Se trata de un pederasta condenado en Marruecos por abusar de once niños y niñas, pero también un valioso colaborador de los servicios secretos españoles. Es una historia casi increíble si no fuera cierta.
Todo empezó como una buena noticia. El rey de Marruecos, Mohamed VI, quiere tener un gesto con su amigo, el rey Juan Carlos, y pide una lista de presos españoles para indultarlos y liberarlos aprovechando la fiesta nacional del Trono. En Marruecos había entonces casi 200 presos españoles. Y el Rey marroquí recibe una lista con 48 personas. Y los indulta a todos.
Así fue. La mayoría son ciudadanos condenados por traficar con hachís entre Marruecos y España. No hay delitos de sangre, pero en el último lugar de la lista figura Daniel Galván Viña, un hombre de 63 años, que cumplía 30 de condena por abusar sexualmente de 11 niños y niñas. Galván es el pederasta con mayor condena de todo Marruecos. De hecho, cuando fue juzgado, su caso fue objeto de un amplio reportaje de la televisión pública marroquí, que lo convirtió casi en símbolo del mal en ese país, un poco al estilo de José Bretón o Antonio Anglés en España.
Y cuando se descubre que este Galván ha sido indultado se producen las protestas en Marruecos. Y el escándalo también en España. Hay muchas cosas extrañas en este indulto, ya que no participaron ni Exteriores ni Justicia. Todo se hizo desde la embajada española en Marruecos. Y en esa embajada pesa bastante lo que llamamos Inteligencia o espionaje. Y ahora vamos a ceñirnos a la versión oficial: se hicieron dos listas, una de presos que podían ser indultados (18 españoles) y otra con los que podían ser trasladados para cumplir condena en cárceles españolas (el resto, 30 presos más, entre las que estaba Daniel Galván). Según esta versión, alguien, en el Palacio Real de Marruecos, mezcló las dos listas y todos los que estaban en ellas fueron indultados.
Pero incluso en una sociedad tan opaca a la libertad de expresión como Marruecos acaba surgiendo un resquicio por el que aparece otra versión que explica todo esto.
Un periódico digital marroquí llamado Lakome publica el 1 de agosto que Galván ha sido liberado a petición del servicio secreto español, el CNI. El propio ministro de Justicia de Marruecos da alas a esa versión al afirmar que el rey Mohamed VI actuó por “interés nacional” al concederle el indulto. Lo cierto es que Galván consigue salir el primero de los 48 presos indultados, apenas unas horas después de que el rey firmara los indultos. Abandona muy rápido la cárcel de Kenitra y, lo que nos cuentan es que, dos ángeles de la guarda, dos personas llegadas desde la carretera de La Coruña, lo recogen en la ciudad de Nador y cruzaron con él la frontera de Melilla.
La sede del Centro Nacional de Inteligencia, el CNI, está en las afueras de Madrid, en la autopista A-6, que une Madrid con Galicia. Y sí, todo indica, incluido lo que el propio Galván ha declarado, que este hombre ha colaborado con los servicios secretos españoles, aunque el CNI lo ha desmentido.
Al parecer, no estamos hablando de un espía español. Según lo que nos cuentan, Galván, que nació en Basora (Irak), en 1950, no es un agente, sino un colaborador de los servicios secretos. El hombre, nacido con el nombre de Salaheddin Gadhban Binia, llegó a ser teniente del ejército iraquí y aparece en España con un DNI fechado en 1992 donde ha españolizado sus apellidos: de Gadhban Binia pasa a ser Galván Viña, y un único trabajo conocido, el de becario y administrativo en la Universidad de Murcia, donde estuvo entre 1996 y 2002.
Lo poco que ha contado al juez de la Audiencia Nacional Fernando Andreu, que lo mantiene en prisión, es que hizo misiones “muy delicadas para los americanos en Irak” y ha señalado concretamente la cárcel de Abu Ghraib, célebre porque soldados norteamericanos sometían a todo tipo de vejaciones a algunos prisioneros.
Un oficial de los servicios de inteligencia españoles nos lo explicó así: “Los americanos eran los jefes en Irak, pero Galván era nuestro. Prestó servicios sobre el terreno durante la guerra de Irak. Es iraquí, fue militar, no había nadie con su perfil, dispuesto a colaborar”. Hay que situarse en aquella guerra, donde ocho agentes españoles del CNI fueron asesinados. Y donde era vital conseguir información para evitar nuevos atentados a nuestras tropas.
En Irak las tropas españolas sí hacían interrogatorios. Había un campo de detención del ejército español donde se llevaba a los detenidos. En 48 horas, agentes de la inteligencia militar, casi siempre de la legión, los interrogaban y decidían si eran inocentes, delincuentes comunes, como por ejemplo ladrones de gasolina, o terroristas. Estos últimos pasaban entonces a los americanos, a Abu Ghraib. Ahí pudo tener un papel un ex militar iraquí como Galván, conocedor del idioma y el país.
