Antes contaremos un reportaje que publicamos esta semana en Interviú. En él contamos que que el Barcelona, el Barça, apadrinó –seguimos en el día de los padrinos– al equipo de fútbol de un traficante de droga argentino….
En el año 2006, Joan Laporta entonces presidente del Barcelona, que acababa de estrenar el logo de Unicef en sus camisetas, acudió a Argentina y puso la primera piedra de un proyecto de mecenazgo. El Barça le entregaría 300.000 euros al club Real Arroyo Seco, el equipo del pueblo donde nació Leo Messi. De hecho, en aquella ceremonia, además de Laporta y el presidente del equipo argentino, un tipo llamado Patricio Gorosito, estuvieron los padres de Messi.
Y hoy, ese tal Gorosito, ese presidente de un equipo argentino, está en una prisión en Barcelona. La policía y el juez creen que Gorosito era el jefe de una banda de traficantes de droga que traía cocaína a España y a la que han incautado novecientos kilos (casi una tonelada de cocaína). Fue una investigación brillante de los GRECO, los grupos contra la delincuencia organizada, en lo que se ha llamado Operación Patagonia.
Gorosito tiene antecedentes en su país, en Argentina, por asuntos bastante feos como falsificación, estafa, blanqueo de dinero y tráfico de drogas desde el año 1974. Y, como muchos personajes, digamos viscosos, se acercó al mundo del fútbol siendo ya un delincuente, y en busca, precisamente, de popularidad y poder.
Volvamos hoy, Día del Padre, a ese Padrino de Madrid, al mayor mafioso español, en el sentido auténtico de la palabra, al que se le conoce por otros nombres…
El Padrino de Madrid es el apodo de Ángel Suárez Flores, también conocido como Casper, por su parecido con el simpático fantasma de la película para niños y su capacidad de desaparecer, y también llamado Óscar o El Loco. Suárez Flores ha sido durante muchos años uno de los delincuentes más famosos y más peligrosos de España. Es, sin duda, el hampón que ha reinado en el crimen organizado español en los últimos veinte años.
Es ese tipo enorme, calvo, que, efectivamente, se hizo muy famoso con aquel osado robo a Esther Koplowitz del que hemos hablado aquí varias veces… Pobablemente fue el robo de arte más atrevido de nuestra historia criminal. En el verano de 2001, Suárez y los suyos, que formaban un verdadero dream-team, un equipo de ensueño, de delincuentes, entraron en la casa de Esther Koplowitz, que estaba en obras, y se apoderaron de una colección de cuadros de valor incalculable…
El robo fue planeado y ejecutado por Casper y uno de sus más antiguos socios, Juan Manuel Candela, alias Napo o Sapo, aunque su apodo favorito era el de Cris, en alusión al personaje que encarna el actor Val Kilmer en la película Heat, protagonizada por Robert de Niro y Al Pacino.
Cris, el de la peli, es un atracador profesional, capaz de reventar en pocos minutos la cámara acorazada de un banco o de hacerse con el contenido de un furgón blindado. Esa sociedad criminal formada por Casper y Cris era casi imbatible: al arrojo y el mando criminal de Suárez se unían la astucia y la inteligencia de Candela.
Es tan astuto como para utilizar a una de sus amantes, una monitora de gimnasio, como cebo para el vigilante que custodiaba la casa de Esther Koplowitz. Candela se la puso a tiro, ella debió hacer muy bien su trabajo y el vigilante después de unos meses de vida digamos plena no pudo negarse a franquear la entrada a los ladrones.
Ese robo, finalmente, fue esclarecido esclarecido brillantemente en la operación Cuba. La brigada de Policía Judicial de Madrid montó un operativo que incluyó a un agente del FBI que se hizo pasar por comprador de los cuadros y engañó al dream-team. Candela y Suárez fueron condenados a un año de prisión, tras pactar con el fiscal. Ten en cuenta que en el robo no hubo violencia, ni intimidación y ni siquiera tuvieron que forzar una cerradura, porque el vigilante les franqueó el paso. Y la pena fue tan pequeña además porque no dañaron ninguna de aquellas obras de arte
Cásper fue detenido en 1999, acusado de colaborar con Ignacio Rocha, el hombre que disparó al abogado Emilio Rodríguez Menéndez –don Emilione, le llaman algunos, a veces El Padrino ha hecho mucho daño como fuente de inspiración y las comparaciones son odiosas–.
Nacho Rocha, decíamos, intentó matar a don Emilione a cambio de “50 millones, un reloj Cartier y un polvo”, las tres ofertas digamos en paquete que le hizo Laura Fernández Navarro, que entonces era la esposa de Rodríguez Menéndez.
