Hablemos de Método 3, la agencia de detectives que fue número uno en Cataluña durante los últimos años. La que supuestamente espió el encuentro entre Alicia Sánchez Camacho y la ex novia de Jordi Pujol Ferrusola.
Método 3 la fundó en 1985 una gallega, Marita Fernández Lado, que había sido secretaria en la agencia de detectives HAS, una de las más conocidas de Barcelona. A mediados de los años noventa, con la incorporación de su hijo Francisco Marco, la agencia da un salto y comienza a hacer trabajos mucho más complejos que los clásicos líos de faldas y falsas bajas laborales. La contratan muchas grandes empresas y también algunos partidos políticos, todos los grandes de Cataluña y algunos de fuera de Cataluña.
Llevan haciendo dossiers o informes para partidos políticos desde el año 1995, hace ya 17 años de eso. Aquellos años tienen bastante en común con estos: aparecen casos de corrupción por todas partes, recordemos que Luis Roldán por ejemplo estaba fugado, el paro desbocado, la prima de riesgo en 450 puntos, un gobierno –entonces de Felipe González– en grave crisis… Son años de guerra sucia, de dossiers, la familia real sufre cuando la actriz Bárbara Rey acusa al amigo y hombre de confianza del Rey, Manuel Prado y Colón de Carvajal, de amenazarla. La actriz se reúne con Mario Conde, el banquero… Luego se sabría que el gobierno había pagado algo más de medio millón de dólares a la agencia Kroll por hacer un informe sobre Conde…Y en aquel clima, como en el de estos años, las agencias de detectives, lógicamente, ven aumentar su clientela.
Salvando todas las distancias, las que van de Bárbara Rey a Corina o Diego Torres y de Luis Roldán a Luis Bárcenas, sí parece que hay similitudes. O sea, que vivimos una segunda etapa dorada del espionaje entre políticos.
En cualquier caso, desde Método 3 siempre nos han dicho que los partidos políticos son apenas el 5 por ciento de su facturación, que, por cierto en sus años dorados tuvo que ser ingente porque, solo en sueldos, la agencia llegó a pagar un millón de euros anuales.
Los encargos de aquellos años noventa procedían de partidos políticos que querían investigar a sus propios dirigentes. Un poco al estilo de pesquisas de una supuesta brigada de Asuntos Internos que propuso Esperanza Aguirre. Vamos a poner un ejemplo basado en hechos reales. La policía desmantela a principios de aquellos años noventa una red de prostitución masculina de menores, de chaperos brasileños de 16 y 17 años que trabajaban en la zona de la calle Almirante, de Madrid. En la agenda de uno de esos chavales está el nombre y el teléfono de un diputado. También, por cierto, el de una cantante y el de un sacerdote. Pero la agenda no es admitida en el juicio y no se acusa a nadie. El partido político no se queda tranquilo y decide investigar a su diputado. Tiempo después, el diputado anuncia que necesita más tiempo para su familia y se retira del escaño.
Se encargaban dossieres, lo que se llama una patrimonial (una investigación de bienes o sociedades en los que participa el político), que ahora suele costar unos 3.000 euros, para ver si se había enriquecido ilegal o inmoralmente. A veces, si hay indicios de cosas sucias, paraísos fiscales…, se han pagado hasta 100.000 euros o entonces su equivalente en pesetas por dossiers sobre políticos.
Si se comprobaba que había algo turbio, al político se le invitaba a prejubilarse. Entonces, el hombre anunciaba su retirada porque, por ejemplo, necesitaba pasar más tiempo con su familia. Pero, con el tiempo, esta práctica, que podría ser incluso defendible como un método de depuración interna, pasó a ser una herramienta de poder, que comenzó a utilizarse para amedrentar y derrotar a rivales y arrinconar a disidentes.
Ya decía Pío Cabanillas –padre– aquello de “cuerpo a tierra, que vienen los nuestros”. Algo así hay detrás de la guerra de espionajes en el PP de Madrid, abierta desde el año 2008. Vamos a situarnos en lo que es la vida interna de un partido político con mucho poder. Esperanza Aguirre controla el PP y el gobierno de Madrid. Y en 2008 tiene dos delfines, que son Francisco Granados –consejero de Presidencia y secretario general del PP de Madrid– e Ignacio González –vicepresidente. Los dos, Granados y González, se odian cordialmente y los dos ven como alguien encarga a espías, detectives –los de Método 3, también– o guardias civiles en excedencia para investigar si uno de los dos o ambos se han hecho millonarios aprovechando su carrera política.
El señor González, ahora presidente de la Comunidad de Madrid, compró este año el ático con dueño misterioso en el paraíso fiscal de Delaware, y el señor Granados cayó en desgracia. La presidenta Aguirre lo destituyó a finales de 2011 por “pérdida de confianza”. Los dos espionajes, por cierto, siguen abiertos en los juzgados.
Esos asuntos digamos que están casi en empate técnico. El espionaje que sufrió Ignacio González conduce a Método 3 y otras agencias de detectives, esta vez madrileñas y murcianas, y se acerca a un constructor íntimo amigo del señor Granados, al que vendió un chalé en Marbella. Y el espionaje que sufrieron en Madrid los señores Gallardón, Cobo, Prada y la actual delegada del Gobierno, Cristina Cifuentes, apunta al señor González o a alguien que quiso agradar al señor González.
Método 3 ya no existe. En agosto, como miles de empresas, acometió un Expediente de Regulación de Empleo y despidió a 30 de sus detectives. Al menos dos de ellos se enfrentaron directamente al dueño, Paco Marco, y lo denunciaron por despido improcedente. Marco, por su parte, asegura que los ex empleados le chantajearon amenazándole con hacer públicos los dossieres de la agencia. Sea como fuere, hay muchos detectives de Método 3 que necesitan liquidez y seguro que habrá gente dispuesta a pagar.
Hemos visto que Método 3 ha hecho trabajos para el PP de Madrid, y también los hizo en Cataluña. Al menos uno para Alberto Fernández, que fuera líder del PP catalán y hermano del actual ministro del Interior, al que durante una manifestación en el año 2007 varias personas amenazaron de muerte. Fernández denunció los hechos y Paco Marco, de Método 3, ayudó en la investigación e incluso declaró en el juzgado. Identificó como uno de los autores de las amenazas a un simpatizante de Esquerra Republicana, Marc Palacios.
Pero es que la agencia también trabajaba para el PSOE. En este caso, todo indica que el espionaje a Alicia Sánchez Camacho, lo habría contratado el Partido de los Socialistas de Catalunya. La persona de contacto de Método 3 con el PSC es la detective Elisenda Villena. Su hermana, Ana, es abogada del PSC y amiga de José Zaragoza, el que fuera número dos de los socialistas catalanes. Elisenda, la detective de Método 3, ha reconocido que hizo trabajos de seguridad interna para el PSC, pero no éste. En cualquier caso, el seguimiento creemos que no fue a Alicia Sánchez Camacho, sino a Victoria Álvarez, la novia del hijo mayor de Pujol. Y hay dos hipótesis de trabajo ahora: que los socialistas o la agencia recibieran un chivatazo (el restaurante donde tuvo lugar la grabación era de su confianza o puede tener un topo en el PP que no quiera bien a la señora Sánchez Camacho); o bien, una de las dos personas que se sentó allí supiera que se estaba grabando. Lo que nos dicen es que de micrófono entre las flores y durante un mes en la mesa, nada de nada, que eso es una chapuza y que se hizo de otra forma.
Dedicamos aquí un territorio negro a hablar de aquella operación Pitiusa en la que se había espiado a Telma Ortiz, la hermana de la princesa Letizia, y al marido de Dolores de Cospedal, entre otros. Pues bien, en aquella operación ya fueron detenidas Elisenda Villena y otra hermana suya, también detective privado en una agencia de Barcelona. La policía descubrió entonces que los detectives usaban ya métodos de grabación ocultos en objetos tan triviales como un mechero y hasta las llaves de un coche.
Sea como fuere, se grabó a Alicia Sánchez Camacho hablando con esta mujer, Victoria Álvarez, que fuera novia del hijo de Jordi Pujol. Y ahora parece que todo el mundo graba a todo el mundo. Se habla de cientos de espiados.
Método 3 tiene unos 20.000 expedientes de investigaciones realizadas en los últimos 28 años. La mayoría de los objetivos fueron personas anónimas, pero también se hicieron trabajos a famosos y deportistas. Por ejemplo, se investigó al nuevo compañero, ahora marido de la tenista Arantxa Sánchez Vicario, metida en un tremendo follón económico y sentimental con sus padres, al casi mítico Gerardo Díaz Ferrán y también se investigó a cuatro directivos del Barcelona candidatos a ser los herederos de Joan Laporta.
Y Método 3 también investigó, lo contamos en su día, a las estrellas del Barça: Ronaldinho, Deco, Etoó y un recién llegado, Gerard Piqué. Fue el año 2008 y los informes de los detectives fueron definitivos para que Guardiola, que llegaría aquel otoño, anunciara su decisión de prescindir de los tres primeros, aunque luego tuvo que aguantarse un año más con Etoo. Sobre el cuarto, Piqué, la agencia de detectives no encontró nada fuera de lo común en un tipo tan joven y tan guapo, dicen. Todo se hizo por unos 20.000 euros. Por cierto, el juez acaba de determinar que aquellas investigaciones fueron legales. Y esa conexión de Método 3 con el Barça en aquellos años es la que conecta también a la agencia con Convergencia Democrática, el último gran partido catalán que nos faltaba.
El que era su director de Seguridad, Xavier Martorell, sí que es un hombre de Convergencia. Martorell ya había sido director de los Mossos d’Esquadra con Jordi Pujol y era quien encargaba los trabajos a la agencia de Paco Marco. Al dejar el Barca Laporta, fue el elegido por Artur Mas a principios de 2011 para ser Director General de Análisis y Prospectiva, aunque desde el entorno de Martorell se hablaba de que iba a montar los servicios de inteligencia de una futura Cataluña independiente, el CNI catalán digamos. Lo que ocurrió fue que uno de sus enemigos internos, Felip Puig, fue nombrado conseller de Interior y Martorell no pudo cumplir sus planes. Hoy es director general de Prisiones.
Volvemos a enemigos íntimos. Felip Puig es uno de los dirigentes que fue espiado por Método 3, según publicó El Periódico de Catalunya. Puede ser una coincidencia. Y seguimos trazando mapas. Puig es íntimo amigo de la familia Pujol. Un informe de la famosa UDEF, qué coño es eso, que diría Pujol padre, asegura que cobró 250.000 euros en comisiones entre 2001 y 2003 de la trama de Millet y Convergencia Democrática. Y uno de los Pujol, Jordi hijo, es el protagonista aunque no estuviera presente de la comida grabada por Método 3.
Método 3 tiene dossieres sobre el caso Palau. El Mundo publicó que había sido el PSC quien había hecho ese encargo. Nosotros pensamos que la agencia de Paco Marco puede haber tenido varias peticiones en ese sentido, de varios clientes. Y que también esa puede ser la explicación última de la comida famosa entre Sánchez Camacho y Victoria Álvarez.
Los detectives estaban buscando trapos sucios de la familia Pujol, su conexión con el caso Palau, y por eso seguían a Victoria Álvarez. De hecho, le hacen fotos a ella cuando sale del restaurante. La comida tiene lugar en 2010, en el estallido del caso Palau de la Música, el gigantesco desfalco del señor Félix Millet que primero se vendió como la historia de dos tipos corruptos y luego hemos sabido que ellos eran instrumentos para pasar el famoso tres por ciento –y a veces más- a Convergencia Democrática. De hecho, el tesorero del partido está imputado y otro se ha librado porque ha fallecido.
Una gran empresa, casi siempre Ferrovial, conseguía unas obras en Cataluña. Por ejemplo, la línea 9 del metro de Barcelona. Sobre el dinero de la obra, debía aplicar un porcentaje que pasaba al Palau. Millet se quedaba con una parte y otra iba a parar al tesorero de Convergencia o a una fundación afín.
Y en ese marco se pudo encargar por parte del PSC, que recordemos había denunciado años ha por boca de Pascual Maragall aquello del tres por ciento, la investigación por el tema Palau. Pero es que La Vanguardia ha publicado que el ex president Montilla, Carod Rovira, Joana Ortega… todos estos políticos habrían sido espiados.
En algunos casos sí sabemos que Método 3 no hizo esas pesquisas. Sí que todos tienen algo en común. Dos de ellos, Montilla y Ortega, tuvieron que reconocer que sus currículums estaban como mínimo inflados: Montilla no terminó ninguna carrera universitaria y Joana Ortega, la número dos de Durán i Lleida, no era psicóloga. Y Carod Rovira tuvo un encuentro con etarras vigilado al menos por servicios de inteligencia, como por otra parte debe ser en cualquier país respetable. En cuanto a otros nombres que daba La Vanguardia, sí explican la implantación de Método 3 en las altas esferas de Barcelona. Xabier Sabaté, diputado del PSC, al que supuestamente habrían investigado, fue durante muchos años… el suegro del detective jefe de Método 3, Francisco Marco.
Lo que ocurre es que cuando sube la corrupción, la crispación… hay más mercado para los detectives. Y en ese sentido, Cataluña es ahora tierra de oportunidades para ellos: la familia Pujol, las batallas de Convergencia con Unió, de Artur Mas con el señor Duran i Lleida, la guerra interna de los socialistas, el futuro referéndum por la independencia… Son luchas de poder. Ya ocurrió, a menor escala, en Castilla La Mancha cuando la señora Cospedal aterrizó y amenazaba con disputarle el poder al señor Barreda.
Allí también hubo guerra de dosieres, porque se ha hablado del señor Barreda como otra víctima del espionaje de Método 3. Nos tememos que allí se investigó a todos, al señor Barreda y a la señora Cospedal –ella de hecho lo denunció públicamente–. Y se vivieron escenas de película, como encontrar bajo el coche una chicharra o dispositivo de seguimiento que alguien había colocado y se había caído. En esos casos, no hizo falta que el espionaje lo encargara un partido político, puede hacerlo un constructor o un despacho de abogados amigo. En la lucha por el poder de Castilla La Mancha contaremos lo más chusco: se utilizaba contra Cospedal que no vivía en Toledo, sino en Madrid. Unos detectives investigaron y descubrieron una casa del señor Barreda, también en Madrid.