MANU MARLASCA Y LUIS RENDUELES

Territorio Negro: El dinero de los 'Dominican don’t play'

En 'Territorio Negro', hablamos con Luis Rendueles y Manu Marlasca sobre cómo se financian los Dominican don't play.

ondacero.es

Madrid | 19.07.2022 18:00

Una operación de la Policía Nacional ha dejado al descubierto este aparato financiero que es de lo más sofisticado.

La operación Jake-Sport (tenía dos nombres porque en ella participaron agentes de la Brigada de Información de Madrid y de la Unidad Central de Ciberdelincuencia) acabó con sesenta y seis detenidos, diecinueve de ellos componentes cualificados de los DDP, y el resto mulas (correos de dinero) y cibercriminales, delincuentes informáticos.

Se hicieron diecinueve registros en Madrid y en Soria y en ellos se intervinieron dos pistolas, tres escopetas, cinco machetes, munición, droga, dinero en efectivo… Y mucha literatura y simbología relacionada con los DDP.

Las organizaciones criminales están pasándose poco a poco al terreno virtual, a la ciberdelincuencia. Internet es ya el escenario de la mayoría de los delitos que se cometen en el mundo y detrás de muchos de ellos están importantes grupos criminales. Ahora se cotiza mucho más un buen cibercriminal que un buen sicario. Está pasando en todos los grupos y, naturalmente, también entre las bandas latinas.

La operación policial empezó por el escalón más bajo de la pirámide delincuencial, en este caso una mula de dinero. Se trataba de un tipo que recibía dinero procedente de estafas cometidas a través de Internet. Alguien que, a cambio de una pequeña comisión, se prestaba a abrir una cuenta a la que se enviaba el dinero que procedía de delitos informáticos. Este individuo tenía cierta relación con los DDP y cuando la Policía le interroga dice que está haciendo de mula porque los DDP el están extorsionando. Y ahí se juntan las dos unidades policiales: la Brigada de Información de Madrid, especializada en bandas latinas, y la Unidad Central de Ciberdelincuencia, que combate a las organizaciones que delinquen en la red.

¿Qué tipo de delitos informáticos cometía este grupo? ¿Qué estafas son estas? Explicadlas bien para que la gente no caiga.

Las estafas informáticas que cometía este grupo son las clásicas, las que llevan ya unos cuantos años triunfando: el phishing, que consiste en el envío masivo de correos electrónicas suplantando a entidades bancarias. Un enlace de este correo redirige a la víctima a una página que simula a las reales de las entidades y una vez allí se solicitan claves.

Otro de los métodos es el vishing: aquí los delincuentes intentan engañar a la víctima a través de una llamada telefónica, suplantando a los empleados de una entidad bancaria. También puede ser de una empresa de energía, de gas o de cualquier otra que les sirva como excusa para establecer una comunicación, que les permita robar la información personal o bancaria.

Por último y seguramente el más usado en los últimos tiempos, es el smishing, que consiste en el envío de sms o de whatsapp con los que el delincuente intenta hacer creer al usuario que ha hecho una compra fraudulenta para que llame a un número de teléfono. En esa llamada los cibercriminales obtendrán datos bancarios de las víctimas: números de tarjetas, claves… Esta modalidad tiene bastante éxito porque en el imaginario popular, los SMS dan una mayor sensación de seguridad que los correos electrónicos.

Pues mucho ojo con atender llamadas o responder SMS y entrar en páginas sospechosas. Como repiten una y otra vez desde los bancos, nunca les van a pedir por teléfono claves de ningún tipo. ¿Qué hacían estos delincuentes con el dinero obtenido en estas estafas?

Una vez que los cibercriminales, un cualificado grupo de nacionalidad brasileña, tienen el control de las cuentas de sus víctimas, tiene que enviar el dinero a las cuentas que abren las mulas, el escalón más bajo de la organización, unas cuentas que en realdad están controladas y a disposición de componentes de los DDP.

En cuanto a cómo se captan las mulas, se realiza de varias maneras. Por ejemplo, ofreciéndoles una pequeña cantidad de dinero, unos cincuenta euros, como pago o prometiéndoles ingresar en los DDP o ascender dentro de la organización, como si fuese una prueba más. A veces, directamente emplean la violencia o la intimidación para poder emplear esas cuentas abiertas por las mulas. En otras ocasiones recurren a indigentes, a gente que duerme en la calle, para que abran estas cuentas con su documentación.

Una vez que han recibido el dinero procedente de las estafas, los delincuentes le daban salida rápidamente para evitar el bloqueo de las entidades bancarias. Así que sacaban rápidamente dinero en efectivo de los cajeros, compraban artículos de lujo, como teléfonos móviles de alta gama o collares de oro, o compraban tarjetas de criptomonedas. Hasta el momento, la Policía ha encontrado a cincuenta y nueve víctimas de estas estafas, repartidas por toda España, a las que les han robado un total de más de medio millón de euros. Además, la Policía cree que la red ha podido cometer estafas también en Portugal.