Cásper salió absuelto de este juicio y lo cierto es que no tuvo nada que ver con ese intento de asesinato… Él estaba dedicado entonces a otras cosas mucho más lucrativas…
Era el rey de los butrones. Casper tenía una banda capaz de llegar hasta la cámara acorazada de cualquier banco, como demostraron, por ejemplo, en Yecla (Murcia) en la nochebuena de 1998. Ese día reventaron 90 cajas de seguridad y se llevaron, según el balance oficial, cinco millones de euros. En el suelo se dejaron casi 300.000 euros porque estaban mojados del agua con la que refrigeraban la lanza térmica con la que llegaron hasta la cámara del banco, una taladradora con punta de diamante capaz de atravesar cualquier material.
Fue condenado a dos años, tras llegar a un acuerdo con el fiscal. Casper nunca reconoció formalmente su participación en el butrón de Yecla, aunque cuando la policía estaba a punto de ponerle a disposición judicial, de manera informal, le dijo al inspector que le detuvo: “Tú te morirás sin saber qué se siente viendo llover billetes del cielo. Eso sí que fue una nochebuena y no las que pasáis vosotros”.
La policía pudo llegar hasta ellos porque la avaricia les perdió. Para poder acarrear más dinero, para hacer sitio en sus coches, se dejaron en la cámara del banco las herramientas empleadas en el butrón y siguiendo el rastro del material se pudo llegar hasta la banda de Casper.
Bien, ese butrón ocurrió en 1998, en 1999 Casper es detenido por el intento de asesinato del abogado Rodríguez Menéndez y en 2001 roba los cuadros de Esther Koplowitz… ¿Qué han hecho Casper y los suyos desde entonces, los últimos once años?
La banda de Casper, como casi todas las organizaciones criminales, ha tenido bajas. En 2001 fue asesinado Francisco Javier Manzanares Rodríguez, el Manzas, y en 2002, Iván Llorente Liébana, dos tipos que formaban la guardia pretoriana de Casper y eran los encargados de secuestrar, torturar y dar palizas a los que tenían alguna pendencias con su jefe, aunque muchas veces actuaban por su cuenta. Llorente Liébana era tan malo, que un veterano policía, que le detuvo varias veces, nos dijo después de que fuese acribillado a tiros en Granada: "murió de muerte natural, porque lo natural es que acabase muerto".
¿Y qué hace un mafioso cuando se muere, o más bien le matan a la gente de su banda?
Pues la sustituye y busca a los más adecuados para la actividad que haya decidido emprender. Suárez Flores había dejado en los últimos tiempos los butrones, seguramente porque se había quedado también sin su mejor especialista, Juan Miguel Ortega Sánchez, con quien tenía ciertas diferencias. En verano de 2009 a Ortega le mataron a tiros en Jerez de la Frontera. El crimen está sin esclarecer, aunque hay informaciones que apuntan a que Ortega había decidido planear y dar millonarios golpes con su propia banda.
Bien, y si no estaba dedicado al los butrones… ¿qué hacía ahora este hombre?
Pues no se dedicaba a cuidar de los tres nietos que tiene, sino que, según el juez Eloy Velasco, Ángel Suárez es –y leemos el auto de procesamiento– “el líder de una organización altamente especializada y tecnificada, dedicada a la comisión de hechos delictivos de diversa tipología”. Según el juez Velasco y la policía, la banda de Casper se dedicaba sobre todo a los vuelcos o volcados, es decir, a robarle droga a los traficantes. Y también, según el juez, la red de Casper tenía para ello varias ramas especializadas: la técnica –experta en informática, en dispositivos de seguimiento–, la dura –los que secuestran y torturan–, la de apoyo y la de blanqueo de dinero. En ésta última participaba el viejo socio de Casper, Juan Manuel Candela.
Es decir, que Casper está entre rejas desde mayo del año pasado por robar droga a otros traficantes. Sobre él pesan acusaciones más graves, como secuestros, lesiones y torturas, además de tráfico de drogas, claro, porque si se le acusa de robar cocaína, evidentemente, es para traficar con ella. Ese era el fin último y para lo que Casper era capaz, por ejemplo, de prestar grandes cantidades de dinero…
Le prestó a un traficante 450.000 euros para financiar un alijo de cocaína que pensaba robarle después: de esa manera Casper se quedaba con toda la droga y, naturalmente, el traficante –que no sabía que era su avalista el que le había robado la droga– tenía que devolverle el dinero con intereses, que en este caso llegaban al millón de euros.
Operación redonda, claro. Vamos con otro ejemplo real. Suárez Flores le entregó a un marroquí 217.000 euros para financiar otra operación de tráfico de drogas. Cuando empezó a reclamar el dinero, el marroquí despareció, así que Casper decidió cobrar la deuda al intermediario, un empresario de Aguilar de la Frontera (Córdoba). Casper y parte de su banda se instalaron una semana en casa de este intermediario y le amenazaron: “o me pagas o coloco de putas a tu mujer y a tus hijas hasta que recupere el dinero”, le dijo Casper al empresario que, aterrorizado, denunció lo que pasaba.
