Vamos a explicar algunas diferencias entre los asesinos reales y los que vemos en las películas. Y lo vais a hacer con algunas de sus frases. Como prólogo, matizaremos que los criminales reales no tienen glamour y que en la inmensa mayoría de las ocasiones, no son brillantes ni cultos
La mayoría de los asesinos, no solo españoles, también los estadounidenses que han generado más literatura, como los asesinos en serie, ni escuchan música clásica ni saben pintar el Duomo de Florencia como hacía Hopkins en su celda en El Silencio de los Corderos. En esa peli, se comía el hígado de una víctima "acompañado de habas y un buen chianti".
En la vida real, Francisco García Escalero, el asesino de mendigos en Madrid, también comía órganos de sus víctimas, pero era menos gourmet y menos poético contándolo: "le arranqué el corazón y se lo mordí".
De hecho, cuando los policías se encuentran con algún asesino brillante o cultivado digamos, se sorprenden bastante. Y, a veces, esa pretendida brillantez es solo verborrea, como en el caso del asesino del rol, Javier Rosado.
Rosado fue ese joven estudiante de Químicas que mató porque sí a un hombre que esperaba el autobús en Madrid en 1994.
Todo formaba parte de un juego de rol. Y Rosado pasó por ser un tipo muy brillante. Desde luego ejerció cierto liderazgo en su pandilla y hasta convenció a un menor de edad llamado Félix de participar en el crimen. Pero claro, Félix era una pieza fácil, porque venía de una familia muy desestructurada, sin padre, con muchos problemas.
Y Rosado escribió un diario donde explicaba el asesinato y sus motivos. Pero además de la repugnancia que nos produce lo que hizo, el texto está muy lejos de frases cometidas para justificar algunos crímenes como las que pronuncia el gran Clint Eastwood: "No hay nada malo en disparar, siempre que se dispare a las personas adecuadas" o Al Pacino en El Padrino, "No es nada personal, son solo negocios".
Rosado era más simple, a pesar de ser un pretencioso, claro, porque presumía de que en la cárcel le llamaban Karpov por su habilidad con el ajedrez. Tras matar a Carlos Moreno, su asesino escribió en su diario: "hay que ver lo que tarda en morir un idiota". O narró así su crimen: "escuché un ñiquiñiqui y quejas de mi amigo porque el hueso era durísimo". Incluso hizo un pronóstico: "calculo un 30 por ciento de que nos atrapen".
Pues no era tan listo, ya vemos. Fue atrapado y condenado. Me decís que ya está en libertad, en fin. Vamos mejor con otro asesino de película, el que interpreta en Seven Kevin Spacey, ese que va matando gente que simbolizan los pecados capitales…
Es una película fantástica, un asesino brutal, pero que no se hemos encontrado en la realidad. Un tipo que lee la Divina Comedia de Dante, que tiene una formación cultural tremenda... En la vida real, un asesino en serie muy famoso fue Jeffrey Dahmer, el carnicero de Milwaukee, que mató a 17 personas. Cuando le interrogaron expertos del FBI como el gran Robert Ressler, al que tuvimos el privilegio de conocer, resultó bastante decepcionante. Cuando le preguntaban por qué mataba a sus víctimas, dijo: "eran ligues de una noche, siempre me dejaban claro que tenían que volver al trabajo al día siguiente. Y yo no quería que se fueran".
Así de simple, de brutal. Un poco la banalidad del mal que narró Hanah Arendt en sus crónicas sobre el juicio al monstruo nazi Adolf Eichmann. E imagino que también las mujeres malas del cine, las mujeres fatales, son mucho mejores que las mujeres delincuentes…
Por supuesto, igual que los hombres, las criminales de ficción son más guapas (no hay más que ver a los Bonny & Clyde de verdad y compararlos con Faye Dunaway y Warren Beatty). Pero también son más ingeniosas, tanto que tenemos que confesar que muchas mujeres fatales del cine nos ponen...
Miren qué frases, claro: "Soy un veneno para mí y para los que me rodean. Tengo miedo de estar con quienes quiero por el daño que les hago”. Y la decía Ava Gardner en una película muy negra, Forajidos.
Es que esa película de Robert Siodmak está basada en un relato de Hemingway llamado The Killers, los asesinos. En otras escribían Raymond Chandler, Scott Fitzgerald... Y, claro, Burt Lancaster, que interpreta a El Sueco, pues no queda indiferente, como casi nadie.
Tampoco casi nadie, o por lo menos nosotros no, puede evitar cierta electricidad al escuchar a Rita Hayworth defender su libertad en Gilda proclamando eso de "si fuera un rancho, me llamarían Tierra de Nadie" antes de recibir la célebre bofetada de Glenn Ford, que también era un maltratador bastante más glamouroso, menos pedestre y dañino que los reales. Como con esa frase que seguro que no te gusta aunque no se puede negar la originalidad: "solo hay una cosa en el mundo más que insectos, mujeres"
Pero al menos, siendo un insulto, es de ficción y bastante creativo. Porque los maltratadores y asesinos de verdad dicen cosas como ese criminal de Canarias que mató a su hijo y llamó a su ex mujer para anunciarlo, verdad: "Asómate y verás lo que te mereces"
La mayoría de las veces los maltratadores reales son tan brutales como simples. Insultan a sus parejas, y repiten tópicos: "Puta, eres mía, te lo mereces... etcétera". Aunque lo intentan a veces, lo que hacen es tan indefendible que no tienen recursos para explicarlo.
Los maltratadores y también las mujeres delincuentes reales estamos viendo que son más bien gente lerda, aunque hacen mucho más daño que los de ficción, claro, la sangre que hacen correr es de verdad…
La asesina quizá más brutal de los últimos años, Francisca González, que mató a sus dos hijos pequeños en Santomera (Murcia), el 19 de enero de 2002 y luego simuló que habían sido unos ladrones, dejó en sus entrevistas con los psiquiatras unas perlas sobre sus motivos y sus expectativas.
Paquita fue la que mató a sus hijos pequeños para vengarse de su marido, un camionero que según ella no la trataba bien. Incluso le mandó un sms a su marido antes de cometer los crímenes que decía solo: "Ahora toca baile. Apago el celular". Ya en prisión, dijo otra frase muy significativa: "voy a salir de aquí directa a los viajes del Imserso".
Y ahora vamos a entrar en el tema de los criminales jóvenes, algunos de ellos menores de edad. Aquí sí que se ha hablado de la influencia del cine en algunos crímenes reales. Sí, también de los videojuegos y la televisión. Los expertos dicen que no hay un efecto inmediato, pero sí que muchos chavales pueden ver hasta 20.000 actos violentos de ficción durante su adolescencia. Advierten que eso puede hacer que frivolicen el dolor, la sangre, el hecho de matar, que hasta fantaseen con ello. Y eso sí ha ocurrido ya en España.
Por ejemplo, José Rabadán, que el 1 de abril de 2000 mató en Murcia con una katana a sus padres y a su hermana pequeña, una cría con síndrome de down. Rabadán jugaba mucho al Final Fantasy y organizó una carnicería terrible en su casa con la espada japonesa y luego contó que no fue cómo pensaba, que pensó que sus padres no iban a sangrar tanto, que no les dolería, y que él tampoco tendría dolor, casi como si estuviese en un videojuego.
No mató por el videojuego, pero ese videojuego sí hizo, junto con otros factores supongo, que pensara que matar era algo limpio, sin dolor, algo casi quirúrgico y rápido.
En otros chavales asesinos reales, españoles, parece que lo que hubo es inconsciencia, el deseo de "saber qué se siente" y, también, un cierto deseo de hacerse famosos.
Esto lo hemos visto en algunos criminales adultos, que les gusta presumir de lo que hicieron y les gusta que les graben las cámaras, pero también ocurre con menores.
Rabadán recibió en la cárcel casi cincuenta cartas de admiración y amor de chicas de toda España. Dos de ellas, Iria y Raquel, mataron poco después en San Fernando (Cádiz) a su amiga Clara García Casado. Otros, como Sergio Bermejo, que mató en Riotinto (Huelva) a sus padres, cuando salía ya detenido se acercó a una periodista que le preguntó a donde se lo llevaban y contestó: "Con Curro, al Caribe", en alusión a aquellos anuncios de la agencia de viajes que hacían furor entonces
Aquí quizá toque hacer algo de autocrítica, del papel de los medios, sobre todo la televisión. A veces hay quien declara algo porque le pagan, como la madre de El Cuco en La Noria, y a veces simplemente por agradar…
Y aquí vamos a citar a un maestro, Alfred Hitchcock, que dijo: "la televisión ha devuelto el crimen a su origen: el hogar". Y también: "la televisión ha hecho mucho por la psiquiatría, no solo ha difundido su existencia sino que ha contribuido a hacerla necesaria". Hace unos meses hubo un episodio confuso, fue cuando la esposa de Santiago del Valle, el asesino de la niña Mari Luz Cortés, acudió al programa de Ana Rosa Quintana.
Y allí dijo que su marido ya le había confesado que se le había muerto Mari Luz después de raptarla, en un accidente… Realmente eso ya lo había dicho en su declaración ante la policía, aunque es cierto que la mujer, Isabel García, luego había cambiado su versión y dijo que no sabía nada del caso. Lo cierto es que después del programa, trasladaron a la mujer a la comisaría, donde fue interrogada por un policía de Homicidios, recordarás que una juez decidió investigar si había sido coaccionada.
Aquella tarde, la esposa del asesino, que es discapacitada psíquica y cobra una pensión por ello de la Junta de Andalucía, le contó al policía que había aprovechado el viaje a Madrid para ver a un amigo, luego se echaba a llorar, pedía perdón... Hasta que el policía le preguntó por qué se había metido en ese follón, si le habían pagado los de la tele…
Isabel García declaró por propia voluntad, sea la que sea la que tenga, y gratis. Eso sí, al policía le explicó: "yo por mi Ana Rosa hago lo que sea".
Aquí en España, hay dos personajes conocidos, los dos de la trama Gürtel, Francisco Correa y Álvaro Pérez, alias don Vito y El Bigotes. Supongo que tienen poco que ver con los mafiosos de El Padrino o de Uno de los nuestros…
Decir eso es casi una herejía. Correa sí tomó el mote de la película y le gustaba que le llamaran don Vito, como el personaje de Marlon Brando. Pero entre las frases de las pelis de Coppola y las de "Amiguito del alma, te quiero un huevo, yo a ti más", de la Gürtel...
No es lo mismo eso que "mantén cerca a tus amigos, pero más cerca a tus enemigos", claro. Aunque sí parece que una frase de El Padrino les inspiraba, esa de "El hombre más rico es el que tiene los amigos más poderosos".
Ellos lo fueron. A Correa le encontraron 17 millones de euros en Suiza y nos tememos que hay cosas de la Gürtel que no se sabrán jamás. Y, por supuesto, ningún Corleone, quizás Fredo, tuvo ataques de ansiedad ni claustrofobia porque le trasladasen en un vehículo cerrado al juzgado, como le ocurre a Correa.
Y Fredo es el hermano al que Al Pacino manda asesinar en El Padrino por su traición, por sus debilidades. Pero ¿hay algún mafioso real que tenga algo de talento, al que los policías incluso se lo reconozcan?
Nuestros preferidos son dos. Y a veces hemos hablado aquí de ellos. Uno es Ángel Suárez Flores, alias Casper, porque se escurría como el simpático fantasma de cine. La banda de Casper cometió un butrón, un atraco, a un banco de Yecla (Murcia) en la nochebuena de 1998 y se llevaron entre mil y cinco mil millones de pesetas, según distintas fuentes. Cuando fue detenido, Suárez Flores se acercó a un policía y le susurró: "esa sensación de reventar la caja fuerte y ver los billetes caer del cielo. Eso fue una Navidad y no las que pasan ustedes".
Y el segundo, el que es un poco más cinematográfico. Álvaro López Tardón, el jefe de los Miami, ahora preso en Estados Unidos. Cuando le preguntaban por la guerra por el control de la noche que dejó decenas de muertos en Madrid, contestaba: "no pueden ondear dos banderas en un mismo país".
La mayoría de los criminales reales cuando son detenidos y les enseñan todas las pruebas hacen suya la frase de los hermanos Marx en Sopa de Ganso: "a quién va usted a creer, a mí o a lo que ven sus ojos". Aunque hay algunos que tratan, y no solo los asesinos de ETA, de revestirse de un aura de revolucionario o de patriotas.
Sobre los que presumen de patriotas hay una frase formidable de Encadenados, una peli maravillosa de Hitchcock: "llevan la bandera en una mano y con la otra van vaciando los bolsillos a la gente"
Sí, en el caso de ETA es evidente su componente mafioso, de modo de vida, no solo su parte asesina. Y hay atracadores de bancos que se han querido disfrazar de revolucionarios. El último conocido, Jaime Giménez Arbe, El Solitario, además de que mató a dos personas, decía: "yo no soy un vulgar atracador, soy un expropiador de bancos, un revolucionario". Al final, acababa usando el dinero para comprar una vaporetta a la madre de su novia brasileña.
Hemos visto que los delincuentes de verdad, además de ser mucho más dañinos, son menos inteligentes y menos guapos y menos brillantes que los del cine. Pero matan y lo siguen haciendo.
A esto solo podemos contestar con dos frases de películas magníficas. Una, de Seven, donde Morgan Freeman concluye con una cita de Hemingway: "El mundo es un buen lugar por el que vale la pena luchar, estoy de acuerdo con la segunda parte".
Y la última, que te la dedicamos a ti, y a todo el equipo que nos hace más fácil la vida y especialmente a Aneyma León, la mujer que nos aguanta cada semana.
De Bogart y de Lauren Bacall, que era tan ácida como él. En El sueño eterno, Bogart está enojado con ella y le pregunta desafiante: "¿qué problema tienes?". Bacall, la Flaca, responde rápido: "ninguno que tú no puedas solucionar".