Lo que ha puesto al descubierto esta operación policial es una especie de UTE, de unión temporal, en este caso no de empresas, sino de bandas criminales. Muy probablemente, estos lazos comenzaron a tejerse en alguna prisión donde habrían coincidido unos y otros. Los hackers brasileños que diseñaban y ejecutaban las estafas se llevaban el setenta por ciento del dinero obtenido, que generalmente invertían en la adquisición de tarjetas de criptomonedas.

Los integrantes de la banda se gastaban el dinero en pagar la pequeña comisión que se llevaban las mulas. También pagaban con ese dinero partidas de droga, a la que sacaban bastante ganancia. Otro de los destinos de estos botines era mantener a los DDP que habían ingresado en prisión y pagar las minutas de los abogados que contrataban. El dinero también se empelaba en la compra de armas blancas y armas de fuego o, directamente, para mantener el tren de vida de los dirigentes de la organización.

Los DDP tenían todo muy bien planificado, contaban con toda una estructura financiera a su servicio. ¿Se les han podido demostrar más delitos gracias a esta investigación?

La operación ha servido para dejar bien claro algo que los especialistas en bandas latinas sabían desde hace tiempo. Los dirigentes de los DDP, como los de otros grupos similares, tipos de veintidós o veinticuatro años, emplean a menores de edad para cometer toda clase de delitos. Saben que si los detienen, su pena será mucho menor y en algunos casos serán inimputables.

Además, esos delitos se convierten muchas veces en una especie de prueba para entrar a formar parte de la banda, para afianzarse en ella o para ascender en el escalafón. La Policía ha intervenido durante muchos meses las comunicaciones de muchos DDP y ha detectado perfectamente este modo de actuación.

Los menores cometían todo tipo de delitos, pero por supuesto, tráfico de drogas. Son niños muchas veces los que llevan mercancía de un lado a otro o los que proveen a un punto de venta. Los menores también ocupan locales por la fuerza, cometen atracos, robos con fuerzas, vuelcos –es decir, robos de droga y dinero a grupos rivales–… Y hasta asesinatos, según se pudo escuchar casi en directo en esta operación.

El pasado 5 de junio, dos encapuchados entraron en la sidrería ‘El Tigre’, un conocido local ubicado en la calle de Hortaleza, en el barrio de Chueca. Uno de los dos tipos desenfundó un arma y realizó dos disparos contra un camarero que estaba detrás de la barra. Los pistoleros no debían tener mucha pericia porque los proyectiles quedaron incrustados en una pata de jamón que colgaba del techo.

¿Se sabe quiénes eran los pistoleros y por qué dispararon a este hombre?

El camarero, un español de origen latino de 32 años, tenía una cuenta pendiente con los DDP desde el año 2009. Había cometido uno de los peores pecados que se puede cometer en ese mundo: pertenecer a los Trinitarios, la banda rival, así que los líderes de los DDP, tras localizarle, ordenaron lo que ellos llaman una caída, es decir, un asesinato. Y se lo ordenaron a dos menores de edad, los pistoleros de poca puntería.

Los dos críos fueron detenidos pronto. Uno de ellos pocos minutos después de los hechos, muy cerca de la sidrería, cuando intentaba cambiarse de ropa para despistar a la Policía. Llevaba una mochila y en su interior estaba la pistola empleada en el tiroteo, un arma de fogueo modificada para poder emplear munición real. La detención la efectuaron dos agentes de movilidad, es decir, gente que no lleva armas, ni esposas y que atraparon al chico a pecho descubierto y lo inmovilizaron hasta la llegada de la policía municipal.

Este era el crimen que decís que la Policía puedo escuchar en directo. La Policía tenía intervenido el teléfono de un dirigente de los DDP, uno de los que ordenaron esa ejecución. La policía oyó como, minutos antes del crimen, este jefe pandillero le decía a unos de los sicarios menores de edad que tenía que mantener la llamada con él mientras cometiesen el crimen, que quería escuchar los disparos y cómo moría el antiguo correligionario de la banda rival. El menor estaba aterrorizado y le preguntaba al jefe cómo podía hacer para disparar y sostener el teléfono al mismo tiempo. Desde luego, no parecía una buena elección de sicario. Los dos DDP que ordenaron el crimen también fueron detenidos en la operación Jake Sport.

En esta operación importantes cabecillas de los DDP. Fueron detenidos los dirigentes del coro (es como se dividen ellos) de Pirámides, pero lo más importante de la operación es haber acabado con el aparato financiero, con la fuente de financiación principal del grupo, que eran estas estafas. Un aparato financiero que, como decía uno de los responsables de la operación, se había externalizado, recaía en esos hackers brasileños. Debe ser el signo de los tiempos, también para el crimen.