Había una rama técnica dentro de la banda… Jorge Juan Berzosa, alias el Informático, es el hombre que metió a Casper en el siglo XXI. Era el encargado de instalar dispositivos de seguimiento en los camiones que llevaban la droga, por ejemplo, o de poner video-cámaras camufladas en asientos de coches o en ramas de árbol…
Mucho dinero en material y mucho esfuerzo, aunque a veces con eso no era suficiente y tenían que recurrir a los que la policía llama la rama dura.
El Grupo I de la Brigada de Crimen Organizado, que ha estado más de dos años siguiendo la pista de Casper, ha logrado recabar los testimonios de siete testigos protegidos que sufrieron a la banda de Casper. Las escenas descritas en el sumario recuerdan, más que a El Padrino, a una película de Tarantino
Esos tormentos, esas torturas servían para obtener la información de los alijos que la banda quería robar. El 18 de diciembre de 2009, los hombres de Casper, haciéndose pasar por guardias civiles, secuestraron a un empleado del puerto de Algeciras. Le dieron una paliza de muerte y, como no decía nada, le cortaron con un hacha varios dedos del pie. Lo cierto es que el hombre no sabía nada del contenedor por el que le preguntaban, así que luego secuestraron al encargado de descargar las mercancías. Como aviso de lo que le esperaba, le enseñaron el muñón de su compañero y un trapo que contenía los dedos cortados… Después, la emprendieron con él a golpes, hasta que le convencieron para que pusiese una baliza en el camión en el que iba a cargar un alijo de droga.
Se apoderaron de 211 kilos de cocaína, no sin antes torturar a cuatro personas relacionadas, evidentemente, con el tráfico de drogas. A una le rompieron el codo con una barra de hierro; a otra, le partieron una tibia a golpes y a otra le fracturaron las dos piernas, ocho costillas, le quemaron la espalda con un soplete y le amenazaron con sacarle un ojo con un cuchillo. Tan brutal fue la paliza que el hombre sufrió una parada cardiaca, así que le llevaron a un ambulatorio y le dejaron tirado en la puerta.
La policía cree que consumaron ese de los 211 kilos y otro, mucho más importante, en Alicante, en el que se apoderaron de entre 1.500 y 3.500 kilos de droga. Y que parte de esa mercancía pertenecía a alguien de quien hemos hablado aquí alguna vez: Álvaro López Tardón…
El jefe de los Miami, el que está ahora encarcelado, precisamente, en Estados Unidos, en Florida. Encarcelado y a la espera de un juicio en el que presumiblemente va a ser condenado a más de 20 años de cárcel. Pues parece que parte de la droga robada por Casper pertenecía a él y a gente tan o más peligrosa que él, habida cuenta de las amenazas que recibió el abogado de Suárez Flores…
No se sabe por quién fue amenazado. Pero lo cierto es que cuatro tipos con aspecto y acento ruso se presentaron una mañana de diciembre con una carpeta con fotografías de personas mutiladas y decapitadas, una bala de gran calibre y una granada en el despacho de Óskar Zéin, abogado de Casper. Le explicaron que su cliente había robado a su jefe mucha droga y que debía pagar siete millones de euros. De lo contrario, usarían la granada y él acabaría como los de las fotos que llevaban…
Lo primero que ocurrió fue que Óskar Zéin dejó la defensa de Casper y, afortunadamente, no le ha pasado nada, aunque tiene protección policial. Presumimos que, de una manera u otra, Suárez Flores tendrá que pagar lo que debe, si es que él realmente fue el autor del robo de esa mercancía.
Los ha negado tajantemente y con cierta sorna… Cuando el juez le insistió acerca de si se había llevado varios contenedores con droga, Ángel Suárez le contestó: “No me llevé ningún contenedor debajo del brazo ni en Algeciras ni en Alicante ni en Valencia. Me llamo Ángel Suárez Flores, no soy David Copperfield”, en alusión al famoso mago…
Casper es un emprendedor. Declaró al juez que tenía un negocio de maderas en Camerún, que estaba invirtiendo en biodiesel en Ucrania e incluso que mantenía negociaciones para desarrollar una vacuna contra el cáncer en Sudamérica. Además, estaba licitando para comprar un centro comercial en La Coruña por 140 millones de euros y negociaba también la concesión de un Carrefour en el madrileño barrio de Ventas.
Todos esos negocios son legale. Casper decía que quería retirarse ya, pero para ello tenía que ganar el dinero suficiente. Y estaba pensando en invertir en un negocio muy seguro en España, el de la prostitución. De hecho, quería comprar el gigantesco hotel Marina Palace, en Santa Pola, Alicante, y convertirlo en el mayor prostíbulo de Europa. Para ese negocio había invertido ya más de 700.000 euros…
Sólo contar que la mayoría de los testigos ellos tienen protección policial. Pero de lo que no están a salvo es de las amenazas. El propio Casper llamó desde prisión a uno de ellos y le dijo en alusión a otro de los testigos: “dile a nuestro amigo común que deje las cosas como están”. Su abogado y hasta su esposa también han ido a ver personas relacionadas con el procedimiento para que se pensasen muy bien lo que iban a declarar.