El destino de los niños desaparecidos en Córdoba ha marcado la información de sucesos del último tramo del 2011, que empezó con un crimen donde asesino y víctima no habían cumplido los 18 años. Fue en Arriate (Málaga), donde el 19 de enero un chaval de 17 años conocido como ‘El Vaca’ asesinó en una caseta a María Esther Jiménez, una niña de 13 años. Antes de acabar el año el asesino fue condenado a la máxima pena prevista por la Ley del Menor, ocho años de internamiento y cinco de libertad vigilada, una condena que reabrió, por enésima vez, el debate sobre el tratamiento penal a los menores de edad.
Ese debate nunca se oyó tanto como cuando El Cuco, el menor implicado en la desaparición de Marta del Castillo, fue condenado a tres años de internamiento por un delito de encubrimiento. Esa mínima condena fue posible gracias al mal trabajo hecho por la Fiscalía y la acusación particular durante la fase de instrucción, que ni siquiera llamaron a Miguel Carcaño, el principal implicado, a declarar, cuando era éste precisamente quien acusó a El Cuco de haber participado en el asesinato y la agresión sexual de Marta.
El resto de implicados en la desaparición de la joven sevillana –Miguel Carcaño, Javier Delgado, María García y Samuel Benítez– se sentaron en el banquillo en un juicio en el que se volvieron a oír versiones distintas y disparatadas sobre los hechos y en el que nadie quiso revelar el paradero del cuerpo de Marta.
La crónica judicial estuvo plagada durante 2011 de nombres conocidos. La campeona de atletismo Marta Domínguez quedó exonerada de cualquier cargo, tras ser detenida en la operación Galgo; Luis Corominas, el yerno de los joyeros Tous, fue absuelto tras matar a tiros a un ladrón que había irrumpido en la finca familiar; Teddy Bautista y la directiva de la SGAE fueron puestos en evidencia por sus peculiares y muy beneficiosas –para ellos, no para los autores– prácticas; e Iñaki Urdangarin comenzó a enterarse por la prensa de todos los cargos a los que se enfrentará en este 2012 y sin ningún apoyo de la Casa Real.
El año también será recordado como uno de los peores que recuerda el crimen organizado español. En diversas operaciones, todas ellas hechas por la policía, han ido cayendo los personajes más importantes del hampa nacional. Así, en la operación Azaleas fueron detenidos Álvaro y Artemio López Tardón, los dos últimos jefes de los Miami, convertidos, según las investigaciones en grandes capos de la droga y del blanqueo de capitales. En la operación Colpaso cayeron Ana María Cameno, la mayor distribuidora de cocaína de España, una mujer aficionada a la santería, a la que la policía le intervino 276 kilos de droga y 470 teléfonos móviles. En la misma operación Colapso fue arrestado Laurentino Sánchez Serrano, Lauro, socio de Ana, de los Miami y una de las piezas más codiciadas desde hace una década por los agentes dedicados a la lucha contra el crimen organizado¬.
La operación Edén acabó con las mafias de la noche madrileña: el clan de los búlgaros y el de los boxeadores fue desarticulado y con ellos cayeron otros peces gordos del narcotráfico, como David Lozano. Y otro de los criminales más conocidos de nuestro país, Ángel Suárez Flores, también cayó en este 2011, annus horribiles para el crimen nacional. Que se repita en 2012.