A lo largo de este trimestre hemos hablado con el Catedrático de Bioquímica, Carlos López Otín, de física y filosofía, de memoria y enfermedad. Este lunes cerramos este ciclo dedicado a 'El sueño del tiempo', con una última clase magistral dedicada al envejecimiento y la longevidad.
El envejecimiento es un proceso natural resultante de la acumulación de daño en el ADN a lo largo de la vida. Este proceso es algo inexorable, mientras que la longevidad es plástica. El tiempo biológico se puede dilatar y enriquecer. Pero, ¿cómo podemos hacerlo?
Carlos López Otín nos explica que el envejecimiento y los cambios que acarrea en nuestro cuerpo se deben a 3 claves determinantes: Primarias, las que generan daños, antagonistas, las respuestas a estos daños, y las integradoras, las consecuencias finales.
Indicadores primarios, antagonistas e integradores
Los indicadores primarios, a su vez, son cuatro: la inestabilidad genómica; el acortamiento de los telómeros; las alteraciones epigenéticas; y la pérdida de la proteostasis.
Por su parte, las antagonistas son las respuestas del organismo dirigidas a mitigar el daño que produce en nosotros el paso del tiempo. En principio, todas estas respuestas son beneficiosas, pero sucede que como el daño no cesa, se exacerban y se cronifican. Esto es lo que sucede en la edad más tardía. Los indicadores antagonistas son tres: senescencia celular, disfunción mitocondrial y desregulación en la detección de nutrientes.
Por último están los indicadores integradores que aparecen cuando los daños causados por los dos tipos de indicadores anteriores no pueden ser compensados. Estos son dos: el agotamiento de las células madres en los tejidos y los errores en la comunicación intercelular.
Por último, el doctor Otín nos da algunas claves para frenar los daños del paso del tiempo, que pasan, fundamentalmente, por las intervenciones nutricionales, esto es, cuidar nuestra alimentación.