TERRITORIO NEGRO

Territorio Negro: Los Ángeles del Infierno en España: drogas, juego, porno y Fórmula 1

En las últimas semanas, han aparecido en las crónicas de sucesos, bandas de motoristas, ángeles del infierno, implicados en distintos delitos –prostitución, tráfico de drogas…–, algo muy poco frecuente en España. Por eso queremos contar a qué se dedican estas bandas.

ondacero.es

Madrid | 23.09.2013 18:11

Lo que suena es una de las canciones más conocidas de la banda sonora de Easy Rider, esa película de 1969 en la que unos melenudos Denis Hopper y Peter Fonda recorren Estados Unidos a lomos de unas llamativas motocicletas…

Peter Fonda y Dennis Hopper son en esa mítica película traficantes de droga y su estética es equiparable a la de las bandas de motoristas creadas unos 20 años antes, al final de la Segunda Guerra Mundial. Un grupo de ex pilotos militares fundó entonces en California el primer club de los Ángeles del Infierno. Las carreteras norteamericanas, esas que aparecen en Easy Rider, se habían llenado de este tipo de motocicletas, que eran las que se utilizaron durante la guerra y que al acabar la contienda se vendieron a precios de ganga: Indians, Triumph y Harley Davidson eran y siguen siendo sus preferidas.

En un principio estaban compuestos por muchos ex combatientes de guerra huérfanos de emociones fuertes. En realidad, ellos eran los antisistema de la época. Protagonizaron en Hollister, un pequeño pueblo de California, un incidente que les comenzó a hacer famosos: ciegos de alcohol, rompieron escaparates, farolas y semáforos sin motivo aparente. Aquello les dio fama de malotes, una fama que se extendió por el resto del planeta cuando en su concierto de fin de gira de 1969, en California, los mismísimos Rolling Stones contrataron a varios Ángeles del Infierno para su servicio de seguridad y uno de ellos mató de una puñalada a un espectador que llevaba una pistola.

Los Ángeles se dividieron en ‘chapters’ (capítulos), grupos locales, principalmente en Estados Unidos y Canadá, donde posteriormente surgieron otras bandas de motoristas que comenzaron a rivalizar con ellos: los Outlaws y los Bandidos. De allí, en los años 70 dieron el salto a Europa, donde ya son mucho más numerosos. Al otro lado del Atlántico, en América, hay unos 300 chapters, mientras que en Europa ya hay cerca de 450.

Esas bandas son un problema mucho mayor que de orden público, son un problema de crimen organizado. Las bandas se dedican a muchas actividades delictivas: tráfico de drogas, prostitución, extorsiones, blanqueo de dinero y hasta asesinatos cuando son necesarios para mantener el negocio. Stieg Larsson, en su famosa trilogía sobre los hombres que no aman a las mujeres, hablaba de los chapters suecos de los ángeles del infierno y es que allí, en el norte de Europa, hace tiempo que son un serio problema, que en los últimos años también ha llegado a Europa del Este, en Rusia y en Turquía. De hecho, a mediados de los 90 hubo una cumbre de Interpol con policías de todo el mundo para frenar el avance de estas bandas. De aquel germen están naciendo las operaciones policiales como las que se produjeron en España últimamente.

De la peligrosidad de las bandas de motoristas ya se hablaba hace veinte años. Pero en España es un fenómeno reciente  y a ese fenómeno ha contribuido la movilidad de sus miembros. Hasta ahora, solo los Mossos d’Esquadra habían hecho una gran operación contra los ángeles. Fue en 2009, cuando se detuvo a 22 personas, acusados de formar un grupo de tintes paramilitares y neonazis: se les incautó droga y armas, pero el golpe más importante se dio este verano en Mallorca, en una operación conjunta de Policía y Guardia Civil, impulsada por la Audiencia Nacional y la Fiscalía Anticorrupción. Se llamó operación Casablanca.

Esta operación nace cuando se detecta en España, en Mallorca, a uno de los personajes más importantes de este mundo, un auténtico capo motero: el alemán Frank Armin Hanebuth, un tipo de 49 años, vinculado a las organizaciones de motoristas desde los años 80, jefe del chapter de los Ángeles del Infierno de Hannover, uno de los más poderosos del continente, y uno de los responsables europeos de la organización. En Alemania posee burdeles, salas de cine porno y sex shops, negocios que le generan millonarios beneficios.

Venía huyendo de las autoridades alemanas y de sus rivales. Bandidos y Ángeles del Infierno han protagonizado en Alemania guerras con muertes, incendios de locales… En varios landers, como en Hamburgo, están prohibidos. Hanebuth pasó tres años en prisión a principios de este siglo. Cuando salió de la cárcel subió en el escalafón del crimen organizado, fue acusado de encargar un asesinato, sus propiedades fueron embargadas y hace un par de años decidió instalarse en Mallorca, en Lloret de Vistalegre, en una finca llamada Son Paraíso, de 14.200 metros cuadrados y valorada en más de dos millones de euros.

Hanebuth y los hermanos Abdelghani y Khalil Youssafi –también ciudadanos alemanes– habían fundado en 2009, cuando el jefe comienza a visitar la isla, el chapter de Mallorca de los Ángeles del Infierno y habían comenzado su actividad criminal con uno de los tradicionales negocios de las bandas de motoristas: la prostitución. A estas alturas ya controlaban tres clubes en la isla de Mallorca y preparaban la compra de más locales para seguir explotando mujeres, a las que esclavizaban y hasta cambiaban su aspecto.

