un coche, un Renault Laguna, el mismo que se usaría en varios de estos accidentes. Todo quedaba en casa. Otra compañera de club de alterne, Larisa, de 33 años, decidió subirse a las expediciones de coches con accidentes. El 26 de marzo de 2015, la mujer viajó dentro de un Ford Mondeo que iba a chocar con un Seat Ibiza. Dentro del coche, con Larisa, viaja la embarazada imprescindible, esta vez una chica llamada Ionela. Esta encinta de 19 semanas y llega alrededor de las diez de la noche al hospital.

Los médicos la exploran y ven que parece todo normal, no hay sangrado, placenta normal y el feto vivo. La envían a casa. Horas más tarde, a las tres y veinte de la madrugada, la mujer regresa al hospital y dice que está expulsando el feto, lo que ocurre allí mismo. Los médicos dictaminan que no presenta ninguna lesión que pudiera provocar el aborto.

Imagino que como todo esto era muy rentable se van buscando mujeres para quedarse embarazadas y abortar luego, claro. Los informes de la Guardia Civil de Almería son claros. Se trata de “un grupo organizado cuyo fin era la obtención fraudulenta de beneficios” cobrando los seguros de accidentes que preparaban, leemos el atestado, “con gran dosis de ingenio, una total falta de ética, una muy baja moral y un desprecio más que evidente por la vida”.

Pero no solo hay que buscar mujeres, también conductores de los coches, coches de alquiler y propios, y otros ocupantes, porque los que iban de paquetes o copilotos podían quejarse del latigazo cervical u otros dolores y cobraban también (entre tres mil y cuatro mil euros por cabeza). En este quinto caso cobraron por ejemplo Sandra Yelo por ese latigazo cervical y Blas Rodríguez por unos dolores lumbares. 2.155,60 euros cada uno.

Esta industria de embarazos para abortar en accidente daba dinero así que los accidentes empezaron a ser más frecuentes. Apenas dos meses y medio después del último accidente, el 4 de junio de 2015, un Seat Toledo y una Chrysler Voyager chocan en el cruce de la calle Isaac Albéniz con Tomás Bretón, en Almería capital. En uno de los coches iba conduciendo un vecino de Elena y sus hermanas y también de Nicoleta. La propia Nicoleta, que había abortado, viaja aquí de paquete (la red tiene problemas de casting, claro y empiezan a repetirse los protagonistas). Le duelen las cervicales y va a cobrar 6.406 euros por su papel secundario.

La embarazada esta vez es Ivona, hermana de Larisa. La joven rumana aborta en el hospital. Cobró 20.180,46 euros. Otros pasajeros de los dos coches cobraron entre 3.500 y 6.400 euros por las supuestas lesiones, casi siempre dolores de cuello y alguno en el hombro. Este fue un fallo de la trama.

Las compañías tienen unos baremos, unas tarifas. Pagan más dinero si en el accidente la mujer pierde un feto de más de 15 semanas. Pueden llegar a pagar hasta 60.000 euros. Aquí, no sabemos si por impaciencia, porque necesitaban el dinero, o por otro motivo, la mujer que se prestó a participar y a abortar estaba embarazada solamente de ocho semanas, de forma que se le aplicó una indemnización mucho menor, casi una tercera parte.

Y la condición humana va a hacer que el negocio siga, sin importar los riesgos, a toda máquina. El 3 de agosto de 2015 nuestro ya mítico Renault Laguna se estampa contra un Volkswagen Golf. A todos los pasajeros les duele el cuello, tienen latigazos cervicales, menos a Dorina, embarazada de 13 semanas. Tiene fiebre alta, le duele el abdomen, le hacen una ecografía y se ve el embrión vivo. Luego, empieza a sangrar y aborta. Todo indica que, como en el resto de los casos, se ha tomado alguna medicación para inducir ese sangrado y ese aborto, justo antes de tener el accidente.

Nadie sabe donde esta Dorina ni si ese es su verdadero nombre. Con ella llegó al hospital aquella misteriosa mujer rubia de 40 años que aparecía en algunos de los casos y se esfumaba cuando los médicos comenzaban a hacer preguntas. La Unidad de Obstetricia y Ginecología del Hospital Torrecárdenas elaboró un informe donde señala la “desproporcionalidad entre las lesiones del accidente y el posterior aborto, que las convierte en clínicamente inexplicables”. También se hizo ver que los abortos son casi inmediatos al accidente, no respetan los tiempos normales de dolor y sangrado que pueden ser horas o días y se han constatado “señales inequívocas de administración de pastillas inductoras de abortos”. La Guardia Civil detuvo a 19 personas y acusó a otras 23 más por esta trama. Nos consta que la operación aún está abierta.

Un mes después se produce el octavo accidente en Almería. El 11 de septiembre de 2015. Aquí la embarazada es una mujer española, María del Mar Molina. Vuelve a chocar como conductor un tipo llamado Blas, que como en el quinto accidente vuelve a sufrir un latigazo cervical. María del Mar y Blas son novios y van en un Seat Ibiza que choca con una furgoneta. El Ibiza ya había chocado en otro accidente, y la furgoneta también.

De todos los detenidos, la joven española, que no abortó, es la única que ha hablado. Contó que un paquistaní que era novio de su amiga le propuso “entrar en el tema de los accidentes”. Ya decíamos que necesitaban mujeres nuevas para abortar. Ella no se fiaba y aceptó tener el accidente y decir luego que sufría dolores en la cabeza, el cuello y la espalda. No se prestó al asunto de los abortos. El paquistaní se quedó el parte de lesiones de la chica y no volvió a verlo, según su declaración.

Y llegamos al caso número nueve. El que provocó la alarma entre los médicos del hospital Torrecárdenas. El accidente del 27 de octubre en el que aborta una joven que se llama Victoria. Los oyentes, que están ya bragados con nosotros, habrán imaginado que la mujer rubia de unos 40 años que desaparecía después de llevar al hospital a algunas chicas que abortaban era Elena, la mujer que ella misma sufrió y cobró por los dos primeros casos.

Esta vez, los guardias civiles interrogaron en el hospital a las dos supuestas víctimas. Luego, esperaron fuera a que les dieran el alta esa misma tarde. Ven que cogen un taxi y las siguen. Esperan en un parque con una zona infantil de Almería, en la avenida Federico García Lorca, hasta que viene a buscarlas un hombre conduciendo un… Renault Laguna matrícula de Barcelona, claro, para qué iban a cambiar de coche.

El mismo coche que chocó en los accidentes con aborto número uno, tres y siete. Un coche muy rentable para la trama. Que aquí ya va a estar bajo sospecha. Y como no descansan, ya bajo la lupa de la Guardia Civil, el 11 de diciembre pasado lo vuelven a hacer. La embarazada es una joven española llamada Sandra, que ha tenido un accidente de tráfico cuando el Fiat Stilo chocó contra un BMW en Almería. Ya había participado como paquete en otro de los accidentes. Esta vez también aborta pero no le dará tiempo a cobrar la indemnización.

La situación actual de todos los actores de este funesto vodevil de carretera es todos ellos se encuentran en libertad. Y seis de las chicas que participaron en los abortos están fugadas.