MANU MARLASCA Y LUIS RENDUELES

'Operación Violeta': Así fue la detención de fugitivos reclamados por delitos sexuales graves contra mujeres y niñas

Manu Marlasca y Luis Rendueles nos hablan de la 'Operación Violeta', dirigida a la localización de los fugitivos reclamados por los delitos sexuales de mayor pena en nuestro país.

ondacero.es

Madrid | 27.03.2023 18:52

Muchas veces Luis Rendueles y Manu Marlasca nos han contado en este espacio que la Policía no se olvida de nadie. Que ningún delincuente puede vivir tranquilo si tiene una cuenta pendiente con la Justicia porque tarde o temprano llamarán a su puerta y se lo llevarán detenido.

Hoy en Territorio negro vamos a recorrer unos cuantos casos así, enmarcados en lo que la Policía ha llamado 'Operación Violeta', una forma de hacer justicia con aquellos que han hecho mucho daño a mujeres y niños y que se habían convertido en prófugos.

¿Qué es la operación Violeta y quién la ha puesto en marcha?

A sus artífices los conoces tú y los conocen los oyentes. Se trata de la Sección de Localización de Fugitivos de la Comisaría General de Policía Judicial, seguramente uno de los mejores grupos de cazadores del mundo, tal y como acreditan sus cifras de detenidos. Por este espacio pasaron algunos de esos policías hace menos de un año para explicarnos en qué consiste su trabajo. Pues bien, el grupo 2 de esa sección puso en marcha el pasado año la 'Operación Violeta', que hoy sigue dando frutos como veremos. Su objetivo son los fugitivos condenados a penas de prisión por delitos sexuales contra mujeres y niños. Es decir, pederastas y violadores que hayan logrado burlar a la justicia española o a la de otros países, pero puedan estar escondidos aquí.

¿Tan fácil es escapar de la justicia?

Habría mucha tela que cortar en este punto. Porque, aunque parezca mentira, muchos reos que son condenados a penas de diez años o más llegan a sus juicios en libertad y no solo eso, sino que cuando se les notifica la condena se les da un plazo de diez días para que se presenten en la cárcel. Y, claro, muchos no lo hacen y es cuando entra en juego la sección de fugitivos. Desde mayo de 2022, se lanzaron a por unos sesenta o setenta objetivos que cumplían el requisito de estar reclamados por tribunales españoles o de otros países para cumplir una larga condena por delito sexual.

¿Funcionó esa operación Violeta?

Funcionó muy bien, porque en tan solo seis meses, desde mayo a noviembre del año pasado, fueron localizados y arrestados un total de veintiséis prófugos, la mitad en España y los demás en ocho países extranjeros, gracias a la colaboración internacional y a los sólidos hilos que la sección de fugitivos ha tejido con sus colegas: Colombia, Perú, Uruguay, Paraguay, Países Bajos, Reino Unido, Rumanía y Alemania. Todos los detenidos estaban reclamados por delitos sexuales graves contra mujeres o menores de edad, como violaciones, abusos sexuales, pederastia o tráfico de personas para explotación sexual. Y alrededor del ochenta por ciento de los arrestados tenían condenas por cumplir. Luego hablaremos de algunos de esos prófugos con detalle.

Pero nos quieres hablar de uno en concreto, del último de los detenidos en esa operación Violeta, un hombre condenado a veinticuatro años de cárcel, que llevaba siete años huido de la justicia. ¿Qué delito cometió?

En el año 2011, Isaac, que ahora tiene cuarenta y dos años, salió de fiesta con un par de amigos. Los tres conocieron a una chica, todo se subieron a un taxi que los condujo a un domicilio y allí la mujer fue violada por los tres hombres sucesivamente y de todas las formas posibles... Mientras uno la agredía, los otros dos la sujetaban y así iba corriendo el turno. Una violación en manada en toda regla. La policía solo pudo identificar y detener a uno de los participantes en la violación, Isaac. Él nunca quiso dar el nombre de los otros dos agresores, que siguen impunes, doce años después de los hechos.

Isaac pasó unos meses en prisión preventiva y fue puesto en libertad, a la espera de un juicio que no se celebró hasta 2016. Fue condenado a veinticuatro años de prisión y, sorpresa, no se presentó en la cárcel para comenzar a cumplir su condena, así que se convirtió en prófugo y, por tanto, en objetivo de la sección de fugitivos de la Policía. No era nada fácil dar con él porque Isaac comenzó a vivir en la más absoluta clandestinidad: ni un movimiento en el banco, ni una cita médica, nada a su nombre. Y eso que iba a ser padre en fechas próximas a la que tenía que haber sido su entrada en prisión.

¿Había escapado muy lejos? ¿Buscó refugio en algún país lejano?

No, tal y como hacen los jefes mafiosos sicilianos como Bernardo Provenzano, Toto Riina o Messina Denaro, que son detenidos en sus pueblos tras décadas refugiados allí, Isaac se escondió en su zona de seguridad, en su propio barrio, de donde no salía en ningún momento. La Policía sabía que la mujer y el hijo del fugitivo residían en un peculiar edificio del barrio madrileño de Moratalaz y sospechaban que él también se refugiaba allí, donde además tenía fijado su último domicilio, pero vigilar esa zona es prácticamente imposible. Cualquier policía es mordido, es decir, detectado, en cuestión de minutos.

¿Qué clase de edificio es ese tan particular?

Se llama el ruedo y todos los oyentes de Madrid sabrán a qué edificio nos referimos. Es una gigantesca construcción circular, al borde de la carretera de circunvalación M-30 que se inauguró a principios de los años noventa del siglo pasado y que sirvió para realojar a familias chabolistas de poblado del distrito de Vallecas, como el pozo del huevo. Durante años fue un lugar muy conflictivo. En la actualidad viven allí cerca de 350 familias, unas mil trescientas personas. La estructura del edificio hace prácticamente imposible vigilar allí, salvo que le eches mucha imaginación, talento y medios técnicos al asunto.

Salía de su casa, siempre tapándose la cara, y siempre a una vivienda del mismo edificio, probablemente para ver a su familia. Sus visitas solo duraban treinta minutos y regresaba a su guarida. Finalmente, la policía pudo determinar el domicilio en el que se escondía y solicitaron al juez una orden de entrada y registro. Allí estaba, allí fue detenido y ya está en la cárcel empezando a cumplir su condena con siete años de retraso, eso sí. Y aún sin delatar a los dos compinches que violaron a la chica con él.

Este Isaac es el último de esos delincuentes sexuales cazados gracias a la 'Operación Violeta'. Entre ellos hay hasta un individuo que estuvo en la lista de los más buscados.

Así es. Fue detenido en San Juan (Alicante) en agosto del año pasado. Se trata de Diego Darío González Ghersi. Según la sentencia que le condenó en febrero de 2021 a cinco años de prisión, Diego y su pareja se separaron en 2008, cuando tenían una niña de cinco años, que enseguida se mostró reticente a pasar los fines de semana con su padre. La madre de la niña se dio cuenta de que la niña consultaba páginas web de contacto sexual (violaciones de menores, pornografía…). La madre preguntó a la menor en varias ocasiones el motivo de esta situación y, aunque en principio la niña se negaba a manifestar los motivos, finalmente le dijo que había sufrido abusos durante cinco años. Además, le relató que su padre le había advertido de que lo que pasaba entre ellos era un secreto que no debía contar a nadie. Incluso le enseñó una especie de “pacto de silencio” que hacía con los dedos para afianzar ese secreto que la menor debía guardar.

¿Y cómo fue posible su detención?

No fue nada fácil porque Diego se había convertido en un fugitivo profesional. Durante los dieciocho meses que duró su fuga, cambiaba de domicilio cada vez que notaba algo raro en su ambiente y realizaba trabajos poco cualificados para subsistir y vivir sin llamar la atención. Pero lo más complicado, desde luego, fue reconocerlo, porque pese a tenerlo más o menos ubicado en San Juan costó mucho cerciorarse de que realmente se trataba de él. Entonces se dijo que medía 1,70 metros de estatura, que sus ojos eran oscuros, y que llevaba tatuajes característicos en piernas, brazos y espalda. Pues bien, se había teñido de rubio, lucía melena y barba, utilizaba lentillas de colores, plantillas para parecer más alto y se aumentó los tatuajes que lo hacían reconocible para disimularlos. Es decir, su aspecto no tenía nada que ver con la imagen difundida por la Policía.

En esta operación Violeta ha sido detenida también una mujer. En este caso no se trata de una pederasta, sino de una traficante de seres humanos que también estaba en el listado de los más buscados por Europol.

Es una colombiana llamada Viviana Andrea Vallejo Gutiérrez y estaba reclamada en España por varios delitos relacionados con la trata de seres humanos con fines de explotación sexual, tráfico de drogas y blanqueo de capitales. Viviana fue arrestada en octubre del año pasado en la localidad ecuatoriana de Machala gracias a las investigaciones conjuntas de las policías de Ecuador, Colombia y España. La fugitiva dirigía una red de tráfico de mujeres que operaba desde Colombia y tenía España como destino final.

¿Hay más proxenetas detenidos gracias a esta operación Violeta?

Sí, se trata de un rumano apodado Giu, que fue arrestado en su país, en Bistrita. En España fue condenado a ocho años de prisión en 2013 por unos hechos que se remontaban a 2004. En esas fechas engañó a una amiga para que viajase a España con el pretexto de darle trabajo. Una vez en nuestro país, la encerró en un piso en Badajoz y le dijo que tenía que prostituirse para pagar la deuda que había contraído con el viaje. La chica, a la que quitó el pasaporte, sólo podía salir del piso para ir a un club, donde la obligó a mantener relaciones sexuales a cambio de dinero. Giu llegó a agredir y amenazar con un cuchillo a la víctima, que fue finalmente rescatada por la Policía.

Por lo que veo, esta operación Violeta también es una verdadera galería de los horrores y un ejemplo de las monstruosidades que sufren mujeres y niñas…

Así es. Por ejemplo, en Colombia fue detenido un individuo reclamado por un juzgado de Álava, acusado de violar a su propia hija cuando esta tenía doce años. Entre los arrestados también hay un abuelo condenado a doce años de cárcel por violar a su nieta: cuando la niña tenía entre ocho y diez años se limitaba a tocarla. Al cumplir los diez, comenzó a dormir con ella y le introducía los dedos en la vagina. Y entre los once y los trece años de edad la penetró varias veces y le daba euros para que no dijese nada.

Cinco años violada por tu propio abuelo. Cuando contáis estas historias nos damos cuenta de lo necesarios que son estos grupos de fugitivos, desde luego, para que se haga justicia con estos monstruos…

Hay casos especialmente sangrantes como los que hemos contado o como el padre condenado a trece años por abusar de sus dos hijas; el conductor de un autobús escolar detenido en Madrid y buscado por las autoridades brasileñas por abusar de una chica de catorce años discapacitada; el dueño de varios locales que violó a la empleada que contrató para limpiarlos y que fue condenado a doce años… Pero hay un caso que llama poderosamente la atención, el de dos hermanos rumanos.

¿Qué hacían esos tipos?

Fueron detenidos en Corabia (Rumania) en virtud de una orden europea de detención decretada por la Audiencia Provincial de Cádiz, que los condenó a penas de quince y siete años de cárcel. Uno de ellos abusó de su sobrina, la hija del otro, desde que la niña tenía siete años hasta que cumplió trece. En dos ocasiones llegó a violarla. Su propio padre intentó penetrarla en varias ocasiones cuando la cría tenía solo seis años. Esta clase de sujetos son el objetivo de esta operación Violeta que sigue en marcha y que seguro que seguirá dando resultados.