Los hermanos Youssafi son verdaderos esclavistas de mujeres: ninguna de sus prostitutas podía coger un día libre hasta que no ganase un mínimo de mil euros. Y el siguiente día libre, lo tenía cuando ganase otros mil… Pero es que, si no les convencía el aspecto que tenían, las obligaban a pasar por una clínica de cirugía estética de confianza para añadirse pecho, ponerse silicona en los labios o perfilarse el trasero. El coste de la intervención corría, como puedes imaginar, a cuenta de las mujeres, a las que además empleaban para poner a su nombre coches y casas de lujo, de las que nunca disfrutaban.

Desde 2009, los ángeles del infierno se habían hecho notar en la isla: tuvieron broncas que acaban a navajazos con bandas rivales, a uno de sus miembros se le interviene una pistola, Khalil Youssafi es denunciado por un mallorquín que contó a la policía que le exigía 400.000 euros para no arruinarle su negocio. El terror que provocaban los ángeles era tan grande que este hombre acabó retirando la denuncia y pactando con el jefe motero una entrega de 70.000 euros. Hace un par de años un padre denunció que su hija había sido obligada a ejercer la prostitución, el año pasado la policía alemana comunicó a sus colegas españoles que los Youssafi habían escondido en Mallorca a un miembro de la banda buscado en Alemania por asesinato…

Los Ángeles del Infierno son equiparables a cualquier organización criminal y, por tanto, digamos que el jefe no se manchaba demasiado las manos de sangre. Estaba a otras cosas, como por ejemplo, a corromper a las fuerzas de seguridad, un principio básico de cualquier banda organizada que se precie. En la operación Casablanca fueron detenidos cuatro agentes de la Guardia Civil que pasaban información a la banda. Y, por supuesto, el jefe preparaba lo que los manuales del crimen organizado llaman la última fase de la implantación de una mafia: la corrupción de cargos de la administración.

No lo habían logrado aún, pero tenían planeado un gran proyecto para el que era imprescindible contar con la anuencia de los políticos locales: querían construir un circuito de fórmula uno para blanquear los ingentes beneficios que les dejaban sus negocios ilegales, no solo los que tienen en España, sino los de Alemania y Turquía, donde Hanebuth también mandaba. Otro de sus planes era construir un enorme casino en Marruecos, un proyecto que tenían más avanzado que el del circuito de fórmula uno.

El resumen de la operación Casablanca es 22 detenidos y lo que parece todo un grupo criminal desarticulado, pero hace apenas unos días conocimos otra gran operación en la que fueron detenidos Ángeles del Infierno y que nada tenía que ver con la prostitución.

Esta vez tenía que ver con otro de los tradicionales negocios de las bandas de motoristas: el tráfico de drogas. Pero se trata de una operación insólita: dos jefes canadienses de los ángeles del infierno viajaron hasta España para hacerse cargo de un cargamento de media tonelada de cocaína llegado a las costas gallegas desde Colombia. Es la primera vez que la policía española hace una operación así…

Lo que nos explican es que las bandas de motoristas están creciendo y abriendo negocios en toda Europa. Y nuestro país es la entrada natural de toda la cocaína que llega a Europa desde América. De hecho, la información que hizo posible esta operación Warrior, hecha por el Greco Galicia y la Brigada Central de Estupefacientes, procede de la DEA norteamericana: los federales avisan de que dos jefes de un chapter canadiense habían llegado a un acuerdo con una organización colombiana para meter un importante cargamento de droga en España.

Los detenidos son dos tipos importantes: Chad John Wilson y Jason Cyrus Arkinstall. Junto a ellos viajaron a España dos subalternos, ángeles de menor entidad: Scott Ryan Smitna y Michael John Drybourgh. Chad era jefe del chapter de San Diego (California) y era buscado por las autoridades de Dakota del Sur por liarse a tiros en 2009 con cinco Outlaws, los tradicionales rivales de los ángeles del infierno. Arkinstall posee un largo historial delictivo en Canadá, que incluye la tenencia de armas y el tráfico de marihuana a gran escala.

Lo que hicieron, tratando de burlar a la policía española, fue llegar desde París en autocaravanas y coches. Fueron localizados en Madrid y vigilados durante varias semanas durante el mes de agosto, hasta que se desplazaron a Galicia. Por separado, se alojaron en Mondáriz y en Ponteareas, lo que ya dio a la policía la pista de que el desembarco de la drogas e iba a producir, casi con todas seguridad, en Galicia. De hecho, las detenciones se produjeron cuando dos gallegos, los transportistas, se cambiaban los coches con los ángeles de menor categoría: en el interior de los vehículos había 500 kilos de droga.

Como hemos dicho que viajaban en coches de alquiler y en autocaravanas, pero los seguimientos fueron muy complicados, porque los ángeles del infierno canadienses compartían con sus colegas de Mallorca la misma afición por las prostitutas: en sus desplazamientos por carretera paraban continuamente en los clubes que encontraban a su paso.

Ya están en prisión, y allí los jefes siguen haciendo valer sus galones. Nos contaban que mientras estaban en los calabozos, a la espera de declarar, el jefe, Chad Wilson –que, como el resto, solo habla inglés, dio una orden muy clara a gritos para que le oyeran todos desde las distintas celdas: “No digáis nada. Y así fue, todos ellos se negaron a declarar.