Lo cierto es que coincide su desaparición de la Universidad de Murcia, en 2002, con la guerra de Irak, en 2003. Y el final de la participación española allí coincide con el regreso de este hombre. Pero antes de la salida del ejército español de Irak ocurrieron los atentados del 11M de 2004 en Madrid. Y muy pronto, llegaron las primeras pistas sobre los autores. En la cárcel de Kenitra, en Marruecos, estaba Mustafá Maymouni, cuñado de ‘El Tunecino’, uno de los suicidas de Leganés. La DST marroquí interroga, imaginamos que con contundencia a Maymouni, preso por los atentados de Casablanca, en 2003. Y éste cuenta mucho más de lo habitual.
Maymouni confesó que él había puesto en marcha dos células terroristas: una en Madrid, con su cuñado; y otra en Kenitra, en Marruecos, para atentar en los dos países. Dos terroristas del 11M, Jamal Zougam y Abdelilah Hriz, tuvieron contactos con Kenitra. Hriz cumple condena en esa prisión.
Todo esto tiene que ver con Daniel Galván en que en 2005, cuando esa información de interés llega al CNI, Daniel Galván se va a vivir a Kenitra, una ciudad a 80 kilómetros de Rabat donde jamás había estado, donde no conocía a nadie. Compra un par de pisos, uno de ellos a doscientos metros de los muros de la prisión donde están los integristas más peligrosos de Marruecos. Galván no tiene ingresos conocidos ni trabajo. Pero da fiestas a las que invita a niños y jóvenes del barrio.
Y en 2010 la policía marroquí detiene a Galván, porque una persona de su confianza ha entregado un DVD donde se le ve besando y tocando niños. Eso es. Galván tuvo un comportamiento insólito durante el juicio contra él. Asegura que había llegado a Marruecos porque era más fácil conseguir sexo con niños pagando, firma una confesión admitiendo que abusó sexualmente de once menores de entre 3 y 15 años. Cuenta que era profesor de Oceanografía en España, que estaba casado y tenía dos hijos y que colaboraba con el servicio secreto español (al menos dos de esas tres cosas son falsas). Se gana el odio del tribunal y de todo el país. Nuevamente, vuelve a haber dos explicaciones.
El abogado de Galván, Manuel Maza, asegura que fue torturado en Marruecos, de hecho le faltan cuatro dientes. Y también que no le daban la medicación para su trastorno de esquizofrenia, lo que hizo que firmara lo que fuera. La otra opción es que Galván no pudiera confesar su profesión real, a qué se dedicaba en Marruecos y que su comportamiento fuera un aviso para sus controladores en el CNI.
Nos explican que Galván hizo llegar dos mensajes desesperados a sus controladores en el CNI después de ser detenido, en 2010. Primero les hizo saber que tenía información relevante de un atentado islamista que se iba a cometer en España. Posiblemente era un intento de que no le dejaran tirado. Y ahí entró su segundo mensaje enviado desde la prisión de Kenitra. Si no le sacaban de allí, difundiría información comprometida para el espionaje español. Iba a denunciar que agentes del CNI se quedaban con parte del dinero que debían entregarle a él para sus labores de confidente.
Y en ese ambiente de cruce de mensajes llega el indulto del rey de Marruecos. Es fácil pensar mal. Quienes siguen este territorio saben que no somos partidarios de rebuscadas teorías de la conspiración, pero esta vez parece distinto. Nadie entiende que un pederasta así haya sido incluido en una lista fabricada de una forma tan irregular. Y la última versión oficial es tan increíble que puede ser una operación de distracción propia, también, de los servicios secretos.
El Rey de Marruecos tuvo que dar marcha atrás en el indulto. Galván fue detenido y ahora está en prisión. La denuncia por pederastia viene por parte del padre de una niña española y un tema muy turbio. La víctima está en un centro de menores y han pasado casi diez años de los hechos. Un oficial de los servicios de inteligencia españoles sí nos ha contado que “Galván tuvo algún incidente con niños en Irak, lo que hizo que hubiera que levantarlo de alguna zona”. Sobre sus víctimas en Marruecos, los informes médicos determinaron que siete de los críos sufrieron abusos. Pero todo muy oscuro: Galván pagó una casa a los padres de uno de los niños de los que abusó, a otra de sus víctimas la instaló en su casa con el consentimiento de la madre…
En cuanto al trato con este tipo de delincuentes, los confidentes siempre están al filo de la navaja. Suelen ser pequeños traficantes de droga, ladrones, a veces criminales… por mucho que duela. Es el mundo real. Y en el tema del integrismo islámico, España, como casi todos los países occidentales, tiene un grave problema para reclutar confidentes fiables.
En fin. Todo muy entre la niebla, en esta historia. Lo que sí parece claro es que si esta era una operación para liberar a Galván, todo ha sido una gigantesca chapuza. Es cierto que Galván está en una prisión, pero española, y que el escándalo ha sido formidable. Así nos parecía a nosotros hasta que se lo dijimos a un amigo en ese mundo de los servicios de información. Es un tipo que nos suele contestar con preguntas y cuando se lo hicimos ver, nos dijo: ¿Ah, sí, una chapuza? ¿Dónde está Galván ahora? ¿Y quién se cree que fuera un espía si es un tipo viejo y loco, un hijo de puta que abusa de niños?
Ya saben, aquella frase creo que del presidente Roosevelt cuando le dijeron que el dictador de Nicaragua, Anastasio Somoza, era un hijo de puta. Puede ser un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta.